En las paupérrimas Jan Yunis y Rafah, ciudades de la Gaza meridional, tienen su caldo de cultivo una decena de organizaciones salafistas, no todas ellas violentas en el cumplimiento de los preceptos islámicos. Salman Ahmed Nasser Aldaya es un respetado doctor en sharia por la Universidad Islámica de Gaza y reputado salafista. En un salón de su vivienda explica que esa ideología está presente en el territorio palestino desde hace décadas, pero que sus seguidores están "muy divididos en Gaza". Lo habitual cuando de organizaciones palestinas se trata.
"Existen", asegura, "al menos ocho asociaciones en la franja. El grupo más numeroso es Jund Ansar Allah, pero entre todos no son más que unos pocos miles". Jaljalat, el Ejército del Islam y el Ejército de la Umma son los más activos.
Nasser Aldaya, que recita constantemente párrafos del Corán para apuntalar su discurso, fue el mediador que intercedió entre el Gobierno de Hamás y el Ejército del Islam para lograr la liberación del corresponsal de la BBC Alan Johnston, secuestrado en marzo y rescatado en julio de 2007. La milicia de Hamás acababa de desmantelar los cuerpos de seguridad del presidente Mahmud Abbas y el Gobierno islamista se apuntaba así un tanto. El clérigo, padre de 11 hijos y firme opositor al empleo de la violencia también contra Israel, asegura que muchos salafistas siguen su ejemplo de utilizar sólo métodos pacíficos. Algunos, no.
Ataques contra negocios
"En estas organizaciones", sostiene el profesor Naji Mohamed Zaid al Bata, "no más de 200 hombres perpetran los atentados contra comercios o cafés. Pero hacen mucho ruido. Son bien conocidos". No es de extrañar en este diminuto territorio férreamente controlado por el movimiento fundamentalista. Zaid está convencido de que Hamás sabrá meterlos en vereda. El Gobierno de Ismail Haniya no va a tolerar el regreso a la inseguridad en las calles de Gaza, tal vez su único logro indiscutible.
Todo lo que huela a civilización occidental produce rechazo a los salafistas, y bastantes de ellos tildan a los líderes de Hamás de "perros infieles". De ahí sus agresiones contra negocios que simbolizan el estilo de vida europeo o estadounidense. Incluso algún iluminado intentó agredir, en diciembre, a Erik Fosse, el médico noruego que se entregó en cuerpo y alma a atender heridos durante la guerra de Gaza el invierno pasado.