Descargo de responsabilidad
Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:
El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.
En Israel, la izquierda se ha convertido en una fuerza política irrelevante.
En el intrincado panorama político de Israel, con el gobierno más derechista de su historia en el poder y con una guerra genocida contra el pueblo palestino como telón de fondo, un nuevo factor desestabiliza, más si cabe, la situación: cuál es la creciente influencia (y poder) de los grupos fundamentalistas mesiánicos judíos.
Como señala Meir Margalit en su libro El eclipse de la sociedad israelí (2024), en los últimos años se está produciendo una preocupante involución en el país ya que, “el grupo laico se va estrechando cada vez más mientras que la sociedad israelí se va volviendo más fundamentalista”. Es por ello que, en el ámbito político está ocurriendo una preocupante derechización de la sociedad israelí que, en sus dos versiones, la dura y la moderada, cubren el 80% del electorado.
En el ámbito político se está produciendo una preocupante derechización de la sociedad israelí
Esta misma derechización se constata también en el Ejército, el cual, en la actualidad está copados por derechistas y anexionistas, lo cual explica muchos de los excesos cometidos contra la población palestina tanto en Gaza como en Cisjordania, razón por la cual se ha empezado a hablar de, en vez del “Ejército del pueblo”, del “Ejército de los colonos”.
Esta situación resulta catastrófica para la izquierda laica y así, mientras el Partido Laborista (Avodá) ha desaparecido prácticamente del panorama político ya que en la actualidad tiene tan sólo 4 de los 120 diputados que conforman el Knesset, el Parlamento de Israel, el partido pacifista Meretz ha perdido su representación parlamentaria al no superar el umbral del 3,25% de los votos en las últimas elecciones celebradas el 1 de noviembre de 2022. Por ello, Meir Margalit, destacado miembro del movimiento pacifista y militante de Meretz se lamenta al constatar que “la izquierda se ha convertido en una fuerza política irrelevante”.
Volviendo al tema de la derechización creciente de la sociedad israelí, ésta queda patente en el hecho de la participación de los grupos ultrarreligiosos en la política, máxime cuando éstos resultan imprescindibles para la constitución de cualquier coalición de gobierno que aspire a gobernar. De hecho, es lo que en la actualidad ocurre, donde el ejecutivo derechista del Likud de Benjamín Netanyahu, gobierna con el apoyo de partidos de la extrema derecha y de los fundamentalistas ultrarreligiosos judíos.
En la actualidad existe en Israel un pacto implícito entre religión y derechismo
En la actualidad existe en Israel un pacto implícito entre religión y derechismo y ello queda patente en la intransigencia religiosa respecto a temas tan espinosos como el de la cuestión palestina. Es en este contexto cuando emerge el Mesianismo fundamentalista judío que interpreta la idea del “pueblo elegido”, al igual que hace la derecha recalcitrante desde una ideología racista que exalta la “supremacía judía”, totalmente contraria y enfrentada frontalmente al judaísmo humanista, aquel que sostiene que “Dios nos ha elegido, pero no para elevarnos por encima de otros pueblos, sino a fin de propagar un mensaje de paz y concordia”.
En cuanto a los brutales ataques cometidos por Hamás el 7 de octubre de 2023, los grupos mesiánicos fundamentalistas tienen su propia visión: piensan que los “laicos” no sólo son la causa de que no vuelva el Mesías a Israel, sino que los ataques de aquel funesto día son “un castigo divino debido a la descarada vida sexual que lleva la población izquierdista”. Y esta delirante opinión, no sólo la propagan los rabinos ultras sino también destacados mandos derechistas del Ejército. Este es el caso del subcomandante Barak Hiram que, al tomar el mando de un regimiento destinado a Gaza, afirmó, sin ningún rubor, que “el enemigo, al percibir la decadencia de la sociedad israelí, dedicada sólo al placer [recordemos la celebración de un festival musical cerca de la frontera con Gaza] y su desconexión de las raíces históricas del pueblo judío, aprovechó la oportunidad para atacar”. Este mensaje también ha sido asumido por Netanyahu que acusó a los miles de ciudadanos que anunciaron que dejarían de servir en los batallones de reserva del Ejército mientras el Gobierno promoviera la antidemocrática reforma judicial que movilizó en las calles de Israel a miles de ciudadanos, que ello fue la causa del ataque del 7 de octubre “ya que Hamás detectó un signo de debilidad” suponiendo que muchos israelíes no se enrolarían para combatir la embestida de dicha milicia palestina…y se lanzó a un ataque tan sorpresivo como intenso y cruel.
