Asóciate
Participa

¿Quieres participar?

Estas son algunas maneras para colaborar con el movimiento laicista:

  1. Difundiendo nuestras campañas.
  2. Asociándote a Europa Laica.
  3. Compartiendo contenido relevante.
  4. Formando parte de la red de observadores.
  5. Colaborando económicamente.

Liberalismo, laicismo e interculturalidad

Diálogo entre Carlos Cantero y Rodrigo Silva Alfaro[1]

Introducción.

La diversidad y el pluralismo son elementos fundamentales en el proceso de adaptabilidad a la sociedad digital que emerge.  Los procesos socioculturales derivados de la globalización; de las nuevas tecnologías de comunicación digital y en redes; y, los procesos reivindicativos de grupos dentro de una comunidad aparentemente unitaria y homogénea: pueblos originarios, migrantes, minorías sexuales, diversas opciones religiosas, la laicidad, entre otras, nos presentan una realidad nueva de convivencia en ambientes pluriculturales: en la calle, el trabajo, en el ambiente educativo.

Se trata entonces de un tema de culturalidad en nuestra convivencia, del cambio y adaptabilidad cultural a la nueva época. Esto constituye un nuevo desafío para nuestra sociedad, que arrastra sus deudas históricas. El asunto tiene particular relevancia cuando se considera el rol de los servicios públicos y espacialmente para los ambientes educativos, que deben desarrollar sus actividades en ámbitos culturales muy diversos, sin recibir la capacitación ni los marcos conceptuales que les permitan desenvolverse con éxito en estos contextos complejos.

Enfoque Cultural.

En este entorno resulta fundamental conocer las implicancias del nuevo paradigma social caracterizado por un nuevo valor de la diversidad, lo que exige paralelamente revalorar el concepto y aplicación del pluralismo, en las nuevas dimensiones que surgen de las distinciones entre pluricultural, multicultural e intercultural, para un mejor tratamiento de las circunstancias sociales a que se ven enfrentados los funcionarios, en particular, y los ciudadanos, en general.   Tema que además pone a prueba a las instituciones y su institucionalidad en el contexto de las nuevas legislaciones que cobran vigencia en el contexto global.

Es evidente la tensión entre homogeneidad y heterogeneidad; entre lo semejante y lo diverso; entre lo propio y lo ajeno.  En este contexto (García, 2004) define cultura como un conjunto de elementos simbólicos o materiales que caracterizan individual y socialmente a una persona o grupo, que incluye historia, educación, ambiente sociocultural, que garantiza la integración de las diferentes esferas de la vida económica, social y religiosa de los individuos. Tiene referencia a una identidad social, cultural, individual y colectiva, entendida como un proceso auto constitutivo permanente.  Supera el determinismo del ser, en la lengua española, y se entiende como un proceso de enacción (Varela), o deconstrucción (Derrida), lo que se entiende como la dinámica del fenómeno de estar siendo, un proceso auto constitutivo de construcción permanente.

Enfoque filosófico: Liberalismo, Diversidad y Pluralismo.-

El liberalismo se expresa de muchas formas: desde la economía y el libre mercado, como los seguidores de Milton Friedman, que en el extremo promueven que los mercados operen sin intervención alguna, el viejo laissez faire. También hay liberales desde la creación y el emprendimiento como Ayn Rand, cuya cosmovisión antropológica y ética concibe al hombre como un creador (utilitario o no) y se distingue cierto valor humano en hacerlo, adoptando el principio de dejar crear en las más diversas direcciones. Los defensores de la propiedad privada y que fundan sus creencias en la legitimidad del derecho de propiedad como Nozick o Locke, son también considerados habitualmente liberales.  Kant es considerado liberal ya que defiende la voluntad individual y rechaza todo paternalismo, los considera ofensivos para la dignidad personal. John Rawls es un liberal desde la justicia, su esfuerzo es encontrar un método racional para alcanzar una sociedad más justa que no se funde en principios arbitrarios y/o metafísicos. Sería algo así como el liberal de la imparcialidad en un esquema de justicia fundado en la razón y lejos de la arbitrariedad.

