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Cine de Verano desde Zeleb: ‘MIDSOMMAR y los peligros de la noche de San Juan sueca’

Pertenece Midsommar a un cierto género (o subgénero) de cine que abunda en el mal rollo y lo absurdo hasta extremos que provocan a la vez perturbación y risa. Si han visto The Neon Demon El sacrificio del ciervo sagrado, entenderán de qué les hablo. Y algún ratito de David Lynch, tres cuartos de lo mismo. O sea, que lo pasas mal pero, a partir de un nivel de exceso ya entramos en el territorio del cachondeo. Dicho esto, Midsommar está muy bien. Pero alguna vez se te escapa una regocijante carcajada, sobre todo en la escena de sexo en la que una anciana de la tribu empuja el culete de uno de los protagonistas durante un ritual reproductivo con griterío de mantras nórdicos. 

Pero esta sección habla del verano y Midsommar es una película veraniega al 100% ya que centra su relato en las peripecias un grupo de estadounidenses (con parejita en crisis incluída) que viaja a un confín de Suecia donde se celebra el solsticio estival de muy peculiar manera.

En realidad, Midsommar adapta el miedo al extraño (al salvaje, al de distinta cultura, al congénere desconocido) en el que se basa toda una corriente del cine de terror que va desde 2000 maníacos Holocausto canibal. Los caníbales, en Midsommar, son suecos de inspiración hippy.

¿Y qué hay de la sensacion de verano en esta película?

Pues evoca Midsommar un poco ese verano (prepandémico) de festivales y resacones provocados porla inconsciente mezcla de Anís del Mono y MDMA.

La luz, el buen tiempo, la naturaleza, la sensación de que la madre tierra nos acoge… y el ser humano empeñado en lanzarse a sus abismos interiores más oscuros. 

No hay manera.

Sea verano o invierno.

O de cómo las celebraciones estivales pasan factura.

En Midsommar los paisajes son estupendos, la fotografía resulta perfecta, todo huele a esos primeras días (todavía no tan calurosos) del periodo vacacional. Actrices y actores: bien, gracias.

La noche de San Juan en versión oscura. Una buena película en la que irrumpe la risa como cuando ves cine gore y tanta brutalidad activa algún resorte nervioso del cerebro que confunde las cosas.

Ría después de temblar.

Como en Brácula: Condemor II.

Por ejemplo.

Y luego, de fondo, ese mensaje muy conservador pero no del todo equivocado: como en casa, en ninguna parte. Viajar muy lejos es perderse.

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