El alcalde de Vigo en funciones José Antonio Sánchez, que se declaraba creyente, lamentaba el 7 de agosto de 1983 que el obispo de Tui-Vigo, José Cerviño Cerviño, rompiese la tradición al impedir que el representante de la ciudadanía leyera el texto de la ofrenda ante el Cristo de la Victoria. Carlos Mantilla, en nombre del Grupo Popular consideró desacertada la postura del obispo, en tanto que el portavoz socialista, Carlos Príncipe, manifestó que le parecía bien que el obispo separara lo divino de lo humano, al tiempo que dijo que esperaba que se aplicase el mismo criterio en otros actos de su diócesis, como la ofrenda del mar en Panxón, en la que había intervenido el presidente de la Xunta.
«La postura del obispo ha sido arbitraria y absurda», señaló José Antonio Sánchez, que aquellos días ocupa la alcaldía en ausencia de su titular Manuel Soto. El obispo basaba su postura en evitar la posibilidad de que un no creyente hiciese la ofrenda.