En vez de un discurso anunciado sobre laicismo, el presidente de la República acaba de tener en el colegio de los Bernardinos, de una manera confusa, argumentos que tienen un tono antilaico. Un comentario de dos citas permite demostrarlo.
1-“ compartimos confusamente el sentimiento de que el vínculo entre la Iglesia y el Estado se ha destruido, y que os importa a vosotros tanto como a mí repararlo”
¿Qué quiere decir realmente el presidente? Solo se deteriora lo que existe. Ahora bien desde la ley de separación laica del 9 de diciembre de 1905, el concordato napoleónico que unía el Estado al iglesia, no existe, salvo en Alsacia Mosela, donde los religiosos se aferran a sus privilegios. El presidente de una República laica debe tratar de manera igual las convicciones de los ateos, de los agnósticos y de los creyentes. Éste no es el caso con el señor Macron, que parece equivocarse de época. Se toma por un monarca que tendría que restaurar la alianza del trono y del altar propio del antiguo régimen. Sus argumentos están más cercanos a la postura concordataria, neogalicana que a un enfoque laico. De paso, inventa una historia imaginaria, pretendiendo en contra de la evidencia que los religiosos han sido desterrados de los debates democráticos. Para la memoria, han estado tan poco ausentes de la política que obtuvieron de Michelle Debreé una ley anti laica de financiación pública de las escuelas privadas religiosas en 1959. Con Jaén Royer y el profesor Lejeune se opusieron, en vano, a la legalización de la interrupción voluntaria del aborto por Simón Weil en 1975. El 24 de junio de 1984 una manifestación promovida entre otros por la Iglesia Católica y su red de escuelas privadas fue organizada contra el proyecto Savary del servicio público unificado de la educación nacional (SPULEN). El cardenal Lustiger, en un discurso en Versalles, calumnió este proyecto considerándolo liberticida. Como se sabe ese proyecto fue abandonado por François Mitterrand. En 1988 muchos católicos tradicionalistas, representados por Cristina Boutin, se opusieron a la creación del PACS. En vano. En 2012 El arzobispo de Lyon Barbarin afirmó que la ley Taubira abría la puerta a la poligamia y al incesto. Luego la “ manifestación para todos “ intentó hacer fracasar el “ matrimonio para todos “, de paso rebautizado “ matrimonio homosexual “ para intentar enmascarar su carácter universal. Cuando se compara la exposición mediática de los religiosos y la de los ateos, los primeros están claramente privilegiados.
2- “ Yo considero que el laicismo no tiene por función negar lo espiritual en nombre de lo temporal ni desenraizar de nuestras sociedades la parte sagrada que alimenta a tantos de nuestros ciudadanos”.
Este argumento imputa al laicismo una posición que no ha sido nunca la suya. Lejos de querer negar la vida espiritual, la emancipación laica hace posible su liberación y su pluralismo franqueándola de toda censura teológica o política. Ya no es el tiempo en que el Papa podía exigir a Daniele Da Volterredouble (“il braguettone”) pintar velos y calzoncillos a los cuerpos demasiado desnudos del admirable fresco de Miguel Angel (El juicio final) que se encuentra en la capilla Sixtina. Ya no es el tiempo en el que el Index librorum prohibitorum mantenido por la iglesia censuraba las obras literarias o filosóficas consideradas no conformes, y trabajos científicos contrario a literatura de la Biblia . Más recientemente no se puede olvidar el atentado contra un cine del barrio latino que proyectaba La última tentación de Cristo, de Martín Scorcese.
Estas palabras de Macron confirman una concepción claramente discriminatoria de la vida espiritual. Esta no es monopolio de la religiones. El laicismo no rechaza para nada la espiritualidad religiosa, sino que entiende que sean igualmente respetadas las convicciones espirituales, las de los ateos o las de los agnósticos, y todas las formas culturales que expresen el espíritu humano. Los humanismo sin dios de Diderot o de Condorcet, de Sartre o de Cemuscole , por citar sólo a ellos, no deben ser silenciados. Es significativo que Macron solo mencione pensadores católicos o protestantes. Ningún respeto a las deontología laica, sin embargo simple y nítida. El presidente es libre, en su esfera privada, de preferir el catolicismo. Pero en el ejercicio de sus funciones, no puede manifestar consideraciones para uno sin hacerlo para otros. Tal actitud es anti laica, pues vulnera la neutralidad que es la condición del igual respeto de todas y todos. La divisa republicana obliga. A propósito del teniente Beltrame, ¿por que hacer el vínculo entre su fe cristiana y su abnegación heroica, pero silenciar su pertenencia a la Francmasonería?
En cuanto a la temática de las raíces cristianas, certifica una vez más el enfoque discriminatorio, por omisión. La raíces cristianas de Europa y de Francia son innegables. Pero no son las únicas. ¿Por qué no mencionar el humanismo de la antigüedad, puesto en valor por el renacimiento, la edad clásica del racionalismo y del pensamiento científico, el siglo de las luces y del derecho natural que prepara la revolución francesa, luego el pensamiento social del siglo XIX? ¡Extraño libro de historia el que solo tiene un capítulo¡ El 4 de enero de 2018, cuando recibía los cultos con ocasión del juramentos, macron declaraba ya : “es impensable pensar encontrar el bien común de nuestra sociedad sin tomar plenamente en consideración a las religiones”. Se le ve, la obsesión selectiva y constante como en todos aquellos que piensan el laicismo solo en relación con las religiones: el señor Collomb, El señor Wauquiez. El posicionamiento evidente del presidente se corresponde con la ideología que intenta promover una “ laicidad de reconocimiento “. Esta expresión, contraria al artículo dos de la ley de 1905, es contradictoria, y constituye el nombre púdico de una jerarquización de las convicciones. El ateísmo confinado a lo privado, la religión reconocida de utilidad pública. ¿Habéis dicho “igualdad”?
Una última palabra sobre una frase recurrente del señor Macron: “ el Estado es laico pero la sociedad no lo es “. La distinción es inepta. Porque la sociedad ¿podría existir sin una organización mínima de la coexistencia de los seres humanos diversos en sus tradiciones y sus referencias? Lo que es verdad, es que la diversidad de opciones espirituales, para hacer sociedad ( ex pluribus unum), requiere de un dispositivo justo para todo el mundo. Ese es el papel de la laicidad, que funda un marco universal de principios emancipadores.
Por Henri Pena-Ruiz
Autor del Diccionario amoroso del laicismo (Plon, Paris 2014), antiguo miembro de la Comisión Stasi sobre el laicismo en la Republica.
_____________
*Los artículos de opinión expresan la de su autor, sin que la publicación suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan todo lo expresado en el mismo. Europa Laica expresa sus opiniones a través de sus comunicados.