El liberalismo de Isaiah Berlin lo es desde el pluralismo, defiende el derecho a tener valores propios y poder seguirlos libremente, lo que aplica para la persona como para las culturas; implica el derecho a tener, mostrar o visibilizar los valores propios. Aspira a que ellos sean protegidos por la sociedad, aún cuando no sean los valores dominantes de una época determinada. El fundamento ético de dicha protección radica en el sólo hecho de ser valores o incluso de no ser antivalores. Defiende el respeto a las intencionalidades más diversas, a la voluntad humana en general, sea ésta guiada por la razón o por las emociones. Ello responde a la idea que nuestras mentes se pueden dirigir y entender los objetivos y fines de la sociedad, incluso de manera conflictiva.  En este sentido, considera que no habría tal cosa como una única manera correcta de vivir o perseguir los fines humanos, ninguna que pueda ser privilegiada respecto de las otras. Ser liberal, para algunos, sería serlo en todos los respectos anteriores, otros pensarán que el pluralismo debe estar en la base de todo liberalismo, que sería algo así como la condición de posibilidad de ser liberal.

Entonces, el pluralismo es algo así como un relativismo con los límites valóricos que surgen de la razón, pero, además deja lugar a valores que pueden parecernos irracionales.  Expandir nuestra libertad implica negar ciertas legalidades incrustadas en nuestras creencias y verdades más íntimas. Decir que no a nuestras propias legalidades, o al menos, pensar que no necesariamente algo es lo que estamos convencidos que es. Se trata en último término de dejar espacio para la sorpresa. Obviamente negar legalidades nos hace más libres, permitirnos decir ese “no” a nuestras propias reglas es un momento liberador. Claramente, es más libre el que niega toda legalidad, sin embargo, eso no nos convierte en más liberales, sino en anarquista. Este es un asunto problemático y a para muchos el camino de respetar la libertad despierta temores o angustia. Esto revela que el asunto del pluralismo es complejo.

Hablar de liberalismo y diversidad para muchos liberales es hablar de lo mismo. Ser liberal es dejar ser, significa abstenerse de intervenir. El principio del Laissez faire para algunos aplica exclusivamente a lo económico, pero, para un liberal integral es también cultural y valórico. Si usted deja ser, no pretende moldear a los demás de acuerdo a su cultura, avanza en el camino de la diversidad. El liberalismo amistoso, fundado en el pluralismo, se construye sobre el principio de la proliferación, que consiste en dejar la creatividad y las culturas mostrarse y sorprendernos.

La diversidad cultural para que funcione debe fundarse en el respeto a valores e historias que no sean las propias. ¿Tiene eso límites? Claro que sí. ¿Cuáles? Los que una sociedad democrática esté dispuesta a establecer. Un liberal querrá los mínimos límites a la diversidad. Su convicción es que la diversidad es positiva.

¿Y la diversidad, el pluralismo, la integración socioeconómica y cultural? Este nuevo debate enfocado desde el paternalismo de pensar que son los sectores más acomodados los que ayudan a los pobres; o los inteligentes del sistema educativo dominante a los menos dotados en el paradigma científico en que se basa nuestra educación, presupone algo absurdo. ¿No es valioso el contacto con otras culturas, otros mundos? ¿No tiene el inteligente -que reconoce nuestra cultura (en números y lenguaje)- nada que aprender de aquellos que han desarrollado otras inteligencias (artística, emocional, corporal) o habilidades para la vida? El paternalismo no es un rasgo liberal. Kant decía que no había nada peor que ser paternalista, significaba menospreciar al otro.

Nuestra cultura necesita valorar la diversidad. En buena hora, eso hizo a Europa lo que hoy es, J. S. Mill lo dijo en su libro Sobre la libertad, escrito hace 170 años, EEUU siguió ese ejemplo. La integración de la diversidad trae el progreso, ¿Qué duda cabe?

¡Vamos a lo esencial: Pluriculturalidad, Multiculturalidad e Interculturalidad!

Este tema central en nuestros días es constitutivo entre el cambio de época y el cambio cultural, proceso que se auto sustenta, genera y replica.  En este caso, lo semántico tiene importancia capital y está en directa vinculación con lo que señalan los prefijos que se utilizan, lo que define la acepción.  Los prefijos pluri – multi e inter.

