En 1976, Richard Dawkins publicó su primer libro y quizás el más revolucionario de su obra: ‘El gen egoísta’, que le dio un mayor alcance a la teoría de Darwin. Foto:Janerik Henriksson / AFP
“Soy un amante de la verdad”, suelta Richard Dawkins, el biólogo evolutivo más reconocido de la actualidad y uno de los divulgadores científicos más vehementes y respetados de los últimos tiempos.
Lo dice durante la entrevista exclusiva que le dio a EL TIEMPO con motivo de su visita a Colombia el próximo mes de diciembre, en la que participará en tres conversatorios con el sacerdote jesuita Gerardo Remolina, con motivo de los 80 años de la Facultad de Teología de la Universidad Javeriana. Ambos debatirán sobre la existencia de Dios en Bogotá, Medellín y Cartagena.
Y como para que exista una verdad, deben existir también una o varias mentiras; para Dawkins son todas las creencias religiosas. De ahí lo importante de su encuentro con el padre Remolina, que significará la primera vez que la Iglesia católica dispone de un espacio de discusión abierto con quien es considerado uno de los referentes más importantes del ateísmo en el mundo, y quien no ha dudado en calificar al creacionismo como una “falsedad estupidizadora”.
Nacido en Kenia en 1941 –cuando este país africano aún era una colonia británica–, el pequeño Dawkins se empezó a sumergir en el mundo de la naturaleza gracias a las enseñanzas de sus padres y abuelos. En 1949 regresó junto con su familia a Londres y 10 años más tarde empezó a estudiar zoología en Balliol College, de la Universidad de Oxford, alma máter en la que también obtuvo su maestría y doctorado en zoología, en 1966.
En 1976 publicó su primer y, quizás, más revolucionario libro: ‘El gen egoísta’, obra que le dio un mayor alcance a la teoría de Darwin sobre la evolución de las especies por selección natural, gracias a la hipótesis de que son los genes, y no los individuos o los grupos de estos, los que determinan qué especies son las que deben sobrevivir. En el libro, Dawkins emplea por primera vez el término meme.
Más adelante escribió ‘El relojero ciego’, en el que fortalece sus posturas evolucionistas y refuerza su visión anticreacionista, atacando decididamente la tesis del ‘diseño inteligente’, que sostiene que la complejidad del universo solo puede ser explicada a partir de la existencia de un ser superior. Posteriormente publicó ‘El espejismo de Dios’, un escrito a manera de ensayo con el que afianzó su imagen de faro del ateísmo, que él mismo defiende como militante y que consiste en debatir abiertamente, y en cualquier escenario, con religiosos, pseudocientíficos y líderes espirituales.
Dawkins, hoy a sus 76 años, cuenta que aunque sus padres no eran religiosos, sí recibió este tipo de formación en el colegio. Pero a los 9 años su visión sobre la fe empezó a cambiar.
En numerosas ocasiones usted ha negado que ‘El gen egoísta’ sirva para justificar comportamientos egoístas en ámbitos sociales, políticos, económicos y culturales. ¿Las personas todavía siguen creyendo esto?
Sí, es un error fácil de cometer si se lee el libro solo por el título. ‘El gen egoísta’ no significa el individuo egoísta o la sociedad egoísta; tiene un significado muy especial con respecto a la selección natural y la evolución. De hecho, los genes egoístas dan origen a individuos altruistas. Ese es uno de los puntos principales del libro: que explica el altruismo.
Usted asegura que el cerebro humano es lo suficientemente grande como para rebelarse ante algunos determinismos darwinianos. ¿A qué se refiere?
Si se piensa bien, la anticoncepción, por ejemplo, es una práctica antidarwiniana. Tenemos cerebros lo suficientemente grandes como para superar nuestros impulsos darwinianos y disfrutar el sexo sin que este implique reproducción. En el mismo sentido, podemos hacer toda clase de cosas que van en contra de lo que en ‘El gen egoísta’ llamo deseable. La anticoncepción es un ejemplo extremo; pero todo el tiempo, cuando dedicamos nuestro tiempo a escribir libros, a viajar, a divertirnos haciendo cosas que no son directamente conducentes a nuestra reproducción, nuestros cerebros nos están llevando a rebelarnos en contra de nuestra herencia darwiniana.
La teoría de la evolución de Darwin tenía un vacío que usted llenó con sus planteamientos, ¿cuál es el siguiente paso en la teoría de la evolución?
Un importante siguiente paso es el origen de la vida. La teoría de Darwin, tal cual la conocemos, funciona muy bien una vez que se tiene el ADN y cuando contamos con un gen que se replica con gran precisión y fidelidad. Pero el origen de la vida, sus comienzos, antes de que el ADN surgiera, es una gran pregunta, un gran acertijo. Y es quizás el siguiente problema que la teoría darwiniana necesita resolver.
¿Qué tan cerca estamos de resolver esa pregunta?
No lo sé y, quizás, nunca lo sabremos con seguridad porque es algo que pasó hace mucho tiempo, bajo condiciones muy distintas. Probablemente, lo mejor a lo que podemos aspirar es a tener una teoría que sea plausible y muy simple. Tiene que ser así, pero no hemos llegado a eso aún.
Hablemos del tema de su visita a Colombia, que será la religión. ¿Podemos pensar que la religión es un resultado de la evolución?
