El filósofo materialista cuya genialidad anticipó al materialismo y a la ciencia moderna.
La época del surgimiento de Epicuro fue una época de decadencia para Grecia. Al desarrollo de un sistema basado en la esclavitud y la rapiña, la expansión comercial y colonialista, sigue una época de guerras entre las diferentes ciudades que, sumado a la carencia de un poder central, las debilita, con lo que la península termina por ser sometida por Macedonia. Es a este período de decadencia al que la filosofía de Epicuro enfrenta con un avanzado materialismo. Dando las espaldas a una despreciable situación histórica, se aboca al estudio del desarrollo de los procesos naturales.
Nace en el 341 a. de C. en Samos, adonde su familia que pertenecía a la nobleza ateniense había emigrado. A los 18 años Epicuro parte a Atenas para recibir su efebía (educación cívica y militar). Luego se reúne con su familia en Colofón donde se convierte en maestro de escuela. Descubre la filosofía por azar, leyendo a Demócrito. Según Diógenes Laercio es autor de más de 300 obras, de temas variados y una obra monumental sobre la naturaleza. Se iguala a Demócrito por la amplitud de sus temas de estudio y el carácter enciclopédico de su obra, ambos extienden el conocimiento y la razón a todas las esferas del saber; ambos comparten el rechazo a la explicación mítico-religiosa.
Instalado en Mitilene en el 309, donde enseña públicamente su doctrina, antes de un año debe emigrar rápidamente, pues ha concitado en contra suyo a la población y a las autoridades.
Vuelto más prudente, establece su escuela en Atenas. Adquiere un jardín en el que se reúnen los alumnos y el maestro. Las mujeres son recibidas como los hombres, lo que constituye una excepción en el mundo griego. “Lo distinguía una humanidad sin límites, se veía gratificado con numerosos amigos, y fue capaz de compartir los escasos recursos del huerto del famoso jardín durante una hambruna en Atenas”, señala D. Laercio. A su muerte dona el jardín a sus discípulos. Epicuro muere en el 270, pero su filosofía perdura hasta el final del imperio romano, por el que se extiende a través de sus discípulos Lucrecio y Filodemo, quienes perpetúan su memoria defendiendo sus concepciones materialistas. Lucrecio le dedicó su obra De la naturaleza de las cosas (De rerum natura), extenso poema dedicado a exponer las doctrinas del maestro, en la que considera a Epicuro como un héroe victorioso sobre la tiranía de la religión [1]. La escuela epicúrea se mantiene viva durante siete siglos, y se apagará cuando el oscurantismo cristiano alcance el poder, para volver a ser rescatada durante el Renacimiento.
En la concepción epicúrea los átomos son el último estadio de la materia, la más pequeña división de los cuerpos, los ladrillos con que la naturaleza forma la diversidad del mundo y el estado en que los cuerpos son estables. A diferencia de Demócrito, excluye de las explicaciones naturales el no-ser: un cuerpo contiene un número limitado de átomos, estos y el vacío, ambos infinitos, conforman el universo. El universo es ilimitado; si hubiera límite supondría alguna otra cosa que lo limite. La infinitud es otro de los aspectos importantes del materialismo de Epicuro. Para Mondolfo, “Por encima de los fantasmas de los dioses, ponía como verdadera divinidad universal el sumo poder de la infinitud”.
La diversidad de la naturaleza se origina en las diferencias de magnitud, de forma, de peso de los átomos, las que dan lugar a diversas composiciones. Es la permanencia de los átomos la que sostiene la conservación de la materia; la naturaleza es autosuficiente.
Epicuro perfecciona la formulación de Demócrito, enfrentando los mitos y la superstición, buscando en el conocimiento de la naturaleza combatir los miedos producidos por la ignorancia. El rayo, por ejemplo, lejos de ser una manifestación divina, puede provenir del choque de las nubes, del movimiento de la luz en su seno o de otras causas, siempre materiales: “¡Desterremos el mito!” exclama.
Epicuro elabora el primer empirismo materialista, que se mantendrá constante en sus sucesores. Para Marx, el empirismo de Epicuro es una novedad en el mundo intelectual griego y revoluciona la filosofía de su tiempo [2]. El origen del conocimiento estriba en las sensaciones, que dan acceso a la naturaleza. Admite, en caso de carecer de una solución clara, la posibilidad de ofrecer diversas explicaciones, como en el ejemplo del rayo. El conocimiento recae en la experiencia y plantea una especie de razonamiento hipotético; este modo de razonar será aplicado más adelante por las ciencias de la naturaleza.
Epicuro, siguiendo a Demócrito, desarrolla sus propios principios inmanentistas. No hay un pasaje del no-ser al ser, un surgimiento de la nada por obra de un dios; la observación no nos demuestra en la naturaleza más que un desarrollo propio, a cuyas leyes obedece. ¿De dónde nace la permanencia en la naturaleza, la solidez de los cuerpos, su materialidad? Los sentidos, si bien no nos dan acceso a los átomos, nos enseñan, por la observación de la descomposición de los cuerpos, su límite, que son los mismos átomos. Estos son los principios de la organización de la naturaleza, y su concepto no es ajeno a la experiencia. Los sentidos, la experiencia y la observación crean un vínculo entre la naturaleza y el pensamiento.
Según Charbonnat, el mundo es originado por los cambios que el movimiento de los átomos produce en la materia, siendo esto el modo cómo los seres se conforman. Los sentidos, que son la forma de conocerlas, nacen también en este proceso. De las infinitudes del espacio y de la materia se pasa a la infinita pluralidad de los mundos, que nacen de innumerables transformaciones de los átomos, que cambian y se renuevan inagotablemente [3].
Refiriéndose a Epicuro, Lucrecio señala: “Cuando ante los ojos de todos yacía vergonzosamente en tierra la vida humana abrumada bajo el peso de la religión… un hombre de Grecia se atrevió a levantar en su contra sus ojos mortales y a enfrentarse el primero a ella; a él no lo detuvieron ni las leyendas de los dioses, ni los rayos ni el cielo con su amenazante bramido”.
Fuentes: Historia de las filosofías materialistas, P. Charbonnat. Ed. Buridán, 2007. El infinito en la antigüedad clásica, R. Mondolfo. Ed. Imán, 1952.Diógenes Laercio. Vida de los filósofos más ilustres.
[1] ¿qué otro filósofo que Epicuro ha merecido un poema de más de 300 páginas para difundir sus ideas, un poema que se mantiene vivo desde hace dos mil años?
[2] Para profundizar ver Diferencia de la filosofía de la naturalez en Demócrito y Epicuro, de Karl Marx
[3] “Esta concepción de la infinitud aparece en el epicureísmo expresado tan explícitamente que hace palidecer al confrontarlas, las formulaciones modernas de Pascal y de Kant” R. Mondolfo.