Amparo Martí es una gran conocida de los lectores que tienen la paciencia de seguir mis trabajos. Intensa socialista en la Cataluña de los primeros decenios del siglo XX hasta la Segunda República, fue miembro de la Agrupación Socialista de Barcelona. Escribió en casi todas las publicaciones del socialismo catalán y español, además de ser una infatigable oradora en mítines y conferencias sobre socialismo y cooperativismo, otra de sus grandes preocupaciones. En 1913 estuvo en la fundación de la Agrupación Femenina Socialista de Barcelona, y en tiempos de la República se destacaría por su trabajo a través de la Agrupación Femenina de Propaganda Cooperatista.
Pues bien, hoy nos acercamos a un texto que publicó en la sección de “Páginas feministas” en Vida Socialista del 8 de mayo de 1910 sobre la actitud de las mujeres piadosas en relación con el patriotismo y la Guerra de Marruecos frente a las mujeres del movimiento obrero.
Martí criticaba el concepto que tenían las clases acomodadas del patriotismo. En sus actos solamente se traslucía soberbia y vanidad. Y esto ocurría también con las mujeres de estos sectores sociales. Así exponía que mientras se producían duros combates en el Rif las señoras de la aristocracia y de la burguesía constituían juntas de socorro para las víctimas de la guerra, y eso les valía todo tipo de elogios y toda clase de alabanzas.
Pero antes de que se declarase la guerra y con el fin de que no hubiera víctimas y con el fin de que no tuvieran que molestarse dichas señoras (una clara apreciación irónica de Martí), las mujeres socialistas de Madrid y de otras localidades protestaron considerando que si había guerra cuál era la razón por la que no iban los ricos a la misma, como sabemos que se comenzó a reclamar cuando la Guerra de Cuba por parte del socialismo español, añadimos nosotros. Pero, al parecer, estas mujeres no cosecharon las alabanzas que si disfrutaron las mujeres piadosas.
Cuando Barcelona se levantó indignada exigiendo el fin de una guerra funesta y sin justificación alguna las mujeres se unieron a la protesta. No querían que se embarcasen más soldados. Al decir de la burguesía estas mujeres eran como salvajes y las señoras piadosas seguían con su labor.
La represión por los hechos del verano de 1909 en Barcelona había destrozado muchas familias con destierros, persecuciones, prisiones y fusilamientos. Pero el pueblo de Barcelona salió a la calle un domingo pidiendo libertad y justicia para los presos de julio. En esa manifestación figuró un gran número de mujeres, unidas a los hombres por el mismo objetivo. Por ello, cosecharon no pocos insultos por parte de los reaccionarios.
Al parecer, al poco tiempo esos mismos reaccionarios celebraron en Barcelona un mitin contra las escuelas laicas. No hubo señoras piadosas, pero sufragaron el acto.
Amparo Martín terminaba su comparación con una serie de consideraciones sobre la inexistencia de la piedad femenina en las mujeres de las clases altas. Habría que buscarla entre las mujeres de las clases populares.