Cuando los que defendemos un estado laico “pateamos” la calle en las diferentes campañas programadas a lo largo del año; constatamos que es un asunto que a nadie deja indiferente. Un buen número de gente se polariza con posiciones que tienen en común su sectarismo y su lejanía con lo que realmente defiende el laicismo, que no es otra cosa que: Convivencia e igualdad.
Desde mi punto de vista la historia de nuestro país, más allá de algunos breves episodios, se ha alejado de formar personas con conciencia ciudadana y en su lugar ha creado una conciencia social “futbolera” de lo blanco o negro, del rival, del estar conmigo o contra mí; nada reflexiva ni razonada por convicción propia si no de fascismo auto-infligido de lo que los “voceros” de turno manden pensar. Así entre palabras malsonantes y gestos violentos, mientras hago pedagogía del laicismo, se confunden términos e ideas que dejan a las claras nuestro bajo nivel cultural y democrático.
Es habitual que, por ejemplo, en una recogida de firmas donde pedimos que el estado sea laico, escuchemos frases del tipo:
- “ No tenéis vergüenza. ¿Qué os molesta la Iglesia? ”
- ¡¿Dónde hay que firmar?! ¡Muy bien, a la Iglesia ni un duro!
Sólo una minoría de ciudadanos y ciudadanas tienen un conocimiento claro de lo que es el laicismo y lo que representa un estado laico. Gente que por lo general ha vivido en países como nuestra vecina Francia y/o con mente abierta.
Aparte de reflexionar sobre mis experiencias; me gustaría aprovechar estas líneas que me ofrece EQUO Asturias para clarificar conceptos, en forma de interrogantes, que nos ayude a adentrarnos en el mundo del laicismo desde una perspectiva constructiva y enriquecedora.
¿Qué es el laicismo?
El laicismo es el establecimiento por parte de una sociedad de las condiciones jurídicas, políticas y sociales idóneas para el desarrollo de la libertad de conciencia. El laicismo defiende el pluralismo ideológico, base de los Derechos Humanos. La protección de ese pluralismo por parte del Estado es la base de un estado laico. El modelo laico distingue entre la esfera de lo público y la esfera de lo privado, permitiendo la doble emancipación del individuo y del Estado. Considera la práctica religiosa perteneciente a la esfera personal de la libertad de conciencia del individuo y dota al estado de protección frente a toda interferencia de instituciones religiosas que impliquen ventajas o privilegios.
Podrían definirse , según los estudios, tres principios fundamentales en el laicismo:
- Para el laicismo la conciencia es naturalmente libre para adherirse a cualquier opción espiritual ya sea creyente, agnóstica o atea ; o para cambiar de opción cuando quiera.
- La neutralidad del Estado laico exige que ninguna opción espiritual sea discriminada ni positiva ni negativamente.
- La única razón del Estado laico es la búsqueda del bien común en materia de conciencia y convivencia.
¿Es el laicismo antirreligioso?
Si leyendo lo anterior, se ha reflexionado sobre lo escrito, la contestación es clara: El laicismo no es antirreligioso pues ello iría en contra del principio de libertad de conciencia. Partiendo de que la práctica religiosa en un hecho personal es totalmente compatible que una persona a nivel social defienda el estado laico y a nivel personal practique la espiritualidad como bien lo decida: desde su religiosidad, agnosticismo o ateísmo.
¿España es un Estado laico?
Aunque la Constitución de 1978 en su artículo 16.3 afirme que en España “ninguna confesión tendrá carácter estatal” lo hace con la boca pequeña ya que a continuación de afirmar eso legitima las relaciones de cooperación a nivel religioso añadiendo que “Los poderes públicos …mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”.
A esto hay que sumar que sigue el Concordato de 1953 que Franco firmara con la Santa Sede y que fue ratificado en muchos de sus puntos a través de los acuerdos del 3 de enero de 1979. Este Concordato permite a la Iglesia Católica vivir en un paraíso fiscal sin estar obligada a declarar sus bienes ni sus ingresos, ni a pagar los impuestos correspondientes como el IBI.
También entre otros privilegios permite que en los centros educativos públicos siga habiendo personas que impartan religión como doctrina designadas por los obispados, además de otras religiones, con un régimen legal asimilado al de otros funcionarios profesores de carrera y que han pasado por sus correspondientes oposiciones.
A pesar de lo difícil y dificultoso que es “predicar” el laicismo como garantía de un Estado verdaderamente democrático lo seguiré haciendo esperanzado con que otros aires de cultura y civismo alcancen a las generaciones futuras. No sé si algún día España será laica por convicción y no por despecho pero hasta ese momento nos seguiremos viendo en las calles.