El «Día de las ñatitas» muchos bolivianos salen a las calles con cráneos humanos a los que les atribuyen poderes milagrosos.
Miles de cráneos humanos fueron objeto ayer en Bolivia de la celebración del «Día de las ñatitas» o sin nariz, pues sus dueños les atribuyen poderes milagrosos y la capacidad de comunicarse con los vivos por medio de sueños.
El Cementerio General de la ciudad de La Paz -abierto en 1826, un año después de la fundación de Bolivia- se convirtió, como cada año, en epicentro de la visita de unos 20.000 devotos para celebrar la festividad, que ocurre ocho días después del Día de los Difuntos.
Las personas llegan al cementerio con sus calaveras, a quienes llaman «ñatitas», una palabra familiar para recalcar que son figuras humanas ñatas o sin nariz, en urnas de vidrio y marcos de madera. Las piezas están adornadas con gorros de lana, sombreros o coronas de flores.
Las «ñatitas» son sobre todo de personas que han sido olvidadas por sus deudos, aunque también corresponden a restos que pasan por generaciones, de padres a hijos, o incluso son sus mismos familiares, en una celebración de origen prehispánico.
En las callejuelas del cementerio hay miles de personas que han traído sus cráneos para compartir, para comer en honor a la pieza ósea y hasta para hacerle escuchar música, porque quieren agradecerle por los milagros que dicen que otorgan.
«Es un día muy bonito para ellas, ellas esperan su día y nosotros más tarde haremos una fiesta, para complacerla», en un salón con música, orquesta y comida, explicó a la AFPFernando Carrillo, comerciante, quien está con toda su familia, esposa e hijos, para agasajar a «Juanita».
«Yo tengo unos 10 años con la ‘ñatita’, parece que es solterita, señorita, de unos 25 años, se presentó en sueños a mi esposa y dijo cómo se llamaba», contó.
En otro lugar está Josué, junto a sus dos calaveras que se llaman «Juan» y «Bernabé». Asegura que uno es militar. «Cuidan la casa, hacen ruido y en sueños te dicen que tienen sed y piden refresco (gaseosa)».
La fiesta tiene origen prehispánico, pues los nativos sacaban a pasear en andas los restos de los difuntos, para que los ajayus (espíritus) volvieran a reencontrarse con sus cuerpos y sus familias.