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La derecha contra la libertad

La libertad, ese concepto tan trascendente, tan grandioso y tan abstracto, suele ser objeto eterno de debate, de confusión y de distorsión dependiendo de la intención de quien lo utilice. Los movimientos ideológicos progresistas hacen de la libertad su estandarte, y los conservadores su enconado enemigo a batir, bien con la fuerza de la represión o bien con la sutiliza de la manipulación y la demagogia, cuando de otro modo no es posible.

Dejando de lado cualquier intento filosófico de definición de este concepto de semántica tan polémica, la libertad, desde el punto de vista  político, no es otra cosa que la capacidad y el derecho a la libre determinación como expresión de la voluntad del individuo. A nivel social e individual, como decía el historiador y filólogo Ernest Renan, la finalidad del mundo es el desarrollo de la inteligencia, y la primera condición para favorecer el desarrollo de la inteligencia es la libertad.

La libertad es el concepto opuesto y antagónico al servilismo y a la esclavitud, herramientas tradicionales de represión de la voluntad de los pueblos durante muchos siglos por parte de regímenes absolutistas y totalitarios hasta que, a partir del siglo XVIII, tras la Revolución Francesa , las sociedades europeas empezaron a vislumbrar en el horizonte la libertad como eje y base de los derechos del hombre. Finalmente la esclavitud fue siendo abolida hasta que en 1.948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos estipulaba, en su artículo primero, que  “todos los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos…”.

En el discurso magistral que pronunció Robert Kennedy con motivo del Día de la Afirmación de la Libertad Académica y Humana, el 6 de junio de 1966, dejó muy claro el significado profundo de la libertad para las sociedades y para los individuos: “El primer elemento de la libertad individual es la libertad de expresión, el derecho a expresar y comunicar ideas….De la mano de la libertad de expresión va el derecho a que se nos escuche, a tomar parte en las decisiones del Gobierno que dan forma a la vida de los hombres. Todo lo que hace que la vida humana valga la pena depende de las decisiones del Gobierno, todo puede ser arrasado por un gobierno que no preste atención a las exigencias de su pueblo. Por tanto, la humanidad esencial de los hombres sólo se puede proteger y conservar si el Gobierno da respuestas, y no sólo a los ricos, o a los de una religión particular, o a los de una raza, sino a todo su pueblo.”

Creo que todos los demócratas tenemos más que asumidas estas ideas que Kennedy expresó de manera contundente y ejemplar…., excepto, según parece, los políticos de esta derecha neoliberal que parece representar a todo lo contrario de lo anteriormente expuesto. No sólo le ha dado a la derecha por recortar servicios, derechos y libertades, sino que, además, en Inglaterra se ha atrevido a anunciar la posible anulación de la legislación británica de la Ley de los Derechos Humanos ¿hasta dónde y hasta qué se atreverá a llegar esta derecha neofascista y neocon?

En esta misma tónica (o muy parecida), la presidenta de la Comunidad de Madrid hacía hace pocos días unas declaraciones que pueden ser el ejemplo perfecto de estas distorsiones ideológicas conservadoras. Definió al movimiento del 15M de “camorrista” y “pendenciero”, y equiparó a la democracia directa que propugna el movimiento con un golpe de Estado, “como en la Francia de 1793” , aludiendo a la Revolución Francesa , de la que, precisamente, aunque lo ignore la presidenta, derivaron las democracias, los derechos ciudadanos y el respeto a la libertad del individuo. Me temo que Doña Esperanza debería tomar clases de teoría política, que le recordaran que la libertad de expresión es el eje fundamental de toda democracia, y que le trajeran a la memoria un verdadero golpe de Estado, ese que ocurrió en España en 1936, y que nos sumergió en una vergonzosa y miserable dictadura de la que aún nos quedan secuelas.

Coral Bravo es Doctora en Filología

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