Nos encontramos en un momento crucial: es preciso que los socialistas impulsemos con rotundidad y convicción los valores que siempre han formado parte del carácter y la esencia de nuestro partido. La ciudadanía reclama, con legitimidad, coherencia y responsabilidad a los partidos políticos. Por este motivo, es de vital importancia el compromiso realizado por el PSOE en los últimos congresos a favor del laicismo como valor histórico del socialismo.
Este laicismo, que algunos sectores retrógrados pretenden llamar anticlericalismo, es en realidad todo lo contrario: una exaltación a la libertad -religiosa, de conciencia…- y el respeto al culto que a nivel personal quiera realizar un ciudadano.
Por ello, es preciso poner fin a los acuerdos con la Santa Sede, porque, si no se hiciera, estaríamos otorgando privilegios a una religión -que predica precisamente todo lo contrario- frente a otras confesiones también presentes en nuestro país y fuertemente arraigadas como lo está el catolicismo.
Impulsar la libertad (de culto o no) personal y alejarla de la vida institucional permitirá dotar de coherencia y legitimidad no sólo al Estado y las administraciones – que conseguirán ser mejor ejemplo de ecuanimidad e igualdad al dejar de regirse por una obligada colaboración con una entidad religiosa- sino también a la Iglesia que se autofinanciaría con sus medios y fieles.
De este modo, apostando por la necesaria independencia de los órganos que rigen la vida política y administrativa de los ciudadanos, apostaremos por la verdadera libertad del ser humano, que elige libremente ser ateo, agnóstico o creyente.
Natalia de Andrés del Pozo
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