Pluriculturalidad: El elemento prefijal (prefijo) «pluri», es de origen latino y hace referencia a plural, a varios o muchos.  Al anteponerlo a cultura, hace referencia a la pluralidad cultural, a varias o muchas culturas en un entorno específico.  Es decir, la acepción refiere a la presencia simultánea de más de una cultura en un espacio territorial, con las propias culturas, cosmovisiones, creencias, ideologías, estructuras organizacionales y de interacción.

Es un cambio radical entre una sociedad que se reconoce mono cultural y cuyo valor principal será la homogeneidad, de aquella otra cuyo valor central es la diversidad, el respeto a las diferencias, entendidas no como un problema sino como una oportunidad, no como una debilidad sino como una fortaleza.

En la emergente sociedad digital el nuevo valor de la diversidad constituye la característica fundamental del nuevo paradigma social, lo que exige adecuaciones en torno a nuevas formas de pluralismo, entre otros el cultural, lo que constituye la caracterización esencial de su vocación democrática, el respeto a los derechos fundamentales de las personas, el ordenamiento jurídico y el estado de derecho que regula la convivencia social, en el reconocimiento del otro, de su legitimidad e igualdad de oportunidades.

Multiculturalidad: Luego, el prefijo multi – del latín multus, ‘mucho’, que se corresponde con el griego poli-. refiere a pluralidad, de carácter atributivo, es decir, define la presencia de cierta cantidad de algo en un espacio determinado, en un sentido estático, que se limitan a una pasividad en la coexistencia, pero que no conviven, ni se reconocen, ni validan como legítimo otro.  Es algo muy parecido a la segregación, a la negación de su presencia o existencia.  En otros casos, esto se expresa con actitudes paternalistas, casi de reconocimiento de minusvalía hacia ciertas minorías sociales o culturales. La multiculturalidad se manifiesta sólo cuando existe presencia de personas o grupos de diversos orígenes culturales. Se limita al reconocimiento de la diferencia, pero no considera la intervención ni interacción social en plano de igualdad legítima.

El origen de este concepto se encuentra en Canadá, en su intento en 1988 de establecer políticas públicas de respeto a la diversidad cultural y a los inmigrantes, ocasión en que dicto el «Act for the Preservation and Enhancement of Multiculturalismo in Canada», en la que reconocía la presencia simultánea de diversos grupos culturales en un territorio, que se respetan, pero, no generan situaciones de unidad afectiva, de reconocimiento y convivencia social y cultural.  En resumen, una unidad temporal y espacial, pero sin unidad social.

Interculturalidad:  El prefijo «inter» tiene su origen en el latin, que significa «dentro de», «en medio de», o «entre», significa entonces «entre culturas», «en medio de culturas» que habitan un mismo espacio con simultaneidad temporal.  Refiere a una condición activa de interacción, de reconocimiento, entendimiento y reconstrucción cultural conjunta, de enacción o deconstrucción, en medio de la diversidad cultural en la sociedad referida.

La interculturalidad implica contacto social y reconocimiento de legitimidad en el otro, lo que se sustenta en la interacción cultural, en el respeto «entre» culturas. En el reconocimiento de la diversidad cultural, de sus coincidencias y diferencias, para contrastar y aprender mutuamente, reconocerse como legítimo otro para saber donde están las diferencias y trabajar en su superación, entendido como un desafío u oportunidad y no como un problema.

El reconocimiento, la validación y legitimidad del otro, como alguien distinto, pero legítimo, es la base para el respeto, reconocimiento, la aceptación y el encuentro en la convivencia fecunda. Incorpora la crítica y la reflexión, un punto de vista más relativo sobre el mundo.  En este enfoque las propuestas tienen un carácter social, hacen especial hincapié en las similitudes entre culturas y no sólo en las diferencias. Rechaza la jerarquización o descalificación de las culturas, enfatizando las similitudes y diferencias con un enfoque de legitimidad e igualdad. Entiende la diversidad  como algo enriquecedor, no como un problema.

La interculturalidad va más allá de la multiculturalidad, haciendo a las personas más críticos, entendiendo la globalización como la oportunidad para establecer una relación sólida entre iguales.  La interculturalidad promueve la superación de las expresiones de racismo y segregación social y cultural, entendiéndolas como un problema social al que intenta ponerle remedio con acciones en el espacio público.