La originaria idea mesiánica de un anhelo de un futuro mundo de paz y justicia se ha distorsionado en su versión nacionalista-derechista y este mensaje de paz se ha reducido al de la firme convicción de que “Dios está de nuestro lado y nos ha encomendado la misión de redimir la Tierra de Israel” y este “legado sagrado” tiene una nefasta traducción política: expulsar a los palestinos de las tierras que ocupan y devolverlas a manos del pueblo hebreo.
Ante estos argumentos sectarios, como señala Meir Margalit, la consecuencia dramática que ello implica supone “la imposibilidad de un diálogo racional”, lo que él denomina un “eclipse de la razón” y “el colapso de las doctrinas humanistas y racionalistas”. Y es que, tras la tragedia del 7 de octubre, hay rabinos ultras que piensan que el Mesías “está en los umbrales de Israel” y más aún: los grupos mesiánicos fundamentalistas piensan que para en ansiado advenimiento del Mesías, sólo falta la reconstrucción del Tercer Templo en Jerusalém y, para ello, hay que dinamitar la mezquita de Al-Aqsa, lo cual produciría efectos catastróficos ante la previsible reacción del mundo árabe, efecto que los mesiánicos ignoran puesto que piensan que “el Mesías se encargará de proteger al pueblo de Israel y de vencer a todos sus rivales”.
Las aspiraciones expansionistas de los grupos mesiánicos les hacen estar convencidos de que la actual guerra de Gaza “es un designio divino»
Además de esto, los círculos mesiánicos y ultraderechistas tienen otros objetivos y uno de ellos es el de desplazar a toda la población palestina de Gaza hacia el desierto del Sinaí con el fin de volver a ocupar la Franja que Ariel Sharon evacuó en el año 2005. Pero su objetivo prioritario es que, con ello se genere una crisis de tal envergadura que suponga el colapso final de la Autoridad Nacional Palestina y, de este modo, la consiguiente anexión por Israel de toda Cisjordania. Las aspiraciones expansionistas de estos grupos mesiánicos les hacen estar convencidos de que la actual guerra de Gaza “es un designio divino destinado a restaurar el Israel bíblico y, por ello, además de Cisjordania ya hablan también de conquistar y colonizar el sur del Líbano.
Para lograr todos estos objetivos, el ataque de Hamás del 7 de octubre ha sido el pretexto perfecto de cara a los planes mesiánicos de anexión de los territorios palestinos, razón por la cual aquel fatídico día de octubre, hizo que Orit Strook, la ministra de Asentamientos y Misiones Nacionales de Israel, lo calificase como “Esto es un milagro”, afirmación infame que hizo “sin mostrar el más mínimo atisbo de vergüenza”, como denunciaba, indignado, Meir Margalit.
Por todas estas razones, la unión del judaísmo mesiánico y el nacionalismo judío está creando un clima de intransigencia que nada bueno puedo alentar tanto para el futuro de la sociedad democrática de Israel como para la resolución pacífica y justa del conflicto palestino. Y es que, la creciente hegemonía del judaísmo ortodoxo tradicional resulta muy preocupante dado su carácter cerrado, totalmente reñido con la modernidad y los derechos humanos e intolerante, máxime cuando el mesianismo fundamentalista se combina con otros grupos nacionalistas, tal y como ocurre con los colonos violentos de los asentamientos ilegales judíos de Cisjordania.
No obstante, frente a estos grupos ultras, también queda un minoritario judaísmo humanista, el que representan grupos como Rabinos por los Derechos Humanos o el de Izquierdistas Religiosos, “cuya relevancia radica más en el mensaje que transmiten que en su (apenas nula) influencia política” como recordaba el pacifista Margalit.
Con el auge de la derecha mesiánica, resulta imposible llegar a un mínimo acuerdo de paz con para resolver el conflicto palestino
Con el auge de la derecha mesiánica, resulta imposible llegar a un mínimo acuerdo de paz con para resolver el conflicto palestino. Y es que, como retomando de nuevo las acertadas valoraciones de Margalit, “Para llegar a un acuerdo pacífico no es necesario ser izquierdista, la derecha moderada ha sabido ser pragmática y llegar a acuerdos históricos, como el que Begin firmó con Egipto, o el que Olmert estaba a punto de firmar con Abu Mazen. Si bien hoy en día esta derecha pragmática ha desaparecido, la historia ha demostrado que el obstáculo a la paz no es la derecha en sí, sino la derecha dogmática y mesiánica que maneja la política de Israel”. De hecho, en el tema de la imprescindible devolución de los territorios palestinos ocupados para lograr una auténtica paz, en la actual política de Israel, mientras que la concepción militarista se opone a restituir los territorios por motivos de seguridad, los grupos mesiánicos ultras se niegan igualmente alegando motivos bíblicos.
Así las cosas, el margen para la esperanza de paz y justicia en tan enquistado conflicto se reduce cada día más, lo cual resulta una triste y lamentable evidencia.