El 15 de octubre del año pasado el director de la policía francesa envió una circular para ser trasmitidas a todos los policías de Francia recordando que los agentes en Francia tienen un deber absoluto de neutralidad religiosa. “En ningún momento, un agente en el ejercicio de sus funciones, puede ser reconocido como perteneciente a tal o cual religión” y recuerda que “los agentes de policía no deben tener en cuenta, en su actuación, las creencias religiosas de los ciudadanos”.
Justamente lo contrario que pasa en España donde los cuerpos de policías y los ejércitos se encomiendan a sus patronos, a sus santos y a sus vírgenes. El 12 de octubre día de la virgen del Pilar y Fiesta nacional, ese día se encomienda la guardia civil a la Virgen y durante semanas previas decenas de destacamentos de la guardia civil ponen flores y medallas a diversos santos y vírgenes. El propio Ministro del Interior ha concedido la más alta condecoración del Cuerpo Nacional de Policía a una Virgen, en concreto a Nuestra Señora María Santísima del Amor. En un reciente acto de celebración de la Virgen del Pilar por parte de la Guardia Civil el ministro Jorge Fernández Díaz ha pedido a la Virgen del Pilar que “siga extendiendo su manto protector sobre todos los guardias civiles y que los ampare en su día a día.”
En realidad en España se vive un jolgorio permanente con las vírgenes y los santos. El momento álgido son las fiestas patronales de cada localidad donde los concejales, obispos, presidentes de tribunales y una ristra de capitanes y generales aparecen por doquier para hacer honores a estos santos y vírgenes. En Semana Santa el jolgorio se trasforma en orgia de confusión entre los símbolos estatales, las autoridades civiles y las cruces, rosarios y autoridades civiles de todo tipo. Sin embargo se insiste muy seriamente: ”vivimos en un Estado aconfesional”. Pero no es cierto. España no es un estado aconfesional. Es un Estado que no solo ensalza y condecora al catolicismo y muy especialmente sus fuerzas armas, también, por cierto, lo financia. El arzobispado castrense esta incrustado en la propia jerarquía militar como parte intrínseca del ejército. No hay acto de honor castrense de cierta relevancia donde no aparezca un clérigo de la iglesia católica.
La Constitución del año 1978 no garantiza el laicismo y tampoco garantiza la separación iglesia –Estado, condición sinequanum para la democracia. Quizás no hay ninguna definición mejor de lo que es un Estado laico que aquella que nos recuerda el jefe de la policía francesa: “los agentes de policía –léase los poderes públicos-no deben tener en cuenta, en su actuación, las creencias religiosas de los ciudadanos”.
Antonio Gomez Movellán ( Miembro de Europa Laica)