Desciende la participación en ritos católicos y el número de alumnos de Religión mientras aumenta la presión de los colectivos laicistas. Los expertos señalan que una sociedad 100% secular es imposible
«Una sociedad laica pura no es posible. Una religión se sustituye por otra. El mejor ejemplo reciente es el experimento de la Unión Soviética, tras la revolución. Con la Perestroika florecieron de nuevo las religiones. Lo cierto es que no se habían ido nunca. No lo consiguió ni Stalin». David Alvargonzález es profesor titular de Filosofía en la Universidad de Oviedo y experto en Filosofía de la Religión. Hoy, día 9 de diciembre, se celebra el Día Internacional del Laicismo y de la Libertad de Conciencia. En los últimos años, la participación en actos religiosos ha caído en picado, así como la matrícula en la asignatura de Religión en los colegios y las vocaciones sacerdotales. Mientras tanto, el movimiento laicista ha ganado presencia. Reclama que se investiguen las inmatriculaciones de la Iglesia, se corrija la terminología católica imperante, los municipios se incorporen en la Red de Municipios Laicos, los cargos públicos no participen en ritos… Trata de agitar el debate y fomentar la reflexión. Hasta ha abierto la idea de cambiar el Día de Asturias, para que deje de ser el 8 de septiembre, con la Virgen de Covadonga, y pase a ser el 25 de mayo, fecha que conmemora el año 1808, cuando la Junta General se declaró soberano y declaró la guerra a los franceses. ¿Pero, en realidad, la sociedad asturiana camina hacia la secularización? ¿Comparte estos postulados?
Datos objetivos
Existe una serie de números que pueden ofrecer un acercamiento a esa pregunta. Esas cifras no parecen tampoco demasiado favorables a ninguna de las respuesta, ni a la Iglesia ni tampoco a los colectivos laicistas.
El Arzobispado de Oviedo aprovechó durante años sus órgano oficial de comunicación, el periódico Esta Hora, para ofrece el balance de los sacramentos, es decir, el volumen de asturianos que se bautizaban, se casaban por la iglesia o por los que se organizaban funerales. Hace ya unos ejercicios que no aparece en esa publicación. La tendencia no era demasiado favorable. Solo los bautismos habían remontado ligeramente. Pero la caída era palpable. Un ejemplo, son las bodas religiosas. Los datos son del Instituto Nacional de Estadística (INE). En el año 2009, el balance global para España decía que, por primera vez, se habían registrado más matrimonios civiles que eclesiásticos. En el año 2006, en Asturias, de los 3.718 registrados solo 972 se oficiaron ante un cura. Eso supone menos del 30%. Mucho peores son los balances de sacramentos como la confirmación, por debajo del millar anual desde el 2010. Se redujeron prácticamente a la mitad en el periodo 2002-2010, de 1.680 a 969. En cuanto a los bautismos, el propio Arzobispado de Oviedo dio la voz de alarma hace ya una década. En 2008 sólo habían pasado por la pila bautismal 5.820 bebés de los 8.600 nacidos ese año.
La asignatura de Religión tampoco pasa por un buen momento. La Delegación Diocesana de Enseñanza sí que sigue ofreciendo balances anuales. La matrícula está en torno al 60% pero con un descenso paulatino desde hace años. De hecho, se mantiene en esas cifras gracias a los colegios concertados y a los primeros ciclos. A partir de Secundaria, se desploma. La Iglesia ha batallado en los tribunales por mantener su estatus, porque siga compitiendo en igualdad de condiciones con otras materias.
No parece que a las alternativas civiles, sin embargo, les vaya demasiado bien. Los bautizos en los ayuntamientos tampoco acaban de despegar. Cinco concejos los ofrecen desde hace tiempo. Mieres comenzó hace una década y Siero, el último en incorporarse, desde enero de 2016. Sin embargo, entre 2008 y 2016 solo se oficiaron 37 ceremonias. Más tirón parece haber tenido la Red de Municipios Laicos, una estructura no oficial, que supone más bien una declaración de principios. Hace un año, había en Asturias ya más población bajo preceptos laicos que seculares. Se habían unido seis concejos (Oviedo, Gijón, Avilés, Langreo, Mieres y Castrillón) que suman el 65% de la población. Pero no es un club de normas estrictas, no exige una serie de actuaciones obligatorias a los consistorios que se unen, sino que espera que sean los propios ayuntamientos los que elaboren en un futuro próximo un catálogo de recomendaciones.
Tampoco parece que haya tenido demasiado éxito la propuesta de cambiar el 8 de septiembre por el 25 de mayo como Día de Asturias. El propio presidente de Asturias Laica -el colectivo más activo en el Principado-, José Luis Iglesias, reconoce que quizá la sociedad asturiana no esté madura para este tipo de transiciones pero es partidario de comenzar a lanzarlas para que la población vaya tomando conciencia. No es el único cambio que promueve este colectivo. También pretende que las vacaciones escolares de Navidad o Semana Santa se transformen en vacaciones escolares de invierno o primavera y que se aparque todo tipo de celebración religiosa en los colegios.
Más repercusión ha tenido en los últimos tiempos su campaña para tratar de sacar a la luz las inmatriculaciones de bienes públicos que podría haber realizado la Iglesia en el Principado. Varios ayuntamientos han suscrito la petición que también está registrada en la Junta General.
