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Cofradías militantes

En esta España de ópera bufa que nos ha tocado vivir, nada es lo que parece y la realidad se enrosca sobre sí misma para parecer una caricatura. Max Estrella sigue encontrando la realidad en las distorsiones de los espejos del Callejón del Gato y aparecen gentes que no dudan en sumarse al esperpento nacional, que no temen hacer el ridículo enseñando su punto más flaco: la incoherencia (que viene a ser la falta de rigor, la insultante contradicción entre lo que se dice o hace y lo que se predica). Si la incoherencia es demasiado obvia, totalmente insoslayable, son capaces de hacer de ella una bandera, una seña de identidad, que los identifica como inconsistentes defensores de una causa más o menos justificable, más o menos difusa, que con sus contradicciones alcanza insospechables cotas de hipocresía y mentira.

He aquí que las cofradías de semana santa se reúnen para adoptar medidas en contra de la ley de ampliación del aborto y amenzan con el sonrojo de verlos lucir lazos en las procesiones de la semana que ellos celebran como santa (yo llevo muchos años paganizándomela en la playa, si hace bueno, o quedándome en mi casa, si hace malo, pero siempre lejos -cuanto más, mejor- de los cirios, el incienso y las trompetas). Resulta ahora que Conferencia Episcopal y federación de cofradías han descubierto la pólvora del aborto, algo intolerable para su moral católica, y han decidio cambiar el sentido tradicional de los desfiles profesionales para convertirlos en una manifestación contra el Gobierno de Rodríguez Zapatero. O sea, la semana santa reconvertida en lucha política, la iglesia católica en un auténtico lobby de opinión y las cofradías en partido político. O algo así, que es que me entran dudas, de lo confuso que está el asunto. Es tanto el barullo, que en cada sitio se va a hacer una cosa distinta (parece que en Granada, sólo habrá un manifiesto), en función de las presiones recibidas o de la disponibilidad de los cofrades, que no todos parecen estar dispuestos a entregarse de esa forma al poder eclesial, ni a sus pompas y vanidades.

Es muy curioso, que ni la iglesia ni las cofradías hayan dicho una sola palabra sobre la crisis económica que recorre todo el mundo, que está llevando a miles de familias al paro, o sobre la guerra de Irak (eso sí que es obsceno), o sobre Darfur, la violencia de género, la pederastia (¡tan cercana a estos píos varones!), la injusticia estructural de esta sociedad, la banca blindada… Nada de esto parece tener la menor importancia para estas gentes, pero que el gobierno saque adelante la nueva ley del aborto (que debió hacerse hace treinta años) es tan correoso para ellos, que van a usar las procesiones para demostrar su malquerencia.

Es cínico y ridículo, pero además es adueñarse de una tradición cultural en la que participan muchos ciudadanos que, paradójicamente, están a favor de Zapatero y de la ley que su gobierno pretende sacar adelante con el apoyo de media sociedad. No olvidemos que también la semana santa es un fenómeno social, de amplias masas entre las que hay gentes de todas las ideologías y que las cofradías sólo cohesionan ciertos aspectos de sus cofrades: que su trono sea el mejor, que su banda suene como la misma gloria, que la imagen estrene un nuevo manto de oro y pedrería cada pocos años… pero que, al margen de estas mostrencas realidades ilusorias, cada uno es cada uno y vota a quien vota, por lo que nadie debería pretender ser exponente del sentir de una cofradía, mucho menos de una hipotética militancia en tal o cual sentido. Pretender que todos los cofrades de una cofradía estén en contra del aborto es casi tan ridículo como pretender que todos estén a favor. Pero esto no parece importarle mucho a la iglesia ni a la jerarquía, que no escatima en medios para luchar contra el PSOE y sus políticas, especialmente las que tienen connotaciones éticas, así que, con una semana santa como la que se avecina, yo invito a los lectores (al menos a aquellos que no tengan unas fuertes convicciones religiosas) a que boicoteen las procesiones y se note abiertamente el rechazo de una parte de la sociedad a manipulaciones semejantes, a majaderías tan viles, a la progresiva derechización de esta sociedad esperpéntica en que estamos. A fin de cuentas, esta iglesia, mejor pagada que nunca con Rodríguez Zapatero (y no sabéis cuánto me duele esto, dada mi militancia socialista), tiene abierto el registro de partidos políticos, al igual que la federación de cofradías. Que se inscriban, se presenten a unas elecciones y hagan política vestida de política y no disfrazada de procesión, porque vamos a terminar tan confundidos que no sepamos si estamos en semana santa o en carnaval. Amén.

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