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Israel, la constante transformación del ejército en milicias de Dios

Un fenómeno propio de Israel es la transformación que experimenta el ejército. En 1948 era un ejército exclusivamente laico, aunque muy nacionalista, pero en los últimos lustros se ha convertido en muy religioso además de nacionalista. Los soldados religiosos están más motivados que los laicos y su influencia en las jefaturas crece día a día de manera alarmante.

Esta semana Yonatan Shapira, que fue piloto en las fuerzas aéreas de Israel, ha calificado al ejército en el que sirvió de “organización terrorista”, y a los líderes políticos y militares de “criminales de guerra” que adoptan decisiones movidos por “motivos racistas”, en declaraciones a la agencia Anadolu.

Shapira explica que fue educado en colegios que le animaban a enrolarse en el ejército para proteger a los judíos, pero que sirviendo en la fuerza aérea se dio cuenta de que tenía que lanzar bombas sobre civiles, lo que consideró una “acción terrorista”. En su opinión, el sistema educativo israelí es militarista desde la infancia y a los alumnos “se les lava el cerebro”.

Shapira abandonó filas en 2003, durante la segunda intifada, después de haber servido diez años, pero reconoce que en Israel, un país con más de nueve millones de habitantes, apenas una fracción de “unos pocos miles” comparte sus opiniones. 

El coste que ha tenido que pagar es elevado. Se le detuvo y encarceló varias veces y también se le echó del trabajo por participar en protestas junto a los palestinos en la Cisjordania ocupada, protestas con las que perseguía romper el bloqueo de la Franja de Gaza. Shapira ha dado conferencias en el extranjero y ha animado a los soldados a desertar.

En un periodo de varios años 27 pilotos han renunciado a seguir bombardeando la Franja de Gaza, una cifra diminuta si se observa que durante ese periodo ha habido cientos de pilotos que han participado en los bombardeos.

“El ejército es una organización terrorista y sus líderes son criminales de guerra. El gobierno de Israel es un gobierno judío racista que está arrastrando a toda la región al desastre”, ha declarado Shapira. “Muchos piensan así pero no todos quieren decirlo”.

Un número significativo de líderes extranjeros, incluidos congresistas americanos, denuncian desde hace tiempo que en Israel se practica el apartheid. Una prueba reciente es el hecho de que la policía ha llevado ante los tribunales a 116 personas por los incidentes de la última semana que han enfrentado a judíos y palestinos en las ciudades mixtas de Israel. Hasta el lunes, todos los imputados eran árabes y ninguno judío, un dato que muestra diáfanamente la doble ley. 

Con ser un dato significativo, no debe interpretarse como un suceso aislado. Es toda la sociedad la que está sumergida en una clasificación en la que los judíos constituyen una etnia a cuya medida se fabrican leyes que son discriminatorias para los no judíos en todos los ámbitos, lo que crea un fuerte resentimiento. Naturalmente, los palestinos de los territorios ocupados sufren mucho más la discriminación y el apartheid.

El ejército no es un caso singular. Como el resto de la sociedad ha experimentado un giro radical y se ha entregado al nacionalismo y el religionismo más extremo. Hace unos años, el veterano periodista Ben Caspit, del diario Maariv, publicó que la mayor parte de los mandos del estado mayor se cubría la cabeza con kipa, el solideo que marca el grado de religiosidad de quien la porta. 

Soldados israelíes vitorean mientras se reúnen en una posición de la unidad de artillería cerca de la frontera entre Israel y la Franja de Gaza, en el lado israelí 17 de mayo de 2021.
Soldados israelíes vitorean mientras se reúnen en una posición de la unidad de artillería cerca de la frontera entre Israel y la Franja de Gaza, en el lado israelí 17 de mayo de 2021. — Amir Cohen / Reuters

Este fenómeno dista mucho del ejército que estableció David Ben Gurión cuando se creó el estado en 1948. Entonces no había prácticamente ningún soldado que se cubriera la cabeza con kipa, mientras que hoy el solideo es una prenda corriente entre los militares, y cada día va en aumento, con todo lo que ello implica de radicalismo.

Aljazeera publicó esta semana un reportaje titulado: “El poder de Dios. Cómo Netanyahu convirtió el ejército en una milicia religiosa”, pero sería engañoso atribuir exclusivamente al primer ministro la transformación religionista que se da en el conjunto del país. Es cierto que Netanyahu, que es laico, ha dado un golpe religioso y nacionalista a la sociedad, pero es probable que esta tendencia salga de la misma sociedad con independencia del primer ministro. 

 El jefe de la Brigada Givati, una de las unidades de élite del ejército, difundió entre sus subordinados un mensaje poco antes del inicio de las hostilidades contra Gaza con un inusual tono religioso. Entre otras dijo a los soldados: “La historia nos ha escogido para conducir la guerra contra el enemigo terrorista de Gaza que insulta y maldice al Dios de las fuerzas israelíes”

Fue a partir de la guerra de 1973, pero especialmente a partir de la guerra de Líbano de 1982, cuando empezó a observarse con claridad la expansión de la religión en el ejército. Algunos historiadores señalan que esto obedeció, al menos en parte, a la falta de motivación militar entre los jóvenes laicos de clase media. 

El religionismo ha ido creciendo en paralelo al nacionalismo al amparo de un gran número de rabinos radicales, muchos de ellos residente en las colonias ilegales que hay en los territorios ocupados, y ha impulsado la creación de unidades militares propias. El influyente rabino Avraham Shapir dijo: “El reclutamiento en las unidades religiosas nos acerca a Dios, y el servicio militar y el combate son una tarea colectiva impuesta por Dios con el fin de liderar el proyecto judío”

Con el notable y paulatino descenso de los soldados laicos, los más religiosos y nacionalistas, que a su vez son los más motivados, van ocupando las posiciones de mando de una manera que dirigentes y jefes laicos consideran preocupante. 

Para ellos específicamente se han creado escuelas rabínicas (yeshivot hesder), s que combinan la enseñanza religiosa con la militar, y que agrupan a millares de jóvenes que en muchos casos hacen carrera en el ejército y cada vez ostentan cargos de más responsabilidad. Occidente debería considerar este fenómeno con toda la gravedad que tiene y que crece de manera constante.

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