Son hijos de filipinos, tailandeses, sudaneses o egipcios; estos niños no pueden quedarse simplemente porque no son judíos
No sólo Francia expulsa inmigrantes. En Israel ha comenzado la cuenta atrás para que, después de las fiestas que se inician mañana con la celebración del Año Nuevo judío, 400 hijos de inmigrantes sean deportados del país.
Se trata de hijos de trabajadores extranjeros no judíos, padres y madres procedentes en su mayoría de Filipinas, Tailandia y países de África como Sudán o Egipto.
Pero la ley israelí no permite a estas personas tener niños en suelo israelí. Ni siquiera si los pequeños han nacido dentro del país, como es el caso de algunos de los que ya han recibido la carta de deportación. Algunos de ellos sólo saben hablar hebreo. Aunque el problema es otro: estos niños no pueden ser nacionales n i quedarse en Israel simplemente porque no son judíos.
«Adiós, se terminó la excursión»
El principal valedor de esta medida es el ministro del Interior, el líder del ultrarreligioso partido Shas, Eli Yishai. Y su lógica, que el nacimiento y permanencia de niños de trabajadores no judíos en Israel es un «fenómeno que amenaza la totalidad de la empresa sionista. Hay que decirles adiós, se terminó la excursión. Todos tienen que regresar a su país», defendía recientemente, acusando también a las familias de los niños de estarles utilizando «como escudos humanos».
La decisión de llevar a cabo las expulsiones fue adoptada por el gabinete de Benjamin Netanyahu en agosto. Entonces la medida afectaba a 1.200 hijos de trabajadores extranjeros, aunque después de apelaciones y revisiones el número se ha quedado en 400, que serán enviados a los países de origen de sus familias. Lo otros 800 podrán quedarse por ahora, una vez comprobado que cumplen determinados requisitos.
Interior ya ha abierto el periodo voluntario de 30 días para que los afectados salgan de Israel pero, para cuando el plazo expire, la Unidad Oz, el temido brazo de la Policía de Inmigración, ya está preparada para proceder a las expulsiones forzosas.
Presión social
Si todavía las familias de inmigrantes confían en que este proceso se parará a tiempo es gracias a la inmensa presión social que se ha desatado. Las protestas tienen mucho que ver con los sucesivos retrasos que ha sufrido ya la ejecución de las deportaciones.
El Movimiento que reúne a los kibbutz ya ha anunciado que si se saca de Israel a uno solo de los niños notificados, esconderán a los demás para impedir que se les localice. «Hay 280 kibbutzim y más de 30.000 casas. Estamos hablando de 400 niños y sus padres, que serán discretamente dispersados entre los hogares. La Unidad Oz puede entrar en cada kibbutz y ponerse a buscar», ha explicado un representante del colectivo.
No son los únicos. La asociación de los supervivientes del Holocausto también se ha puesto del lado de los inmigrantes. «Un judío no deporta niños», lamentaba en una manifestación el escritor Yehuda Atlar en relación a la posición moral que implica esta medida.