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Cruzada papal contra el laicismo en España

Benedicto XVI llega el jueves a Madrid con el objetivo de convertir el país en un “faro de evangelización”

El próximo 18 de agosto Benedicto XVI aterrizará en el aeropuerto de Barajas, en la que supondrá la tercera visita de su pontificado a España, la segunda en menos de un año tras la que le llevó a Santiago y Barcelona en noviembre de 2010 (en 2006 estuvo en Valencia). Ahora, junto a más de un millón de jóvenes católicos, clausurará la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), un evento multitudinario que obligará a cortar todo el centro de Madrid durante la próxima semana. La JMJ ha contado con la total colaboración de las instituciones públicas, que han calificado el evento de "interés especial", con exenciones fiscales y la aportación de más de 30 millones de euros del erario público en concepto de cesión de terrenos y dispositivos de seguridad, sanitarios, de limpieza y otros operativos.

España se convierte, así, en el lugar más visitado por el papa de Roma. Aunque el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, aseguraba este viernes que Joseph Ratzinger llega a Madrid "no como jefe de Estado, sino como líder espiritual", lo cierto es que durante las 79 horas que pasarán en la capital de España, Benedicto XVI será recibido por los reyes y los príncipes de Asturias, y se reunirá con el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, y con el líder de la oposición, Mariano Rajoy. Además, su secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, mantendrá una comida con los ministros de Presidencia, Ramón Jáuregui, y Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez.

El portavoz del Vaticano asegura que el Papa no atacará a España

El papa pronunciará en Madrid un total de ocho discursos, en los que hablará de los valores cristianos para la juventud, la defensa de la vida y del matrimonio tradicional, las raíces cristianas de España y los peligros del "laicismo agresivo", como ya apuntara en su anterior visita a Compostela. El portavoz vaticano, no obstante, apuntaba que el pontífice "viene a un encuentro con jóvenes", por lo que no hay que esperar "mensajes específicos para un país concreto". Lombardi sí reconoció que el papa "se acercará al contexto de la realidad en España" a la hora de dar sus consignas.

Pero ¿a qué viene realmente el papa Benedicto XVI a España? ¿Llega simplemente a celebrar unas misas con jóvenes venidos de todo el mundo, o persigue apuntalar la visión catastrofista sobre el país planteada por buena parte del Episcopado español, que considera que España es la punta de lanza del laicismo que impregna Europa y amenaza con alcanzar el continente americano, donde se concentran la mitad de los católicos? ¿O viene más bien a poner la puntilla al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a tres meses de las elecciones generales?

La batalla contra el anticlericalismo

Aunque las relaciones entre la Santa Sede y el Estado español son "cordiales" y basadas en el "mutuo entendimiento y la sana colaboración", según confirman ambas partes, lo cierto es que la situación en España preocupa, y mucho, en la Santa Sede. A la hora de elaborar sus discursos, Benedicto XVI ha tenido muy en cuenta los informes enviados a tal efecto por el gran organizador de la JMJ, el cardenal de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela. El cardenal quiere que este encuentro suponga una afirmación de la identidad católica de España frente al "anticlericalismo y laicismo agresivo" que, en opinión de la Conferencia Episcopal, se dan cada vez con más fuerza en nuestro país, y no ha dudado en dibujar al papa un panorama sumamente catastrofista de la sociedad y política españolas.

Ya en su mensaje a los jóvenes con motivo de la JMJ, el papa es especialmente crítico con "el relativismo que se ha difundido, y para el que todo da lo mismo y no existe ninguna verdad, ni un punto de referencia absoluto", y que además "no genera verdadera libertad, sino inestabilidad, desconcierto y un conformismo con las modas del momento". Para el pontífice, existe "una fuerte corriente de pensamiento laicista que intenta apartar a Dios de la vida de las personas y la sociedad, planteando e intentando crear un paraíso sin Él".

La pasada semana, Ramón Jáuregui advirtió de que no sería "aconsejable ni oportuno" que el papa "tuviera que decir algo sobre España". Y, al menos sobre el papel, Benedicto XVI no lo hará. Fuentes consultadas por Público han confirmado que el pontífice utilizará buena parte de sus discursos en especial, en su discurso de bienvenida y la vigilia de jóvenes en Cuatro Vientos para criticar aquellas legislaciones contrarias a la vida humana. Ratzinger no nombrará explícitamente ninguna de las leyes aprobadas en España, como las del matrimonio homosexual, el aborto, la reproducción asistida o el divorcio, ni sobre otras planteadas como la de la muerte digna. Pero sí recordará a los jóvenes y a los políticos católicos que la defensa de la vida humana, de la familia y del matrimonio tradicional "no admite excusas" y que un verdadero cristiano no debe sentirse concernido ante leyes que "no son justas" y, por tanto, "no deben ser acatadas".

