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Los derechos LGTBI chocan en la ONU con el integrismo religioso

Las organizaciones religiosas conservadoras hace tiempo que trabajan en la ONU para freanr las nuevas interpretaciones de términos como “familia” y “matrimonio”, consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, escribe Andy Hazel[1] (IPS) desde Naciones Unidas.

A juzgar por el apoyo recibido en 2016 por los partidos conservadores, el mundo parece inclinarse hacia interpretaciones restrictivas de esos términos, en contraposición con los avances registrados en los últimos años, como la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo y la protección de los derechos de la comunidad LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero o intersexuales).

Y al parecer, los enfrentamientos por ampliar o reducir el alcance de esos conceptos parecen recrudecerse este año.

Como suele ocurrir en la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y Washington, la presión de los grupos religiosos conservadores suele ocurrir tras bambalinas y el éxito se mide en términos de si se adoptan o no políticas sociales más progresistas.

Dos de las organizaciones más activas son el Congreso Mundial de Familias (WCF, en inglés), con sus históricos vínculos con gobiernos africanos, de Europa oriental y el ruso, además de dirigentes estadounidenses conservadores, y la Alianza para la Defensa de la Libertad (ADF), con muchos logros obtenidos en la defensa de los derechos judeocristianos en tribunales internacionales.

Los dos grupos presentan su estatus consultivo dentro de la ONU como clave de su reputación.

El director de WCF, Larry Jacobs, señaló que en el actual contexto político, su organización y sus partidarios se sienten optimistas: “desde hace 50 años se promueve una fundamental negación de la necesidad de la familia”, explicó a IPS, refiriéndose a la diversificación de la estructura familiar, distinta del modelo nuclear tradicional que defienden los conservadores.

“La mayor parte de eso forma parte de la agenda de grupos favorables a una revolución sexual” y “creo que uno de nuestros mayores éxitos es proteger el artículo 16.3 (la familia es la unidad grupal natural y fundamental de la sociedad y debe ser protegida por la sociedad y el Estado)”, precisó.

“Otros grupos tratan de redefinir los mandatos existentes en la Declaración de Derechos Humanos de la ONU; la idea de que la familia es ‘natural’ es uno de nuestros mayores éxitos”, destacó.

El papa Francisco coincidió, cuando en su discurso en la ONU describió a la familia como “la principal célula de cualquier desarrollo social”, recordó: “El papa aboga por la aceptación y la tolerancia de la homosexualidad, pero nunca apoyó a la familia no nuclear o a la fluidez de género”.

WCF coordina a organizaciones conservadores y ha estado vinculada a grandes cambios de políticas ocurridos en distintos países, como la ley rusa que prohíbe promover las “relaciones sexuales no tradicionales” y las políticas húngaras “favorables a la familia”.

Esas iniciativas se relacionan con la mayor persecución y violencia contra personas LGBTI.

Además, personas vinculadas a esa organización incidieron en la aprobación de leyes que han prohibido la homosexualidad en varios países de África, así como en el fracaso del proyecto de la resolución Estrela en el Parlamento Europeo, una propuesta para tratar al aborto como una cuestión de derechos humanos y de educación estándar de salud sexual.

En defensa de los derechos de las personas LGBTI, también a partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, está la Comisión Internacional Gay y Lesbiana de Derechos Humanos (Outright Action International, en inglés)

Outright sostiene que negarse a la ampliación del término “familia”, más allá de una estructura nuclear, y “matrimonio”, más allá de una unión heterosexual, viola los derechos humanos.

“Tenemos que asegurarnos de que las razones culturales o los valores ‘tradicionales’ no sirvan para socavar los principios universales de derechos humanos o la aplicación equitativa de las leyes existentes para cualquiera”, señaló Siri May, coordinadora del programa ONU de Outright.

“Estamos agradecidos del apoyo del exsecretario general Ban Ki-moon. Se volvió en un gran defensor de la universalidad”, observó.

La Alianza para la Defensa de la Libertad se unió en 2014 a WCF como organización con estatus consultivo en la ONU, con el objetivo declarado de “ayudar a elaborar un lenguaje que afirme la libertad religiosa, la santidad de la vida, el matrimonio y la familia.

El asesor Benjamin Bull escribió: “ADF tiene voz en la elaboración de los tratados y las convenciones de la ONU que impactan directamente en la libertad religiosa y en otros asuntos importantes relacionados con la santidad de la vida, el matrimonio y la familia”.

“Ninguna persona, en ningún lado, debería ser castigada simplemente por sus creencias cristianas”, remarcó Bull, quien estaba en contra del apoyo de Ban a la comunidad LGBTI, con el argumento de que privilegiaba “los reclamos de personas confundidas sexualmente en perjuicio de los derechos de otras”.

Casos defendidos por ADF en Estados Unidos, Europa y el Sur Global, principalmente en América Central y del Sur, les valieron acusaciones de violaciones de derechos humanos.

Uno de los hechos clave durante el mandato de Ban fue la creación de un relator especial para Orientación Sexual e Identidad de Género, cargo que ocupó el profesor Vitit Muntarbhorn [2].

Thingburam apenas si se mantuvo en el cargo porque la legitimidad del mismo fue cuestionada dos veces en la Asamblea General de la ONU, en un claro reflejo de las profundas diferencias entre sus miembros.

Larry Jacobs, de WCF, se esforzó por aclarar que no son una organización que promueve el odio ni la violencia contra la comunidad LGBTI: “No somos antigay. Los homosexuales son las personas que más necesitan de una familia natural. Queremos ayudar a las víctimas de la revolución sexual, a las víctimas del divorcio, a las víctimas de las personas que han tenido una vida promiscua”, aseguró.

“La cuestión sobre la homosexualidad es ‘cómo atendemos lo que se rompió’”, apuntó.

Por su parte, May observó: “La historia nos dice que las unidades familiares no son un hombre, una mujer y dos hijos. Esa es una construcción occidental. Hay muchos ejemplos de familias del mismo sexo con niños a los que les dan amor”.

“Los derechos humanos se aplican a las personas, y las unidades familiares son muy importantes, pero nunca deben de estar por encima de los individuos”, subrayó.

“Lo que sabemos de la violencia de género y de los derechos LGBTI es que son necesarios para proteger a las personas cuyas familias las ponen en riesgo. Tienen derechos y obligaciones en el marco de los derechos humanos, y estos nunca deben utilizarse para privilegiar a la heterosexualidad”, apuntó.

A pesar de sus marcadas diferencias, tanto Jacobs como May expresaron un cauteloso optimismo respecto del enfoque del actual secretario general António Guterres, un hombre que a lo largo de su vida política y diplomática mantuvo un equilibrio entre sus ideas socialistas y sus creencias católicas.

“Esperamos que tenga la misma interpretación de las leyes de derechos humanos y de los valores culturales tradicionales que Ban Ki-moon”, señaló May. “Nos sentimos motivados por sus declaraciones”, apuntó.

“Aun cuando su partido se le puso en contra sobre el aborto, Guterres se mantuvo fiel a su fe y a sus valores. No temió hablar sobre la santidad de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte, así que son tiempos emocionantes”, analizó.

  1. Traducido por Verónica Firme
  2. LGBTI: la ONU defenderá sus derechos
  3. Publicado inicialmente en IPS Noticias
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