Aboga por promover la educación y la inserción laboral para impedir que los jóvenes marroquíes caigan en la radicalización violenta
El director general de Asociación Tetuaní de Iniciativas Socio-Laborales (ATIL), Mohamed Fuad, ha alertado este jueves de que la sociedad marroquí «está muy radicalizada» por su pensamiento religioso y ha asegurado que la «interpretación radical del islam» lleva años introduciéndose en el país norteafricano «como lluvia fina».
«La sociedad marroquí ahora está muy radicalizada en general, por su pensamiento religioso», ha afirmado Fuad, antes de puntualizar que, a pesar de esta radicalización, solo «un porcentaje mínimo» de ciudadanos están «dispuestos a convertirse en soldados de la fe».
El director general de Atil –una organización no gubernamental aliada de Manos Unidas que lleva trabajando desde 1993 para impedir el abandono escolar, la exclusión social y la radicalización de los jóvenes y para promover su inserción laboral– ha asegurado que Marruecos es en la actualidad un país menos tolerante de lo que lo era hace años.
«Marruecos es un país mucho menos tolerante y que avanza hacia más intolerancia. Todavía no estamos en la fase de revertir, todavía estamos en la fase de experimentar», ha explicado Fuad, para después incidir en que la «interpretación radical del islam» lleva años «introduciéndose como lluvia fina» en el país norteafricano.
Fuad ha hecho hincapié en que para impedir la radicalización de los jóvenes hay que impulsar la educación y trabajar contra la exclusión social y por el desarrollo del Estado de derecho en Marruecos. En definitiva, según ha subrayado, hay que «empoderar» a los jóvenes, darle formación educativa para que sepan distinguir y rechazar los mensajes extremista y radicales de las redes sociales que abogan por el uso de la violencia y por la «yihad».
El director general de Atil ha señalado que, según datos del Ministerio del Interior, en el curso académico 2016-2017 un total de 279.177 menores marroquíes han abandonado el sistema educativo, una cifra menor que la de 329.618 registrada el año anterior pero que supone que en el plazo de tres cursos habrá un millón de jóvenes marroquíes que no estudian ni trabajan y que, por tanto, pueden estar expuestos al riesgo de los procesos de radicalización violenta.
EN MARRUECOS EL PENSAMIENTO RELIGIOSO «LO IMPREGNA TODO»
Fuad ha señalado que en Marruecos la religión ha ido paulatinamente ganando peso y presencia y que el fenómeno responde a una dinámica en la que los ciudadanos «cuando pierden la fe en la justicia de los hombres» pasan a creer en «la justicia divina» por la desigualdad que se vive en el país. «El pensamiento religioso ahora lo impregna todo. Todo se intenta explicar con el hecho religioso», ha indicado.
Marruecos, según ha señalado, ha experimentado desde el año 2000, con la aprobación de la reforma educativa, un cambio de sistema en el que el sector público va perdiendo peso y financiación pública y las familias deciden llevar a sus niños a las escuelas privadas aún teniendo que «hipotecarse» porque los colegios públicos consiguen peores resultados.
Tras considerar que la Constitución aprobada en 2012 recoge avances en el reconocimiento de la sociedad civil y en el fomento de programas de animación sociocultural para beneficiar a los jóvenes, Fuad ha advertido de que el país todavía está lejos de convertirse en una democracia. «La transición democrática es un camino interminable», ha asegurado.
Ante la pregunta de si cree que el Gobierno marroquí está haciendo lo suficiente para prevenir la radicalización de los jóvenes, el director general de Atil ha afirmado que el Ejecutivo está realizando «un esfuerzo muy grande» para impedir este fenómeno y ha demostrado que tiene una «voluntad política firme» en este sentido, adoptando acciones como la revisión de manuales escolares y de discursos de imanes para eliminar los contenidos extremistas, incluyendo el cierre de las mezquitas que promuevan la violencia.
Sin embargo, ha dejado claro que el problema que tiene Marruecos es la «desigualdad» y la «injusticia social» y que el Gobierno debería actuar para reducirlas para evitar así que los jóvenes caigan en la radicalización.
Sobre el impacto de los mensajes extremistas e integristas en las redes sociales y en vídeos difundis por Internet, Fuad ha subrayado que la mejor forma de impedir que tengan efecto es «empoderar» a los jóvenes para que sean capaces de distinguir y rechazar esa ideología.