Crisis y laxitud
¿Es entonces la sociedad asturiana más laica? El experto de la Universidad de Oviedo David Alvargonzález se expresa en otros términos más ajustados. Señala que «la moral ya no es estrictamente católica» y además que existe «más laxitud en algunos mandamientos, en aquellos que no están regulados por la ley». Pero, a su juicio, «se exagera la laicidad». Con esta frase trata de explica la vinculación ineludible de la religión con la cultura. «Aunque seamos ateos, somos culturalmente católicos. Eres ateo al dios de los católicos. No somos culturalmente budistas ni sintoistas. Está en el idioma, en las costumbres. Todo eso es algo que no se cambia de un día para otro», señala. Apunta hasta cierta utilidad comunitaria de los sacramentos. Los ritos son funcionales. «Un funeral sirve para que la familia del fallecido reciba el pésame a la vez y no sea un goteo de días. Marca un corte que termina cuando acaba y se vuelve a la vida diaria», razona. Solo reconoce un riesgo inminente sobre la celebración de estos ritos. La profunda crisis de las vocaciones. No hay sacerdotes en las parroquias. Cada cura lleva territorios inmensos y no pueden jubilarse a los 65 años. ¿Has cuándo resistirá la actual estructural parroquial el Arzobispado de Oviedo?
El laicismo tiene que ser, de todos modos, planificado. Defiende Alvargonzález que habría que pensar en por qué otra cosa se cambia. «Hay que ver qué va a ocupar ese hueco, que otras religiones o creencias van a querer implantarse, porque en la historia eso siempre ha sido así. No es tan sencillo», argumenta este estudioso. «Si quitas el Belén y te viene Papa Noel haces de la torta un pan», insiste.
Sin embargo, sí se pueden dar pasos para los que la sociedad está madura. Considera que ha llegado el momento de sacar la asignatura de Religión del horario lectivo de institutos y colegios. «Dentro del horario lectivo no pinta nada», asegura. Entiende que pueda ser una actividad complementaria para aquellos que lo soliciten pero siempre fuera del calendario oficial. «Lo contrario es claramente un perjuicio para los que no quieren estudiar Religión», afirma.
Asturias Laica
El manifiesto de 2017 suscrito por los colectivos que defienden la urgente secularización no va en esa línea. Asturias Laica ha compartido el pronunciamiento en el que se denuncia «la vulneración que, en todo el mundo, se hace del derecho a la libertad de conciencia, pensamiento y expresión, como fruto de la invasión de las creencias privadas en el ámbito público del Estado, bien por la influencia de las confesiones religiosas mantienen hacia los gobiernos, bien por los propios propios Estados que las privilegian de forma muy diversa». Es especialmente grave, a su juicio, en lo referido a los jóvenes, porque «están sometidos a una segregación y una coacción moral que no han elegido ni han tenido la oportunidad de elegir». Lamenta que en pleno siglo XXI, «siga haciendo estados teocráticos y confesionales en los que el dogma religioso es, a su vez, la ley civil».
A España lo considera un estado «criptoconfesional». Esto supone que se privilegia a la religión mayoritaria como si fuese la estatal. Lamenta que se haga «en materia simbólica, política, tributaria, económica, en servicios sociales y la enseñanza, vulnerando principios constitucionales básicos». Su sueño, «una utopía universal, es un proyecto político y jurídico, en el que la laicidad de las instituaciones, los derechos civiles universales, la justicia social, la igualdad y la libertad de conciencia inunden todos los pueblos de la tierra, con un total respecto hacia todo tipo de convicciones». Los principios, de hecho, no son tan extraños. Son los que aparecen contemplados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.
La reflexión
David Alvargonzález analiza la posible tendencia social a la laicidad desde múltiples puntos de vista. Habla de las ceremonias católicas de los sacramentos, sobre todo, del bautismo, las bodas y los funerales. Señala que son «ritos de paso importantes y seguirán siéndolo». Las razones son sencillas, se refiere tanto al escenario como a la puesta en escena. Las catedrales y las iglesias son difíciles de sustituir por salones de restaurantes o de los ayuntamientos. «Hasta el Reconquista es una horterada en comparación con la Catedral de Oviedo», ironiza. Luego está la liturgia, el ceremonial, trabajo y pulido con el paso de los siglos, con la solemnidad que requieren hechos trascendentales de la vida. «Ni el mejor guionista puede competir», señala. Y pone más ejemplos. Este profesor de Filosofía es discípulo de Gustavo Bueno. Estuvo en la ceremonia civil de despedida que se le hizo tras su muerte en Santo Domingo de la Calzada. Aunque reconoce que fue bonita, bien planificada y emotiva, no es lo mismo que un funeral. Todos estos elementos se completan con el arte, la arquitectura, la música y la pintura, «al servicio de la Iglesia durante siglos».
Reconoce que los Estados, como el español son «aconfesionales, relativamente». Precisa que es muy difícil en este caso separar parcelas. Si un ministro de Defensa no va al funeral de un soldado muerto en combate puede entenderse como una falta de respeto. Muchos cargos públicos socialistas en Andalucía son costaleros en Semana Santa. Los partidos expresan en sus programas su relación con la Iglesia y con la religión. «En España gobierna el PP, un partido de derechas y su postura es de sobra conocida», argumenta este profesor. ¿Un político asturiano debe acudir en el ejercicio de su cargo a una ceremonia católica de una fiesta local o regional? Alvargonzález afirma que la mayor parte de las celebraciones tienen un origen vinculado a la religión, así que es complicado no hacerlo. Del mismo modo, ya en términos supranacionales indica que las naciones tienen una posición geopolítica que tiene que ver con la religión tanto en el momento de trazar estrategias como en la de planificar, por ejemplo, las políticas migratorias.