Fue una referencia en la educación en la primera mitad del siglo XX
Narciso Eladio Lorenzo Luzuriaga Medina nació en Valdepeñas en 1889 y murió en el exilio en Buenos Aires en 1959. Fue toda una referencia en la Educación en la primera mitad del siglo XX, primero en España y después en Argentina, llegando a desarrollar una labor como pedagogo muy interesante «incluso también como editor», como recuerda el historiador Isidro Sánchez, colaborador honorífico del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha. «Él estuvo en la creación de la editorial Losada, cuyos libros venían de Argentina y se compraban en España cuando había toda una serie de libros prohibidos durante el franquismo», añadía Sánchez explicando que «realizó una labor muy importante. Militó en el PSOE y escribió toda una serie de obras hablando de una escuela única, unificada, pública y laica. Un concepto que es el que va a intentar desarrollar durante la República». Los títulos de sus obras hablaban del credo que él tenía: ‘La Escuela Unificada’, ‘La Educación Nueva’, ‘La Nueva Escuela’ o ‘Historia de la Educación Pública’.
En reconocimiento a la labor desarrollada, la Diputación de Ciudad Real organizó unas jornadas dedicadas a su figura, que contaron con la presencia de uno de sus máximos biógrafos, Herminio Barreiro, llegándose a publicar un libro con las actas del Congreso en 1986.
Para la Escuela de Magisterio de Ciudad Real (hoy Facultad de Educación), se pensó en Lorenzo Luzuriaga para ponerle nombre. En la inauguración estuvo presente su hija que vino desde Argentina para agradecer el gesto. También el Centro Asociado de la UNED en Valdepeñas lleva su nombre.
«Siempre se tiende a pensar que sólo otros territorios tienen a personajes relevantes y esto pasa porque los de fuera reconocen los hitos importantes de su tierra», reflexiona Esther Almarcha, directora del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha que insiste en que «no somos consciente de lo que han supuesto para la historia nuestros personajes».
«El perfil de Lorenzo Luzuriaga fue importantísimo en su momento y representó un camino que ahora volvemos a transitar. Hoy, en el siglo XXI estamos reclamando una escuela con los mismos planteamientos que él defendía en los años 20», añadía Almarcha que lamenta que un personaje de tal relevancia no haya llegado a aparecer en los libros de texto.
Pedagogo y político de la educación
Según la biografía escrita para la Real Academia de la Historia por el profesor Julio Ruiz Berrio Luzuriaga «fue uno de los principales renovadores de la educación en España durante la primera mitad del siglo xx. Cursó estudios en la Escuela Superior de Magisterio y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, y los amplió en las Universidades de Jena y Berlín. Inspector de Enseñanza Primaria, trabajó en el Museo Pedagógico Nacional bajo la dirección de Manuel Bartolomé Cossío, llevando a cabo una intensa actividad en la investigación y en la difusión pedagógicas en Europa y en América. Desde 1933 fue profesor de Organización de la Enseñanza y Política Pedagógica en la Universidad de Madrid. Intelectual comprometido, participó ampliamente en la lucha por la modernización de la escuela, redactó la ponencia que la Escuela Nueva presentó al XI Congreso del Partido Socialista Obrero Español, y llegó a ocupar puestos importantes en varios organismos oficiales durante la Segunda República Española.
Con motivo de la Guerra Civil Española, tuvo que exiliarse y comenzó la segunda parte de su vida, privada y pública, en Argentina. Primero fue nombrado profesor de la Universidad de Tucumán (1939) y más adelante ganó por concurso la cátedra de la Historia de Educación y de la Pedagogía de la Universidad de Buenos Aires (1956). Simultaneó esos puestos con docencia temporal en otros países vecinos, como Venezuela, Ecuador y Perú; a la vez que con importante promociones culturales, como la fundación de la editorial Losada en Buenos Aires (en la que dirigió su famosa “Biblioteca Pedagógica”), o la cofundación de la revista de ideas Realidades, que dio a conocer a escritores como Julio Cortázar, por ejemplo.
Luzuriaga, típico representante de la generación española de 1914, liderada por Ortega y Gasset, que lo orientó filosóficamente, estuvo influenciado en sus ideales pedagógicos por Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza, por un lado; y por Natorp, Kerschensteiner y Dewey, por otro. De ahí que se pueda caracterizar su ideario pedagógico como el de la formación, en libertad, de un hombre libre e íntegro . Y para lograr que ese ideal pudiera ser alcanzado por todos los seres humanos, sin distinción alguna, propuso y defendió vigorosamente que hubiese una escuela activa y pública, neutral y unificada, como ha dicho Herminio Barreiro, su mejor biógrafo. Sus publicaciones giraron en torno a esas metas y fueron muy numerosas, sobre todo a nivel de artículos, que superaron los dos centenares y que fueron apareciendo en revistas científicas y en periódicos muy acreditados. Entre sus libros más importantes merece la pena recordar El analfabetismo en España (Madrid, 1919), La escuela unificada (Madrid, 1927), La Educación Nueva (Madrid, 1927), La nueva escuela pública (Madrid, 1931), Historia de la educación pública (Buenos Aires, 1949), Pedagogía (Buenos Aires, 1950), Pedagogía social y política (Buenos Aires, 1954), etc., a los que habría que añadir otros muchos de carácter comparativo.
Por otra parte, hay que resaltar que su mayor éxito como publicista fue la edición durante quince años de la Revista de Pedagogía (en Madrid, y un año más en Tucumán), en la que escribieron los pedagogos y educadores de mayor renombre internacional de la época. Además, esta revista, en su calidad de editorial, ofreció a los maestros y profesores españoles varias decenas de libros —a través de diez colecciones—, que constituyeron un magnífico frente de renovación de la enseñanza, unos auténticos húsares de la modernización educativa en España.