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La secularización del Estado y de la sociedad

En el siglo XVIII, Carlos III inició el proceso de secularización del imperio español. Consumada la Independencia de México, los liberales culminarían el proceso secularizador, al instaurar por vez primera en el continente americano la independencia del Estado en relación con la Iglesia; sólo Haití lo había hecho antes.

A mediados del siglo XIX, los liberales mexicanos lograron hacer la primera Constitución que superó la intolerancia religiosa, en 1857. Pero la Iglesia condenó la Constitución, excomulgó a quien la jurara y patrocinó el levantamiento armado. Esto llevó al gobierno constitucional a pasar de la secularización de los bienes del clero a su nacionalización. Se desencadenó la guerra civil de tres años y, en la parte más cruenta de la misma, se suprimieron las corporaciones eclesiásticas de acuerdo con el principio de que la libertad es irrenunciable.

El 7 de julio, hace 150 años, desde Veracruz, el gobierno constitucional decretó la legislación que consumó la Reforma liberal, suprimió el viejo régimen de Estado confesional y estableció un Estado laico, con la separación de los asuntos políticos de los religiosos; desapareció el estado estamental corporativo y surgió una sociedad civil. El Estado asumió plenamente su soberanía, se crearon el matrimonio como institución jurídica y el registro civil, se secularizaron los cementerios y los hospitales.

La culminación del proceso de secularización del Estado y de la sociedad se dio al dictarse la libertad de creencias, en diciembre de 1860; se hizo explícito este derecho que había quedado implícito en la Constitución de 1857. Esta ley, redactada por Juan Antonio de la Fuente, significó una verdadera revolución cultural, la más trascendente del siglo.

No podemos celebrar el aniversario número 150 de las Leyes de Reforma sin recordar las razones de Benito Juárez para fundamentar el Estado laico: Los gobiernos civiles no deben tener religión, porque siendo su deber proteger imparcialmente la libertad que los gobernados tienen de seguir y practicar la religión que gusten adoptar, no llenarían fielmente este deber si fueran sectarios de alguna.

Diferentes fuentes católicas en diversas etapas de la historia han coincidido con Juárez. Durante la Intervención francesa, el abate Testory se enfrentó al ultramontano clero mexicano, que se resistía a perder el poder político, y le señaló que cuando la Iglesia se convierte en fortaleza, como fortaleza es tratada y tomada. El teólogo francés Ives Congar, en su obra Sacerdocio y laicado, consideró que el clericalismo, entendido como la utilización de la calidad sacerdotal para hacer política, es contrario a la doctrina cristiana. En el mismo sentido, el jesuita Jesús González Casillas, en su Historia de la Iglesia en México, considera que la separación entre la Iglesia y el Estado es benéfica para la Iglesia, porque cuando ambas instituciones van juntas, caen juntas.

El mayor legado de la Reforma liberal fue la creación del Estado laico. En la historia nada es para siempre: así como la Independencia y la justicia social son una lucha permanente, hay que preservar el legado de la generación más brillante que ha tenido México en su historia. Sin laicismo no hay democracia. Por eso hay que reformar la Constitución para hacer explícito que México es un Estado laico, y también modificar el concepto decimonónico de libertad de cultos por el concepto del siglo XX de libertad de conciencia.

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