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El legado islámico en Europa: más intercambio que conflicto religioso

Existe en nuestros días una tendencia a pensar en la interacción histórica entre el islam y el cristianismo en términos de conquista y conflicto religioso. Es una idea que hasta cierto punto vertebra algunas de las reacciones sociales y políticas que habitualmente se producen respecto a la inmigración islámica –en particular el desafío de los refugiados–, y el debate sobre su impacto en los valores fundamentales de Europa.

Sin embargo, esta es una visión que no comparten muchos de los investigadores que estudian las relaciones entre las diferentes religiones y culturas en Europa, cuyos análisis revelan, por el contrario, que durante siglos la situación fue mucho más compleja y rica en matices, y que no respondía únicamente a parámetros relacionados con la confrontación.

Un legado muy estudiado, pero falto de una interpretación global europea

En los últimos treinta años, los estudios sobre las interrelaciones históricas entre cristianismo e islam en Europa han crecido exponencialmente. Gracias a ellos, hoy en día se conocen mejor las redes culturales y comerciales, y las rutas terrestres y marítimas, a través de las cuales llegó al Viejo Continente un conjunto significativo de personas, conocimientos y objetos procedentes de las orillas islámicas del Mediterráneo y de los Balcanes.

Las investigaciones sobre estos asuntos han proliferado en diversas áreas geográficas –la península ibérica, Italia, Europa Central y los Balcanes, así como en las diferentes islas del Mediterráneo– pero, sin embargo, lo han hecho de forma aislada, mirando la historia local y dejando de lado una visión geográfica más amplia. En este sentido, el distanciamiento académico entre Europa Central/Oriental y la península ibérica, por ejemplo, es particularmente marcado.

Esta falta de una interpretación global es particularmente relevante porque ha entorpecido el reconocimiento de la naturaleza verdaderamente europea de la presencia del islam en el continente, y esto ha contribuido a alimentar ciertas ideas preconcebidas en la sociedad actual sobre la relación histórica entre islam y cristianismo.

Conscientes de la importancia de revertir esta situación, y teniendo en cuenta la encrucijada cultural y política que vive Europa en este momento, un grupo de más de 150 investigadores procedentes de 38 países de Europa y del Mediterráneo participan actualmente en una Cost Action, que tiene como título Islamic Legacy. Narratives East, West, South and North of the Mediterranean (1350-1750).

Los fundamentos de este proyecto han partido de diversas preguntas de investigación que enlazan el pasado histórico de las distintas regiones de Europa y buscan pensar con otros términos y desde nuevas perspectivas las sociedades premodernas.

Detalle del ‘Desembarco en Túnez’, Jan Cornelisz Vermeyen y Peter Coeck 1543-1548, Patrimonio Nacional, Madrid.

Repensando las relaciones con el islam

Frente a la generalización habitual que se da al concebir las relaciones políticas y culturales entre oriente y occidente en términos de alteridad, la realidad del estudio histórico muestra que la forma en que la oposición se fue forjando a través de los siglos no siempre es nítida.

Ciertas tendencias historiográficas han querido mostrar a las sociedades cristianas e islámicas como antagónicas, como dos modelos de vida y pensamiento opuesto, que vivieron continuamente enfrentados. Los textos y las imágenes han sido analizados, en muchas ocasiones, de modo descontextualizado y tendencioso, teniendo en cuenta solo una cara de la moneda, aquella que partía de la cultura supuestamente dominante, esto es, la Occidental.

Por ejemplo, la sociedad actual asumió, en parte, estereotipos nacidos de las plumas y los pinceles de escritores y artistas del mundo medieval y moderno. Estos retrataban al musulmán como un individuo que debía llevar turbante, ser muy moreno de piel y actuar con perversidad, siempre frente al cristiano, que debía de ser, por fuerza, blanco y de rectitud moral, dándose un suerte de pre-racismo. Estas ideas, asumidas durante años, y cuestionadas de modo muy superficial en ciertos momentos históricos, deben ser repensadas a la luz de un estudio crítico de las fuentes que incorpore recursos (imágenes y textos) islámicos.

Paño IX de la serie dedicada a la Jornada de Túnez (1535) elaborado por la Real Fábrica de Tapices, a cargo de Jacobo y Francisco Vandergoten, según los cartones pintados por Jan Vermeyen y Pieter Coeck van Aelst. Wikimedia Commons

El Mediterráneo como frontera porosa

Muchas de estas aproximaciones que insisten en un antagonismo entre islam y cristianismo, como dos sociedades separadas, parten de la idea de entender el Mare Nostrum más como una barrera entre Europa y el Norte de África, que como un espacio de intercambio.

Por suerte, esta tendencia está cambiando en los últimos años. A través de las biografías de cautivos, conversos o esclavos, o también mediante el estudio del comercio de tejidos, libros y otros objetos artísticos y de uso cotidiano, se puede percibir la intensidad de los contactos que se produjeron entre las orillas del Mediterráneo, con miles de personas, de objetos y de ideas circulando en cada instante.

El propio concepto de frontera precisaría una revisión cuando hablamos del islam en Europa. Los mapas definen líneas para separar territorios mediante distinciones políticas, culturales y religiosas que no siempre correspondieron con la realidad y que fueron cambiando durante siglos. Por ello es necesario repensar el concepto de límite geográfico como una representación creada para marcar distancias, pero que en realidad funcionaba de una manera viva como un espacio permeable de contacto.

El ejemplo de los museos

En los últimos años, se está produciendo una renovación en la forma en que los museos europeos organizan y presentan al público sus colecciones de arte islámico, como las del British Museum, el Gulbenkian de Lisboa, el Arqueológico Nacional de Madrid, el Louvre, el Museum für Islamische Kunst de Berlín o el Benaki de Atenas entre otros muchos.

En algunos casos, los espectadores se han encontrado, por ejemplo, con nuevas narrativas que buscan transmitir mejor las interrelaciones entre culturas y religiones diversas.

La renovación ha alcanzado las categorías artísticas tradicionales de “arte cristiano” y “arte islámico”, que ya no son entendidas como dos opciones distintas, como dos estilos diferenciados que parten de su propia tradición, sino como entes vivos, cambiantes y que beben mucho unos de otros. Por ello el debate académico se dirige ahora también al análisis de la interacción que se dio entre oriente y occidente, en mostrar una historia de contactos y no solo de enfrentamientos.

El desarrollo de proyectos como la Cost Action antes mencionada pretende la formación de una masa crítica académica que tenga alcance europeo y que permita establecer puentes entre la investigación básica y las instituciones culturales con el fin de que la sociedad europea reflexione de forma más consciente sobre un fenómeno, la presencia del islam en Europa, que forma parte de la historia compartida del continente.

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