Respecto a la Semana Santa como expresión de la identidad nacional, Cosidó destacó las profundas «raíces cristianas» de España, desde el nacimiento del Estado
COMENTARIO: Este pregón del Director de la Policía Nacional es el claro ejemplo del confesionalismo del actual gobierno del PP y del regreso al más puro nacional catolicismo donde se confunde a la ciudadanía con los católicos, al Estado con la iglesia católica y el imperio o la obra evangelizadora que España tiene que realizar ante el mundo como lo hizo durante el colonialismo americano.
«La celebración de la Semana Santa es sin duda el mejor símbolo de la fortaleza de la raíz cristiana de España y de Europa, y debe ayudarnos a edificar ese futuro desde la verdad, la libertad, el amor y la justicia que Jesús nos muestra clavado en la Cruz». Esta concepción de la Semana Santa fue defendida por el director general de la Policía Nacional, el palentino Ignacio Cosidó, en el pregón que pronunció en la iglesia de San Francisco. Cosidó ofreció una interpretación de la Semana de Pasión desde la perspectiva de su testimonio cristiano y la voluntad de hacerlo público, citando en varias ocasiones a los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Presentado por Ramón Polanco, presidente de la Hermandad de Cofradías, de quien destacó su estrecha vinculación a la Semana Santa de Palencia –pertenece a la cofradía de Jesús Nazareno–, Ignacio Cosidó recordó los grandes valores de la celebración en esta ciudad: autenticidad, intensidad, sobriedad, silencio, devoción de los cofrades y participación de los ciudadanos en todos los actos. Se refirió también el pregonero a la presencia de jóvenes en las cofradías, «muestra de esa juventud comprometida que pudimos ver durante la Jornada Mundial de la Juventud celebrada por el Papa recientemente en Madrid, y que es además la mejor garantía de futuro para nuestra Semana Santa», según el pregonero, que tuvo como auditorio una iglesia repleta de fieles y un altar presidido por el imponente Jesús Crucificado, de Alejo de Vahía, titular de la cofradía del mismo nombre, que se venera en este templo.
El espíritu de unidad entre todas las cofradías fue ensalzado por el pregonero, «como se comprueba en las tandas multicolores de algunos pasos». Todos estos valores están contribuyendo a que crezca y mejore una Semana Santa «que tiene ahora como meta más inmediata convertirse en fiesta de interés turístico internacional, un objetivo para el que cuentan con todo mi apoyo», destacó Cosidó.
El pregonero recordó la estrecha vinculación de la Policía con la Semana Santa en muchas ciudades de España, incluida Palencia, ya que este cuerpo es hermano mayor honorario de la cofradía del Santo Sepulcro. También recordó la vinculación familiar que le une a la Semana Santa palentina a través de su mujer, Carmen Betegón, integrante de una familia que pertenece desde hace varias generaciones a la cofradía de Jesús Nazareno. «En realidad, como en tantas otras cosas, empecé a vivir, a valorar y a querer la Semana Santa de Palencia de la mano de Carmen», aseguró. «Desde hace casi tres décadas hemos faltado pocas veces a los Santos Oficios en la iglesia de San Pablo, donde hace ya quince años nos casamos», apostilló.
Tras esta primera parte de sus vivencias personales, el pregonero abordó su intervención cargado de reflexiones –con una gran base intelectual– sobre la Semana Santa. En primer lugar, habló del papel de los políticos católicos y definió cómo deben comportarse. «A pesar del desprestigio que hoy sufren los políticos, sigo creyendo que la política, entendida como búsqueda del bien común, es también un campo fértil donde poder desarrollar una vocación cristiana de servicio a los demás», señaló. «Un político que quiera ser coherente con su condición de católico debe realizar una defensa firme de los valores básicos de la sociedad: familia, escuela, derecho y libertad». «Debe vivir con rectitud y honestidad, practicando en todo momento la máxima de seguir el bien, de buscarlo, de realizarlo, manteniendo en todo momento la coherencia entre su vida privada y el ámbito público». «Un político católico debe tener un compromiso especial de velar por la verdad y la justicia y debe aplicar esos principios en su actividad cotidiana, aún cuando ello suponga un riesgo personal o político». Son algunas de sus reflexiones, que apostilló diciendo que «a veces, para mantener esos principios, se necesita mucha firmeza y mucha valentía».
En este contexto, Cosidó señaló que «el ejercicio del poder genera riesgos para el cristiano, que debe prevenir manteniendo como señas de identidad la humildad y el espíritu de servicio». «En definitiva, es preciso cultivar el vínculo entre razón y fe para, a la luz de ambas, tener la capacidad de resolver problemas y encontrar soluciones».
Tras estas reflexiones, el pregonero invitó a vivir la Semana Santa en tres grandes dimensiones: como expresión de libertad, como símbolo de la identidad común española y como un ejercicio de fraternidad, de solidaridad y de esperanza, «especialmente en estos graves momentos de crisis». Sobre el primer punto, Cosidó aseguró que «es esencial que los católicos defendamos el derecho a vivir nuestra fe y a expresarla públicamente a través de nuestros símbolos, nuestras ceremonias y nuestras procesiones», y añadió que la Semana Santa en España es «un verdadero dique de contención frente a las corrientes laicistas que tratan de recluir la religión a un ámbito estrictamente privado, desterrando cualquier expresión religiosa del espacio público».
Respecto a la Semana Santa como expresión de la identidad nacional, Cosidó destacó las profundas «raíces cristianas» de España, desde el nacimiento del Estado –«vinculado a la lucha por defender unas creencias religiosas propias»–, y la evolución histórica –«España ha contribuido a lo largo de su historia a la obra de Evangelización y a la fortaleza espiritual de la Iglesia universal como quizá ningún otro país lo haya hecho»–. «El cristianismo ha sido durante mucho tiempo nuestra principal conexión con Europa», apostilló.
La última vivencia de la Semana Santa que desarrolló Ignacio Cosidó es la fraternidad y solidaridad. «En este momento de crisis, donde muchas familias palentinas pasan dificultades, donde millones de españoles se encuentran en el paro y donde la pobreza avanza, es esencial vivir este valor de la solidaridad que es inherente a nuestra Semana Santa», aseguró. Un ejercicio de solidaridad que vinculó a las cofradías, cuyos objetivos son, citando a Santiago Francia, el culto, la fraternidad y las obras sociales.
Cosidó terminó el pregón con otras reflexiones sobre la Semana Santa y su significado: «Una invitación a superar la crisis de nuestros días, la crisis actual que no es otra cosa que la manifestación de una crisis humana: económica y social, pero también moral y espiritual».
El pregonero invitó, finalmente, a «ahondar en la recuperación de la autenticidad y el significado de cada uno de los símbolos de estas celebraciones, todo ello desde la conciencia de que las cofradías no son meras asociaciones culturales, sino que son fundamentalmente expresiones colectivas de fe y de comunión entre los hermanos».