Los cerebros son un resultado de la evolución y la religión es uno de los productos de los cerebros. Sin embargo, la religión no es un producto inevitable de los cerebros, aunque así lo parezca. Sabemos que todas las sociedades alrededor del mundo, a las que los antropólogos han estudiado, tienen algún tipo de religión. Entonces sí parece que las religiones son algo que el cerebro humano está listo para producir. En ese sentido sí es un producto de la evolución, lo cual no quiere decir que su significado sea real.
Su teoría explica el altruismo entre las especies, y algunas religiones predican esta cualidad humana. ¿Existe una relación auténtica entre la aplicación de este término en esos dos contextos tan diferentes?
No estoy seguro de que la religión predique el altruismo. El cristianismo, de seguro, lo hace cuando dice cosas como que hay que comportarse con los demás como a uno le gustaría que los demás se comporten con uno. Pero ese es un principio muy antiguo que uno encuentra en Confucio y en otros sistemas morales y filosóficos y es, en sí mismo, un poco más altruista de lo que podemos explicar en términos darwinianos. Creo que necesitaríamos una versión mucho más sofisticada del darwinismo para explicarlo. Si su pregunta es si usamos la palabra altruismo en el mismo sentido, probablemente y duramente, sí.
¿Cuáles han sido las perores consecuencias que, según usted, las religiones le han traído al mundo?
En el siglo XXI, creo que las peores consecuencias son lo que ocurre en el Medio Oriente bajo la influencia del islam, donde cosas realmente horribles están ocurriendo en el nombre de la religión. Además del escandaloso trato hacia las mujeres que se puede encontrar en las tres fes abrahámicas: el judaísmo, el cristianismo y el islam. Hay una gran cantidad de maldad que se ha hecho en el nombre de la religión. Más profundamente, como científico y educador, supongo que la subversión de la educación científica, a través de la religión, es una maldad a un plazo mayor; más, cuando sabemos tanto y tenemos el potencial de saber mucho más a través de la ciencia.
¿Cuál es su opinión sobre esta nueva era de gurús de la autoayuda y la espiritualidad? ¿Son tan perjudiciales como los líderes religiosos?
En muchos sentidos lo son. Ellos no han causado tanto daño como el islam, pero creo que son bastante perniciosos porque apelan a la irracionalidad y a la falta de evidencia y, además, secuestran el lenguaje científico de formas que encuentro engañosas.
¿Cuál es el mejor argumento para atacar las creencias religiosas?
Pienso que debe ser al contrario, que ellos deben convencernos al resto, porque para creer en algo debe haber alguna evidencia de ello. Las creencias religiosas están en el mismo pedigrí que las hadas o los unicornios rosados. No hay evidencia para creer en ningún tipo de ser sobrenatural.
¿Cómo discutir con personas cuyas certezas están basadas en sus propias convicciones personales, sin ninguna evidencia?
Les diría que en asilos mentales hay quienes están totalmente convencidos de que son Napoleón, y otras con todo tipo de delirios como ese. Lo único distinto sobre la religión es que millones sufren el mismo delirio, y esto no lo hace más cierto.
Usted afirma que es insidioso enseñarles a los niños a ser religiosos, porque se desestimula su pensamiento crítico. ¿Por qué dice que es tan peligroso?
Porque se pierden de mucho. Nuestra comprensión actual del universo es tan maravillosa, que ser un niño en pleno siglo XXI es un gran privilegio; privarlos del aprendizaje científico es muy triste y en ese sentido es insidioso.
¿Deberían todos los ateos ser militantes?
Es curioso cómo la palabra militante es a menudo emparejada con la palabra ateo. Uno no escucha a la gente describirse como católica militante, aunque quizás sí se utilice esta palabra para definir a algunos musulmanes. Si la palabra militante significa violento, entonces por supuesto que no es algo bueno; si significa hablar claro, abiertamente y sin ambigüedades, entonces sí apoyo con vehemencia ser militantes en ese sentido.
¿Este activismo puede llegar a ser tan peligroso como el activismo religioso?
No lo creo, porque el activismo del ateo es racional, y tenemos argumentos basados en la evidencia y la lógica.
¿Podría nombrar algún aspecto positivo de la formación religiosa?
No.
Si los hombres creamos las religiones, ¿podemos también eliminarlas?
Creo que sí, porque es muy claro que muchos individuos se han desprendido de la religión, especialmente las personas más educadas y aquellas que están en posiciones más cómodas, que no viven en entornos pobres o peligrosos. El hecho de que los individuos puedan ser curados de la religión me hace pensar que todo el mundo puede, si las condiciones educativas y socioeconómicas son correctas.
¿Se imagina un mundo sin religiones? ¿Cómo sería?
Creo que es algo a lo que debemos aspirar, porque sería un mundo mucho mejor en el cual vivir. Pero debo hacer énfasis en que la religión no es el único problema: el nacionalismo, como el que vimos en el fascismo de mediados del siglo XX, es una gran maldad de la que también debemos deshacernos.
El papa Francisco vendrá a Colombia en septiembre, y va a ser un evento lleno de honores, ¿Qué opina?
El Papa está en una posición inusual porque, técnicamente hablando, el Vaticano es un Estado y, en ese sentido, el Papa es un jefe de Estado. Es una convención muy rara, porque el Vaticano es una nación muy pequeña, que solo se convirtió en eso bajo la influencia de Musolini. No creo que el Vaticano deba tener el estatus de nación con un asiento en las Naciones Unidas, por ejemplo; pero no me sorprende que el presidente de Colombia reciba al Papa de esa manera. La otra razón es que es la cabeza de un gran séquito de personas en el mundo.
NICOLÁS BUSTAMANTE HERNÁNDEZ
Redactor de EL TIEMPO