Ha hablado un obispo y ha subido el pan, como se suele decir. ¿Qué les pasa a los obispos que cada vez que hablan la lían? ¿Es que su reino no es de este mundo y por eso no los entendemos? O es que realmente ellos no están en este mundo y por eso no entienden lo que pasa en él.
Nos advierte del peligro de unos seres humanos que vienen huyendo de la pobreza, guerras y demás desgracias terrenales y yo le digo que el peligro ya lo conocemos, estamos acostumbrados, lo tenemos dentro, en personas como él, intentando siempre sembrar el miedo a lo distinto, el rencor entre todos nosotros, intentando ponernos en contra de ayudar a los que vienen de fuera y a los que tenemos dentro. Ven el peligro donde no lo hay y hacen la guerra contra los homosexuales, contra las mujeres, contra los refugiados. Y yo me pregunto: Y contra él, quien nos protege; y contra los curas pederastas, quién nos defiende de los Romanones de Granada y de toda España; de los obispos que se están enriqueciendo con las ayudas del Estado; de sus alianzas con el gobierno que siempre es para seguir enriqueciéndose…
Cuándo se les va a ver un gesto de esa piedad que predican y van a ayudar a alguien que lo necesite, a las familias en paro, a las mujeres embarazadas sin recursos, a los barrios pobres, a los emigrantes, a los refugiados. No ayudan ni a sus propias Asociaciones como Cáritas que sólo les dan las migajas que le quedan en la mesa.
Señor Cañizares, antes de hablar piense lo que dice, y dese una miradita hacía su interior, el suyo personal, el de sus compañeros de trabajo, hacia el interior de España, la situación laboral, sobretodo, la situación de la justicia, y díganos si de verdad cree que nos pueden asustar unos refugiados que vienen con la única posesión de lo que tienen puesto.