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Espinosa Maestre: «La Iglesia no es que apoyara a los militares, es que estaba con los militares»

«Pese a estar subvencionada con fondos públicos, sigue controlando sus archivos», dice Espinosa Maestre acerca de la Iglesia. «La Iglesia ocultó dos cuestiones: los religiosos sacrificados por no ajustarse al canon nacionalcatólico y aquellos que

El historiador Francisco Espinosa Maestre afirma que la Iglesia Católica "fue clave y parte fundamental del golpe militar" del 18 de julio de 1936 que dio origen a la Guerra Civil española (1936-1939) y en cuya labor represiva subraya que tuvo una parte muy activa.

Espinosa, quien junto con el investigador José María García Márquez acaba de publicar el libro Por la religión y la patria. La Iglesia y el golpe militar de julio de 1936 (Crítica), señala que, salvo excepciones, el conjunto del estamento religioso "no es que apoyara a los militares, es que estaba con los militares" e "intervino directamente" en la represión.

En una entrevista con Efe, el historiador manifiesta que "se conoce muy bien, hasta el detalle, el daño sufrido por la Iglesia durante la Guerra Civil. Sin embargo, sabemos muy poco del daño causado por esa misma Iglesia a partir del 18 de julio de 1936", esencialmente, argumenta -y así se expresa en el libro- porque la Iglesia no facilita el acceso a sus archivos para investigar.

En su opinión, esto se debe a que la Iglesia, "pese a estar subvencionada con fondos públicos, sigue controlando sus archivos", lo que impide incluso en nuestros días indagar sobre cuál fue su verdadero papel en la situación sociopolítica generada a partir del golpe de Estado y, en particular, en el aspecto de la represión ejercida contra todos aquellos sectores partidarios de la República.

Espinosa Maestre subraya que "lo primero que se echa en falta es que la Iglesia, acatando la legalidad, permita a todos el acceso a los expedientes personales, que aclararían muchos de estos casos. Salvo en el caso vasco, se ignora el número y la historia de los sacerdotes que prefirieron cumplir su misión evangélica y no se unieron a los golpistas sino que intentaron evitar el conflicto."

En su libro, ambos investigadores recogen y glosan unas palabras del histórico dirigente del Partido Nacionalista Vasco Manuel de Irujo, quien fue ministro de Justicia entre mayo y diciembre de 1937 en el gobierno republicano presidido por Juan Negrín.

En el texto, se indica que Irujo -ferviente católico y, como todo el PNV, leal a la República- le comentó al cardenal Francisco Vidal i Barraquer (la figura más destacada del sector moderado de la Iglesia Católica frente al integrismo que representaron otros purpurados como Pedro Segura o el primado de España, Isidro Gomá) que la Iglesia había sido al mismo tiempo "víctima y verdugo".

"La Iglesia, como integrante del golpe, obtuvo un poder enorme que conserva"

"Acerca de su papel de víctimas se sabe hasta la identidad y vicisitudes de todos ellos, incluso en muchos casos la de los responsables. Lo que todavía está por saber -recalca Espinosa- es su papel de verdugo.  Y esa información la tienen ellos", por lo que incide en la necesidad de que se proceda a la "plena apertura de archivos."

A juicio de ambos investigadores, está muy claro que en la Iglesia del periodo republicano (1931-1939) y de la etapa de la Guerra Civil "siempre hubo dos líneas, la integrista representada por Gomá y la posibilista que siempre jugó Vidal i Barraquer", y de ambas "acabó predominando de manera absoluta la primera."

Y esta línea integrista, según destaca Espinosa, era manifiestamente incompatible con la República, con lo que ésta representaba en aras de la formación de un Estado laico en el que la Iglesia ya no tuviera los privilegios de que había gozado hasta entonces, en particular en materia educativa y, también, en el control de muchos aspectos vinculados al derecho civil y de familia.

"Para la Iglesia la propia existencia de la República y su firme apuesta por un estado laico resultaba una agresión insoportable", afirma Espinosa.

Ambos autores destacan en su libro que "la Iglesia tuvo gran cuidado en ocultar dos cuestiones: los religiosos sacrificados por no ajustarse al canon nacionalcatólico y aquellos que tuvieron serios problemas, hasta el extremo de perder la vida, por mostrarse distantes, críticos o incluso en abierta oposición a las prácticas del golpe militar fascista."

E incidiendo en este último aspecto, Espinosa recalca en la entrevista que "la Iglesia, como integrante del golpe, obtuvo un poder enorme que conserva y que no parece dispuesta a ceder ni en lo más mínimo y esto a pesar que la sociedad ya es muy distinta a la que ellos dominaron durante la dictadura."

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