Por una vez, y sin que sirva de precedente, creo que Esperanza Aguirre tiene razón. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha elegido el discurso acertado al terciar en la polémica creada por un velo en un colegio de Pozuelo de Alarcón, afirmando que no se puede “poner en cuestión la libertad de cada centro para regular su propia convivencia". La Ley Orgánica de Educación (LOE) de 2006 da a los centros la autonomía para instaurar las normas de convivencia que crean oportunas, y la Ley está para respetarla. ¿Qué ha impulsado a Aguirre a obrar correctamente? Pues el hecho de que rápidamente se haya activado la corte de cínicos que rodea a la lideresa para hacerle el trabajo sucio, como se pudo ver ayer en el programa Alto y Claro de Telemadrid.
La primera muestra de hipocresía corrió a cargo de Lucía Figar, la consejera de Educación de la Comunidad, a la que Curry Valenzuela dio carta blanca para desbarrar en directo por teléfono. Se lamentó la señora Fígar del “caos” que se estaba produciendo en el centro escolar, con niñas que protestaban llevando el yihab y “niños cubiertos con capuchas”. ¡Qué rebelión! ¡Qué descaro! Qué pena que unos segundos antes ella solita se dejase en evidencia, contando ufana que en esos momentos se encontraba con Aguirre en Chamartín, estrenando su particular campaña de “rebelión contra el IVA”.
El siempre polémico Miguel Ángel Rodríguez criticó la actitud de los niños musulmanes en los colegios, porque, según él, se niegan a hacer gimnasia y a estudiar el cuerpo humano. Sea o no cierto este extremo, su postura es claramente falsaria, dado la defensa numantina que él y otros cavernarios hacen de que padres e hijos puedan objetar al “adoctrinamiento” que supone estudiar Educación para la Ciudadanía, negándose así a estudiar los Derechos Humanos , el respeto al diferente y los valores democráticos.
El festival siguió con Jaime González, redactor jefe de Opinión de ABC, quien debería meditar sus opiniones un poco más entre viaje y viaje de Telemadrid a la sede de Intereconomía. Sin ningún rubor aseguró que nada tiene que ver el velo islámico con la “tontería” de “perseguir” crucifijos. A través de algún recorrido mental de difícil explicación sentenció que, dicho elemento de tortura (en la época de Jesucristo) y justificador de torturas (en la Inquisición), sólo portaba elementos positivos. Sobre la diferencia entre la decisión personal de la niña musulmana y la imposición colectiva de un símbolo religioso a toda una clase, ni mu. No tuvo tiempo: alguien debía esperar sus ocurrencias en El Gato al Agua.
La guinda la puso Curry Valenzuela. La inmoderada moderadora del plural programa echó mano del recurrente argumento de que el velo es un elemento de “sumisión” de la mujer al hombre. Aquí, el que no es un experto del Islam, es porque no quiere. Desde luego, tanto Curry como sus adláteres olvidan rápidamente la igualdad de género cuando las leyes las redacta Bibiana Aído. Su cinismo queda patente en cada uno de sus analfabetos chistes sobre mapas del clítoris o lecciones de sexualidad en colegios andaluces y extremeños. No hablemos ya de la Ley del Aborto.
El Gobierno socialista no se atrevió a entrar en estas disquisiciones en la LOE que redactó en 2006, pasando la decisión a los colegios. Entonces no existía ningún problema, y no creo que lo que sucede ahora pueda calificarse así. Pero si se abre el debate y los centros educativos no demuestran la suficiente altura moral, quizás debamos sentarnos a discutir civilizadamente, sin demagogias, teniendo en cuenta todos y cada uno de los derechos de los menores: educación, libertad religiosa, imagen…
Decía el gran periodista polaco Ryszard Kapu?ci?ski que Los cínicos no sirven para este oficio. Servir no servirán, pero en Telemadrid se están poniendo las botas.
Marcos Paradinas es redactor jefe de El Plural