Conclusión.

Es evidente que todo este asunto del pluralismo y el reconocimiento son propios de una sociedad donde los valores se reconocen y respetan. El reconocimiento puede entenderse de muchas maneras: puede ser reconocer a alguien que no veíamos hace tiempo; se puede entender como reconocer el esfuerzo de alguien (valorarlo); pero, como bien nos recuerda Paul Ricoeur, en la lengua francesa reconocer puede ser agradecer.

Desde esa perspectiva, reconocer significa agradecer que seas lo que eres. ¿Debemos agradecer al distinto? ¿Por el sólo hecho de ser distinto? o ¿Pensar distinto? Estamos acostumbrados a querer exterminar al que obstaculiza nuestro camino, el enfoque inmunológico que busca debilitar o eliminar la otredad. Algunos, querámoslo o no, permanecen anclados en la nefasta cultura de la guerra fría y la competencia por la competencia.  En el reconocer se expresa la voluntad de la mismicidad -contraria a la otredad- en la que se juega también la justicia.

Teorías del reconocimiento como las de Charles Taylor, Nancy Fraser o Axel Honneth se levantan hoy como teorías de justicia que abordan eso que las teorías mercantilistas y redistributivas no pueden hacer. Todas las minorías que hemos mencionado, sexuales, pueblos originarios, o cualquier otra, reclaman un reconocimiento que es distinto, quizás anterior, al reclamo por la justicia distributiva. Las mujeres que luchan por sus derechos y paridad no son de una determinada clase social o nivel socio económico. El grito reivindicatorio de todas estas minorías no se decodifica con los entendimientos del siglo XX.  El pluralista entiende eso y lo pone en su lugar, respetar es reconocer valores y agradecer la diferencia como un elemento que enriquece y potencia.

Bibliografía.

Garcia, Alfonso (2004)  La construcción sociocultural del racismo. Análisis y perspectivas.  Madrid: Dykinson.

Cantero, Carlos (2017) Sociedad Digital. Razón y Emoción. Editorial Universidad Oberta de Cataluña, Barcelona.

Bernabé, María del Mar (2012). Pluriculturalidad, multiculturalidad e interculturalidad, conocimiento necesario para la labor docente. Revista Educativa Hekademos,  11, Año V, junio 2012.

Varela, Francisco (2006) Conocer.  Las ciencias cognitivas: Tendencias y Perspectivas. Cartografía de las ideas actuales.  Editorial Gedisa. Barcelona, España.

Derrida, Jacques (1989)  La desconstrucción en las fronteras de la filosofía. La retirada de la metáfora, Ed. Paidós, Barcelona, España.

Berlin, Isaiah (2017). Sobre la Libertad. Alianza Editorial

Ricoeur, Paul (2013).  Caminos de Reconocimiento.  Tres Estudios.  Editorial Fondo de Cultura Económica. Mexico.

Fraser, Nancy y Honneth Axel (2006 )  ¿Redistribución o Reconocimiento ?   Editorial Morata.  Madrid España.

Taylor, Charles (2006 ). La Libertad de los Modernos.  Amorrortu Editores.  Buenos Aires, Argentina.

[1]Encargado el tema por la revista, este texto surge del diálogo fecundo entre:

Carlos Cantero Ojeda. Geógrafo, Master y Doctor en Sociología. Académico, conferencista y pensador laico chileno, estudia la Sociedad  Digital y la Gestión del Conocimiento.  Fue Alcalde, Diputado, Senador y Vicepresidente del Senado de Chile.

Rodrigo Silva Alfaro, Ingeniero Civil Industrial / U de Chile; MBA / U. Tulane, (New Orleans-USA); Egresado Licenciatura en Filosofía / PUC. Se ha dedicado a promover una cultura y filosofía del emprendimiento, es autor de libros en el tema.

________________

*Los artículos de opinión expresan la de su autor, sin que la publicación suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan todo lo expresado en el mismo. Europa Laica expresa sus opiniones a través de sus comunicados.

Total
0
Shares
Artículos relacionados
Total
0
Share