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Isabelle Gatti de Gamond; librepensamiento, educación, socialismo y feminismo

Isabelle Gatti de Gamond (1839-1905) fue una educadora, feminista y política de destacado protagonismo. Aunque nacida en París, muy pequeña se trasladó con su familia a Bruselas. Su madre era inspectora de escuelas, pero murió muy pronto y la familia entró en crisis. Eso obligó a una jovencita Gatti a buscar empleo, y lo encontró nada más y nada menos que en Polonia como institutriz en una familia noble. Gatti de Gamond emprendió en ese momento una ardua tarea de aprendizaje autodidacta en filosofía y lenguas clásicas.

En 1861 regresó a Bélgica y allí continuó formándose, asistiendo a los cursos públicos que se desarrollaban en la capital belga. En 1862 se atrevió a lanzar la revista L’Education de la Femme, donde emprendió una campaña en favor de la escolarización de las niñas. Su empeño se coronó con el éxito porque consiguió el apoyo de las autoridades municipales para poner en marcha en 1864 cursos de educación secundaria femenina, y al margen de la todopoderosa Iglesia Católica belga. Así pues, Gatti de Gamond fue la pionera de la enseñanza laica femenina en Bélgica. Eso le generaría ataques por parte de la prensa católica pero los cursos fueron un éxito. Entre las profesoras estaría Marie Popelin, una de las feministas belgas más destacadas de toda la Historia.

Gatti de Gamond se comprometió con el librepensamiento. Perteneció al Comité de la Federación Nacional de Pensadores Libres, y estuvo en el Congreso Internacional de Librepensamiento que se tenía que desarrollar en Madrid en 1892, aunque, como sabemos, no se pudo celebrar por oposición de Cánovas.

Formó parte del Comité de Supervisión del Orfanato Racionalista cuando se creó en 1893, siendo su directora en 1900. Desempeñó esta responsabilidad hasta su fallecimiento. En el mismo creó la primera escuela mixta y amplió la institución. El Orfanato tiene una gran importancia en la Historia educativa belga por sus modernos métodos de enseñanza, abandonando la idea del castigo y la represión, y estableciendo la coeducación, el racionalismo, el trabajo manual y el cultivo de los sentidos a través de la música, el arte y las excursiones.

También participó al final de su vida en política en el Partido Obrero Belga, defendiendo el sufragio universal, algo que le generaría polémica en el seno de la formación socialista. En el socialismo belga se desarrolló un fuerte debate entre los defensores del reconocimiento del derecho al voto de la mujer, y los que consideraban que, en función del poder eclesiástico en aquel país, las mujeres terminarían votando a los católicos.

Murió en octubre de 1905. Madeleine Pelletier pronunció un elogio masónico en su funeral.

Su muerte impresionó al librepensamiento español. Las Dominicales del Libre Pensamiento en su número del 20 de octubre de 1905 le dedicó una columna en su homenaje, resaltando que fue una de las grandes figuras del librepensamiento internacional y su vocación pedagógica en Bélgica, liberando la educación de la presión religiosa y preocupándose de quienes padecían miseria, es decir, también se valoró su vocación socialista. El periódico español insistía en su intenso compromiso y terminó dicho homenaje con la siguiente frase:

“¡Honor, honor eterno á su memoria!”

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