Decenas de miles de ‘haredim’ desafían al Gobierno de Netanyahu pese a que dos de los partidos que los representan forman parte de la coalición de derechas
Un soldado intenta imponer algo de orden en la manifestación de los ultraortodoxos, el pasado jueves en Jerusalén.
Las judíos ultraortodoxos mostraron con sus manifestaciones del jueves, las más importantes en diez años, su peso en la sociedad israelí y su determinación para impedir que la jurisdicción del Estado los someta a los principios de la sociedad civil.
Más de 100.000 haredim (los que temen a Dios) protestaron en Jerusalén y Bnei Brak, cerca de Tel Aviv, contra un fallo de la Corte Suprema que se opone a la segregación entre niños askenazis (judíos oriundos de Europa del este) y sefardíes (oriundos por lo general de África del norte y Turquía) en una escuela religiosa.
"La Corte Suprema contra la Tora: yo elijo la Tora", es una de las consignas de los ortodoxos askenazis.
"El rechazo a la modernidad de los haredim se cristaliza en la Corte Suprema, verdadero símbolo de su lucha contra el liberalismo", explica a la AFP Ilan Greilsammer, profesor de Ciencias Políticas y autor de un libro sobre Los hombres vestidos de negro, los ultraortodoxos.
"Esta comunidad tiene la particularidad de no evolucionar y las recientes manifestaciones no son más que la continuación de su combate para preservar su identidad", agrega Greilsammer.
Una minoría de religiosos se niega incluso a participar en la vida del Estado, rechazando al sionismo y manifestándose a veces violentamente contra las decisiones de las instituciones israelíes.
Sin embargo, dos partidos ultraortodoxos, que en total tienen 16 diputados, forman parte de la coalición de derecha del primer ministro Netanyahu y desempeñan un papel importante en las decisiones gubernamentales.
En los últimos meses se registraron numerosas manifestaciones ultraortodoxas en lo que parece convertirse en una creciente batalla entre los medios religiosos y el sistema democrático del Estado hebreo.
La prensa israelí hablaba el jueves de "crisis cultural" entre los religiosos y el resto de la población, y el ex diputado de izquierda Yossi Sarid denunció "la declaración de guerra cultural de los haredim". "Esta guerra nos fue impuesta contra nuestra voluntad, pero no tenemos derecho a perderla", opinó el ex legislador.
En los últimos meses no faltaron los pretextos para manifestar contra las autoridades israelíes, incrementando el abismo entre laicos y religiosos, como las supuestas tumbas judías en construcción en Jaffa (sur) o la apertura de un estacionamiento municipal en Jerusalén el día sagrado del sabbat.
La comunidad ultraortodoxa representa más de la tercera parte de los 500.000 habitantes judíos de la Ciudad Santa, el 10% de la población judía de Israel, pero su influencia es muy superior.
Ningún gobierno puede formarse sin negociaciones previas con los dos partidos ortodoxos, Yaadut Hatora (Judaísmo Unificado de la Tora, askenazi) y el Shass (sefardita).
Desde la creación del Estado de Israel en 1948, los ultraortodoxos llevan a cabo regularmente campañas para preservar el carácter judío del Estado.
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