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José Mazuelos, presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida

José Mazuelos: “Todo aquel que se manifieste contra el aborto contará con el apoyo de la Iglesia”

El presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida cree que estamos ante un ‘ataque’ normativo contra la libertad individual, de pensamiento y conciencia

El obispo de Canarias está convencido de que estamos ante un ‘ataque’ normativo contra la libertad individual, especialmente de pensamiento y conciencia, a la vista de las reformas legislativas del aborto, eutanasia, educación… “Por desgracia, en nombre de la libertad se quieren imponer leyes que no respetan la libertad de conciencia y se quiere obligar a todos a someterse a un pensamiento único de dudosa racionalidad y dignidad”, denuncia José Mazuelos, el también presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida

PREGUNTA.- ¿Por qué ahora esta reforma del aborto?

RESPUESTA.- La verdad que no tengo claro el por qué, pues sigue en pie en su totalidad la llamada ley Aido. Quizás porque piensan que es momento de adueñarse de un eslogan de progresismo y para algunos, cada vez menos, gracias a Dios, progresismo es pisotear toda moral y, sobre todo, desmarcarse de la moral tradicional, pensando que el aborto es un tema de moral y no se enteran que es de justicia y afecta a dar a cada uno lo suyo y especialmente la vida. A su vez, con los avances científicos cada vez es más difícil negar que la persona es un alguien que se encarna en un cuerpo que va transformándose con la edad.

Me parecen luminosas las declaraciones del cardenal Omella, en el Foro Nueva Economía, acerca de esta misma cuestión: “Me pregunto si en estos momentos de crisis política saquen este tema no es para desviar de otros temas importantes“.

P.- ¿Cuáles son los cambios más preocupantes?

R.- El relativo a la libertad de conciencia de los profesionales, ya que se quiere poner impedimento obligando a declararse objetor cuando, en realidad, habría que señalar a los que están a favor del aborto, pues son médicos que generan una cierta duda sobre el respeto a la vida. Igual pasaría con la eutanasia, a mí me gustaría saber no los que están en contra, sino a favor para en caso de que atiendan a mis familiares tomar todas las medidas de precaución para evitar un adelantamiento de la muerte. También eliminan los días de reflexión para la mujer, algo que pone en duda la libertad, pues nada mejor que conocer todas las consecuencias y secuelas del aborto para que la mujer pueda ser más libre a la hora de decidir. Y el requisito de informar sobre las ayudas que puede recibir la madre en caso de querer seguir adelante con el embarazo.

P.- ¿Es un ataque a la familia?

R.- Todo ataque a la vida es un ataque a la familia.

Dignidad

P.- ¿Una sociedad avanzada puede permitir esto?

R.- Los obispos y los provida insisten en que los defensores del aborto se han visto obligados a abandonar sus ‘argumentos’ científicos por los avances en este campo…

P.- ¿Se puede llegar a un acuerdo?

R.- El acuerdo debe llevarnos a defender la dignidad de todo ser humano y poner todo el empeño en que ninguna mujer tenga que llegar al aborto.

P.- ¿Dónde queda –y cómo– la mujer en el aborto?

R.- Nunca el aborto puede ser un derecho. La decisión deliberada de privar a un ser humano inocente de su vida es siempre mala desde el punto de vista moral y nunca puede ser lícita ni como fin, ni como medio para un fin bueno. Nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante. Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo. Cada ser humano inocente es absolutamente igual a todos los demás en el derecho a la vida. Esta igualdad es la base de toda auténtica relación social que, para ser verdadera, debe fundamentarse sobre la verdad y la justicia, reconociendo y tutelando a cada hombre y a cada mujer como persona y no como una cosa de la que se puede disponer.

Muchas veces la mujer es una víctima de esa mentalidad abortista. Como bien decía san Juan Pablo II: “Es cierto que en muchas ocasiones la opción del aborto tiene para la madre un carácter dramático y doloroso, en cuanto que la decisión de deshacerse del fruto de la concepción no se toma por razones puramente egoístas o de conveniencia, sino porque se quisieran preservar algunos bienes importantes, como la propia salud o un nivel de vida digno para los demás miembros de la familia. A veces se temen para el que ha de nacer tales condiciones de existencia que hacen pensar que para él lo mejor sería no nacer. Sin embargo, estas y otras razones semejantes, aun siendo graves y dramáticas, jamás pueden justificar la eliminación deliberada de un ser humano inocente”.

En muchas ocasiones la decisión del aborto recae únicamente sobre la mujer que se encuentra sola ante una situación de dificultad, de manera que una vez que toma la decisión y aborta, vuelve a encontrarse sola ante el peso de lo que ha realizado.

P.- ¿Qué propone la Iglesia frente a esta realidad?

R.- Propone una educación afectivo sexual conforme con la verdad de la persona humana que conlleve a vivir una sexualidad responsable. También propone ayudar a todas las mujeres a no tener que llegar al aborto. No olvidemos que la Iglesia es Madre y está cercana a todos sus hijos, pero especialmente a los que atraviesan dificultades. Muchas mujeres cuando sienten una mano amiga que las apoya y animan deciden seguir adelante con su embarazo. Y en caso de que se llegue a abortar la Iglesia habla de perdón y de un Médico, Jesucristo, que puede curar las heridas que en toda mujer produce el aborto.

P.- ¿Se sumará la Iglesia española a la manifestación del 26J?

R.- La Iglesia invita a todos los feligreses a ser ciudadanos demócratas y ante un atropello a la justicia como es la ley del aborto hay que recorrer los caminos que facilita la democracia, esto es: manifestar mi contrariedad con el voto y con la libertad de expresión. Por tanto, todo aquel que quiera expresar dicha libertad manifestándose va a contar con el apoyo de la Iglesia.

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