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¡Con mis impuestos no!

¿Quién pagó el mitin nacional-católico del día 30 de diciembre? ¿Los católicos practicantes con sus generosas donaciones en misa dominical? ¿El ecónomo de la diócesis de Valladolid con los beneficios de las inversiones especu

¿Una aportación del Instituto para las Obras Religiosas (IOR) conocido popularmente como Banco Vaticano, presidido en su momento por el Cardenal Paul Marcinkus, prófugo de la justicia, “asilado” en el estado del Vaticano y fallecido plácidamente en el año 2006 en EE.UU., famoso por sus vinculaciones con el banquero de la mafia Michele Sindona (muerto en la cárcel envenenado con arsénico), con el Banco Ambrosiano (su presidente, Roberto Calvi apareció ahorcado bajo un puente sobre el río Támesis en Londres, con piedras en los bolsillos y diez mil dólares en metálico), con la Logia Masónica-fascista-mafiosa-golpista P-Due, cuyo presidente Licio Gelli inició su “carrera” como voluntario de los camisas negras mussolinianos en nuestra guerra civil? No, lo pagamos todos los españoles, católicos, ateos, agnósticos, judíos, musulmanes, budistas, protestantes, etc. ya que como es bien sabido, la Iglesia vive de los presupuestos generales del estado.

No es verdad
No es verdad, como dicen los defensores de éste sistema de financiación, que la Iglesia recibe la aportación voluntaria de los contribuyentes que marcan la casilla destinada a esos efectos en el impreso del IRPF. Lo que estos hacen es detraer, de lo que les corresponde pagar, el 0.7%, que se resta de los ingresos totales. Con este mecanismo aportan al Estado el 99,3% de lo que corresponde a su cuota, no el 100%.

El porcentaje que le plazca, sin límite
Sería aceptable que el católico que quiera aportar a su Iglesia, una vez ingresado el total de la cuota, añada el porcentaje que le plazca, sin límite. Que la Agencia Tributaria actúe como recaudadora y liquide las aportaciones a la Iglesia, pero con una condición, que se le cobre un porcentaje por la gestión, como cualquier banco. Con el dinero así recaudado podrán hacer lo que quieran, fletar autobuses a sus mítines, organizar manifestaciones contra las leyes civiles democráticamente aprobados en el Parlamento (matrimonio, educación, etc.) e incluso financiar su propio partido político Demócrata Cristiano, Social Cristiano o como le plazca llamarlo, ya tienen, como se vio en el mitin, a Jaime Mayor Oreja, y si quieren agregar el componente “social” tienen a Gotzone Mora, también asistente al acto.

Todos los sueldos, de nuestros impuestos
De nuestros impuestos también se pagan los sueldos de todos los miembros de la Iglesia, desde un cura de barrio al Cardenal Primado, a los que hay que agregar el de los profesores de religión, que salen directamente del presupuesto del Ministerio de Educación, ni siquiera del injusto 0.7%.

Las escuelas de la Iglesia, también
La educación, otro anacronismo. Es función de un estado democrático y moderno garantizar una educación de calidad, obligatoria, laica y gratuita. Quién quiera otro tipo de educación está en su perfecto derecho, tienen la escuela privada, pero deben hacerlo a su coste, no al de todos los españoles. Las escuelas de la Iglesia también se pagan con cargo al presupuesto del Ministerio de Educación (tres mil millones de euros anuales), no están incluidos en el del 0.7% del IRPF.

La sanidad…¿privada?
Quien quiera que sus hijos reciban clases de religión, tienen las iglesias para ello, no es la escuela pública el sitio. El Estado garantiza la educación pública, al igual que la sanidad, y con respecto a esto y sirve como ejemplo, cualquier ciudadano que lo desee (y hay muchos) pueden contratar un seguro médico con empresas privadas, estas no están “concertadas” como la enseñanza, se lo pagan de su propio bolsillo, como debe ser, sin embargo son numerosos los casos en que estas empresas sanitarias (la sanidad para ellos es un negocio, no un servicio) cuando sus asociados requieren largos y costosos tratamientos, lo derivan a la sanidad pública, o no admiten a determinadas personas “de riesgo”, en eso se parecen mucho a la educación concertada que no admite inmigrantes.

Una Iglesia sin complejos en la lucha política
Esta jerarquía eclesiástica, simoníaca, voraz, insaciable, integrista, talibana, instalada de lleno y sin complejos en la lucha política, pretende el regreso al sistema teocrático. Es un deber cívico contener esta brutal ofensiva y exigir del gobierno democrático que asuma valientemente la responsabilidad de separar claramente los ámbitos de actuación (y financiación) de cada cual y, si la Iglesia no da al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, que lo haga el Gobierno, es su obligación, y no está solo.

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