También se espera que el papa haga un llamamiento a los jóvenes para trabajar por la castidad y el matrimonio tradicional, orientado a la vida. Benedicto XVI instará a los católicos especialmente a los españoles a promover las vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa, y a comprometerse en la vida política y social del país desde los parámetros del Evangelio. El papa también reclamará un mayor respeto para la cultura y la educación católicas, que en opinión de la jerarquía católica española están en entredicho, pese a los conciertos con los colegios católicos y la persistencia de la enseñanza religiosa en los centros públicos.

Recuperar España para la fe

La España que visitará Benedicto XVI dista mucho de ser el país católico que los obispos se empeñan en seguir afirmando, y que la visión de centenares de miles de jóvenes de todo el mundo, que se darán cita en Madrid, podría hacer pensar. Benedicto XVI recordará, como ya hiciera Juan Pablo II, las raíces cristianas de Europa y, especialmente, de España, y la necesidad de que no se pierdan. En la línea de lo que apuntara recientemente el cardenal Rouco, España es para Roma un nuevo "faro de evangelización".

Sólo el 10,3% de los españoles afirman ser católicos practicantes

Sin embargo, y según los últimos datos del CIS, el porcentaje de la población española que se considera católica ha pasado de un 87% en 1992 a un 71,7%. En cuanto a los jóvenes, el panorama es desolador. Apenas la mitad se declaran católicos, pero sólo el 10,3% afirma ser practicantes. En 1967 era el 77%.

Por otro lado, según el Injuve, más de la mitad de los jóvenes católicos practicantes de nuestro país (53%) están a favor de los matrimonios homosexuales. Asimismo, ocho de cada diez jóvenes españoles aprueban las relaciones entre personas del mismo sexo, y su equiparación al matrimonio tradicional, y sólo el 7% de ellos sigue la doctrina de la Iglesia en materia sexual. Un 83% de los encuestados admite usar anticonceptivos y no sentir culpa alguna por ello.

Un 64% de los jóvenes cree que la Iglesia se mete demasiado en política

En un reciente informe sobre la juventud española, la Fundación SM (perteneciente a la orden religiosa de los marianistas) habla de que un 62% que no asiste "nunca o prácticamente nunca" a la iglesia, de tan solo un 7 % que cumple con el precepto dominical de ir a misa y de un 60 % que jamás reza. El citado estudio presenta a la Iglesia católica española como una institución "poco valorada" por los jóvenes, que la sitúan en el último puesto de su ránking de preferencias, inmediatamente después de la política. Así, un 76 % piensa que es "demasiado rica" y un 64 % que se mete demasiado en política. Del mismo modo, el 75 % de los consultados por la Fundación SM sostiene que la Iglesia tiene una postura anticuada en lo referente a la vida sexual de la gente, y el 63 % cree que "se mete demasiado" en su vida.

Tres de cada cuatro jóvenes están a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo o de la muerte digna, mientras que sólo el 16,3%, según el CIS está en contra "en todos los casos" del aborto.

Falta de vocaciones

Otra de las preocupaciones del Papa, y verdadero objetivo de las JMJ, es la cuestión de la falta de vocaciones. En nuestro país el número de sacerdotes y religiosos ha descendido de forma brutal en las últimas décadas, hasta el punto de que, por primera vez en la historia, no está asegurado el "relevo vocacional" en los próximos 20 años. Sin embargo, la llegada del Papa a Madrid, convirtiendo al cardenal Roucoque cumple su edad de jubilación, 75 años, el 20 de agosto, siendo agasajado por el pontífice en el único que ha organizado dos JMJ (en Compostela, 1989 y en Madrid), supondrá un espaldarazo a la política llevada a cabo por el Episcopado, que amenaza con convertir la católica España en un erial de vocaciones. Por si acaso, el 22 de agosto, una vez que Benedicto XVI haya regresado a Roma, el Camino Neocatecumenal congregará a los 330.000 chicos y chicas que Kiko Argüello ha desplazado a Madrid, y sacará de ellos varios cientos de vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa. Este será el fruto y el "éxito" de las jornadas.

La labor de las ONG

Aunque las jornadas han dejado prácticamente de lado su vertiente solidaria, Benedicto XVI sí dedicará alguno de sus discursos a agradecer la labor de misioneros y ONG como Cáritas o Manos Unidas. El papa tendrá un especial recuerdo para las víctimas de la hambruna en el Cuerno de África, después de las fuertes críticas recibidas por el elevado coste de la JMJ mientras millones de personas mueren de hambre y sed, y aprovechará para hablar de la crisis económica que, en opinión de la Iglesia, se funda en una "crisis de valores". De ahí que Roma piense que, para salir de la crisis, hace falta que los jóvenes, y la sociedad, se acerquen más a Dios. O, en otras palabras, devolver el papel preponderante de la fe en una sociedad laica. Y aquí, tal vez, se encuentre el principal objetivo de este viaje papal: la recristianización de una sociedad que cada vez es más pagana.

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