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Cuando el dolor ya es inútil

Francia ha legislado a favor de una razonable sedación terminal para evitar dolorosas agonías

En Francia se ha dictado una ley sobre el final de la vida. Dicho así, parece que la muerte es un hecho que resulta imprevisible, tanto el momento como el lugar, como la edad, como la diversidad de circunstancias en que se produce. Sería una ley absurda, y no tiene sentido proponer una legislación de la cuestión. Se trata, de forma más razonable, de dictaminar sobre la sedación terminal, la que lleva a la inconsciencia a la persona que, inevitablemente, se está muriendo.

La ley que ha aprobado el Parlamento francés ha tenido también la aprobación generalizada por parte de la población. Y como precisa Albert Lladó cuando habla de este tema, no se trata de aprobar el suicidio asistido ni la eutanasia. Sencillamente, se trata de que una persona no viva, con lucidez y sufrimiento, que aquellos momentos son los últimos de su vida. Yo he visto alguna agonía insuperable, larga y dolorosa, por lo que estoy de acuerdo. El sufrimiento tiene una difícil justificación cuando es inútil. Los diputados de París mostraron claramente la voluntad popular en una votación: 436 a favor y solo 34 en contra.

La distinción es clara entre el dolor útil y el dolor inútil. La palabra latina sedare significa apaciguar, aquietar, y pienso que es eso lo que desearían todos los que ya han entrado en el camino de una muerte que no admite pasos hacia atrás.

Dice el diccionario que un sedante «disminuye la excitación del sistema nervioso central». Y lo que es deseable, precisamente, pienso que es evitar esta excitación angustiosa e inútil.

Yo visité algunas veces a un amigo en el hospital. Y hablamos del tema con su familia. Su mujer me dijo, en privado, que él ya no podía sobrevivir mucho tiempo. Al día siguiente volví al hospital y ya no entré en la habitación. En la puerta, su mujer me dijo que ya estaba inconsciente, que lo habían sedado para que no continuara sufriendo. Pienso en la expresión descanse en paz.

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