El pasado 11 de noviembre de este año 2019, el Sr. Riay Tatary, actual presidente de la Comisión Islámica de España, remitió una carta a un instituto en la localidad de Gijón en la que afirma, entre otras cosas, que la prenda del Hiyab es algo preceptivo y una obligación religiosa para la mujer musulmana.
Esta carta se redactó como respuesta a una solicitud de una estudiante musulmana mayor de edad que estudia en dicho Instituto. La dirección de centro educativo se opuso a que la chica en cuestión asistiera a las clases con el velo en la cabeza al interpretar que ello va contra las normas del instituto.
El Sr. Tatary, teniendo otras opciones para responder a la consulta sobre este caso, recurrió a una afirmación que desde el Instituto Teológico de Estudios Islámicos consideramos sectaria y falaz al sentenciar que el Hiyab es una prescripción y obligación religiosa en el Islam.
El Hiyab o velo como prenda nunca tuvo mayor importancia en la historia musulmana hasta ya entrada la década de los setenta del siglo pasado. Generalmente siempre se le ha dado una consideración de carácter sociocultural.
Contexto contemporáneo
Tras la caída del califato otomano en 1923 aparecieron numerosos movimientos políticos que querían llenar el vacío de poder que dejó tras de sí el decadente dominio de Estambul, sobre todo en el mundo árabe. Entre estos movimientos destacó la cofradía fundada en Egipto por Hassan Al-Banna en 1928 llamada Al-ijwan Al-muslimin, es decir, Los Hermanos Musulmanes. Los Hermanos Musulmanes se definen a sí mismos como un movimiento «islamista». Este movimeinto se hace valer de la instrumentalización de la religión para alcanzar el poder.
Los Hermanos Musulmanes son un movimiento ideológico que ha resucitado interpretaciones medievales desarrolladas bajo el auspicio de dinastías, que en ocasiones eran tiránicas, y teniendo como máxima figura de inspiración y de referencia en sus edictos a Ibn Taimiyah (1263-1328), un erudito oscurantista que fue condenado por la mayoría de eruditos de su época por su fanatismo y sectarismo, entre otras causas. De acuerdo a los postulados de Ibn Taimiya, hoy día la mayoría de los musulmanes, al igual que antaño, estarían condenados por herejía o apostasía.
Imam Muhammad Abdu (1845 – 1905), impulsor del reformismo islámico contemporáneo.
A finales del siglo XIX y principios del XX, uno de los autores más relevantes del reformismo islámico, el antiguo mufti de Egipto Muhammad Abdu , afirmó lo siguiente: “el hiyab y el niqab no tienen nada que ver con el Islam”. Tras el inicio del movimiento de la reforma islámica, décadas más tarde, nacen los Hermanos Musulmanes para representar la contrareforma y el retorno a la jurisprudencia imperial medieval, que casi siempre legislaba en de contra los principios coránicos, aunque se presentaban ante la opinión pública como valedores y custodios de los mismos.
Los Hermanos Musulmanes inicialmente encuentran un aliado en las petromonarquías del Golfo que comparten con ellos los mismos postulados, aunque sea por razones estratégicas distintas. Esta alianza reforzó la capacidad de organización y de difusión de la cofradía y la impulsó a proyectarse de forma global extendiendo su influencia en casi todo el espectro de países llamados «mundo musulmán».
Los Hermanos Musulmanes inicialmente encuentran un aliado en las petromonarquías del Golfo que comparten con ellos los mismos postulados, aunque sea por razones estratégicas distintas. Esta alianza reforzó la capacidad de organización y de difusión de la cofradía y la impulsó a proyectarse de forma global extendiendo su influencia en casi todo el espectro de países llamados «mundo musulmán». Y así, nacería lo que ya se conoce como el Petroislam, una versión tergiversada y sesgada del Islam que llama al sectarismo, al fanatismo, al machismo y la violencia. Se trata de la misma corriente que influyó en las tesis radicales de autores como Sayed Qutub e inspiró a organizaciones como Alqaeda o Daesh.
Los movimientos «islamistas» encuentran en la mujer un instrumento ideal para visibilizar y medir su influencia sobre la sociedad. Esta es una de las principales razones por las que el Hiyab de repente adquirió tanta importancia. Muchos aún recuerdan cómo las mujeres musulmanas estudiaban en la mayor universidad islámica del mundo, Al-Azhar, y la mayoría no llevaban Hiyab.
Conferencia en la facultad de estudios islámicos en la Universidad de Al-Azhar (Egipto) en los años sesenta.
A partir de los años setenta, se inicia el mayor proyecto de propagación y proselitismo jamás llevada a cabo antes en el mundo musulmán, llamada Assahwah, es decir, «el despertar». Esta iniciativa fue financiada e impulsada por el petróleo de Arabia Saudí y otros países del Golfo, pero liderada mayoritariamente por los predicadores de los Hermanos Musulmanes, que además, coincidiría con la revolución de los ayatullah en Irán. Desde esa etapa, las mujeres musulmanas fueron expuestas a una campaña de chantaje emocional sin precedentes. Muchos predicadores achacaban a la ausencia del Hiyab en la vestimenta de la mujer musulmana los grandes problemas y la causa de todos los males del mundo musulmán. Algunos llegaban a decir, que el éxito del jardín en la otra vida o el destino del infierno estaban estrechamente ligados a la vestimenta del Hiyab. Aparecieron eslóganes como «El Hiyab es tu felicidad», «El Hiyab es tu honor», «El Hiyab es tu salvación», entre otros muchos…
Las organizaciones «islamistas» entendían que una mayor presencia de mujeres con Hiyab en la sociedad era signo del éxito de su influencia y el calado de su discurso.
Pero ¿de dónde viene esta relación entre el Islam y el Hiyab? ¿Es el Hiyab realmente una prescripción u obligación religiosa? ¿En qué se basan muchos predicadores del petroislam para afirmar este hecho?
Houssain Labras, Presidente del Instituto Teológico de Estudios Islámico (ITEI)