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La nueva primera ministra británica, en sintonía con el Papa Francisco

Theresa May -la hija de un cura anglicano provincial recientemente convertida en la segunda primera ministra del Reino Unido- es una buena aliada del Papa Francisco, como recordó la semana pasadaVincent Nichols, el cardenal arzobispo de Westminster, en una carta abierta a la nueva mandataria.

«Personalmente, estoy encantado con su designación», escribió el purpurado británico en la misiva publicada en la web de la diócesis de Westminster, en la que le asegura a May las oraciones no solo de él personalmente sino de toda la comunidad católica de Inglaterra y Gales.

«Le doy las gracias por su trabajo por las víctimas de la trata de personas, compromiso que incluye su apoyo personal al establecimiento del grupo de Santa Marta, que quedó demostrado con su presencia en su primera reunión en Roma», afirmó Nichols, en una referencia a la cumbre a la que asistió la entonces ministra del Interior y en la cual comisarios de policías de todo el mundo se comprometieron a luchar contra el tráfico de seres humanos. En la opinión del cardenal Nichols, la presencia de May en esta reunión en Roma «es una indicación clara de su determinación de usar su cargo político no solo para el bien de las personas más vulnerables del mundo sino también por su disposición para trabajar con la Iglesia católica incluso al más alto nivel».

Y es que la sintonía de May con las preocupaciones del actual pontífice va más allá de la implicación de ésta en el «grupo de Santa Marta» y en su lucha contra todas las formas de esclavitud moderna. La semana pasada, en su discurso inaugural como primera ministra,prometió hacer del Reino Unido «un país que funcione para todos» -«al servicio de la gente trabajadora normal»- y se dedicó a combatir los prejuicios contra las personas más pobres, la gente de color, las mujeres y los que sufren enfermedades mentales: la misma gente de las «periferias» de las que ha hablado Francisco.

Es más que probable que la actitud de May sea solo retórica, o que se vea abrumada por los múltiples escollos del ‘Brexit’ antes de que implemente cualquier programa de reformas sociales. Pero hasta el momento -y como ha recordado en su carta el cardenal Nichols- la «cordura» que ha demostrado a lo largo de su carrera política, junto con su «determinación, sentido de justicia, integridad personal y amabilidad», han sido particularmente bien acogidos por la Iglesia católica, y también por el papa.

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