El eje temático principal de mi exposición será “la laicidad como cultura y atmósfera” para un sociedad realmente incluyente.
El Presupuesto es el siguiente: Sólo en una cultura laica gobernada por en Estado laico se pueden dar las condiciones para que todos quepan y sean respetados en sus diversidades: Católicos o no católicos, creyentes o no creyentes, indígenas o blancos, mujeres u hombres, etc. Sólo una sociedad laica es la plataforma en la que todos cabemos. Un estado confesional o aliado de un credo siempre será excluyente de otros credos u otras filosofías. La laicidad mira al futuro.
Entrevista realizada por: José Luis Gómez Pérez
Evidentemente en los conflictos religiosos de Chiapas nos encontramos con una realidad multicausal que requiere un análisis de los procesos y de las fuerzas en juego o en conflicto. Evidentemente, lo primero que salta a la vista es la intolerancia y la violencia que siempre, en estos temas, responde a alguna modalidad de fundamentalismo. En el límite del simplismo podríamos llegar a esta consideración: Al principal comerciante del pueblo no le conviene que entren y aumenten los evangélicos porque consumen menos que los católicos, no participan de fiestas populares, no se emborrachan, etc. Por tanto el conflicto tiene un interés económico muy focalizado. Pero hay motivos de mucha más profundidad que tiene que ver con la relación entre los grupos étnicos y el Estado-Nación. En toda América Latina los procesos de independencia los sufrieron todos pero sólo los ganaron los criollos blancos. Los indios, mestizos y los negros murieron en los campos de batalla pero no fueron convocados a los procesos constituyentes que fundaron a las nuevas naciones. Los Padres de la Patria comunicaron a los indios que ya eran parte de un estado moderno y muchos de ellos decretaron, en consecuencia, la libertad de cultos. Pero dentro de esas fronteras resultantes quedaron muchos pueblos y naciones indias que vivían en un comunitarismo que nada tenía que ver con el individualismo de la Revolución Francesa. Un buen día llegó alguien con un nuevo credo en la maleta y lo sembró en la comunidad al amparo de la Constitución. Ya nunca más pudieron trabajar juntos en el tequio o en la minka, ya nunca se vieron juntos en la fiesta patronal…. y la comunidad quedó fragmentada al amparo de la nueva constitución. Cuando hubo violencia, nunca fue fácil diferenciar si se debía a la defensa de su tradición e identidad o a su fundamentalismo religioso, pero yo creo que en casi todos los casos los grupos étnicos saben muchísimo más de su tradición y costumbres inculcadas de las cuales solo una parte es su religión. En torno a este tema tenemos un problema pendiente: El paradigma Estado-Nación definió fronteras y se definió a sí mismo en una Constitución absolutamente etnocéntrica (proclamada por una minoría blanca triunfadora). A las demás etnias se les comunicó que su vida había cambiado sin pedirles permiso. Así resultó esencialmente un Estado-Nación excluyente y colonizador. Nos falta inventar el Estado-Nación incluyente y respetuoso de las diferencias culturales. Hasta ahora no llegó.
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