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La Iglesia católica de EE UU indaga la orientación sexual de sus candidatos

¿Cuándo fue la última vez que mantuvo relaciones sexuales? ¿Qué clase de relaciones eran? ¿Le gusta la pornografía? ¿Se da duchas frías o largos paseos? En caso contrario, ¿cómo reprime sus deseos sexuales? No son las preguntas más frecuentes de una entrevista de trabajo, salvo que el empleador sea la Iglesia católica de Estados Unidos y el solicitante, un fiel que quiera llegar a profesar.
Según revela 'The New York Times', los directores de seminarios estadounidenses han sido instruidos para indagar en la vida sexual presente, pasada y hasta virtual de cada candidato a acceder al centro religioso. Las fantasías sexuales, las masturbaciones, las relaciones con sus padres, los motivos de sus rupturas románticas. Todo se expone sobre la mesa en la que rellenan también numerosos tests psicológicos buscando rastros de depresión, paranoia, confusión, etc. Pero sobre todo, se buscan indicios de homosexualidad.
 
Incluso si el individuo en cuestión nunca ha tenido ninguna relación sexual y está dispuesto a practicar el celibato, el hecho de que sufra confusión mental sobre su género o que se identifique interiormente como homosexual sería suficiente para eliminarlo de la carrera sacerdotal. «No basta con asegurarse de que sea capaz de abstenerse de la actividad genital. Es necesario evaluar también su orientación sexual», dictaminó hace dos años la Congregacion del Vaticano para la Educación Católica, en una clarificación de sus ordenanzas.
 
Chivos expiatorios
Muchos creen que la Iglesia está convirtiendo a los homosexuales en chivos expiatorios del escándalo de los abusos sexuales sobre menores porque eso sonará bien entre sus fieles y distraerá la atención de los fallos clamorosos en la cadena de mando, que ha permitido a muchos curas pedófilos seguir ejerciendo durante décadas.
 
Por su parte, la Iglesia sostiene que esta 'caza de brujas' tiene más que ver con sus ideas sobre los matrimonios homosexuales que con los abusos cometidos. «No decimos que los homosexuales sean malas personas, y por supuesto que han demostrado ser buenos sacerdotes, pero un cura sólo puede dar su vida a la Iglesia en el mismo sentido en que un hombre se la da a su esposa, y un homosexual no puede hacerlo igual», explicó al 'Times' el padre Kevin Sweeney, uno de los directores vocacionales de más prestigio en los Estados Unidos.
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