Chechenia sabe perfectamente qué música quiere. Y no de una forma vaga, etérea o metafórica. No. Su Gobierno tiene tan claro qué tipo de música deben escuchar sus conciudadanos que acaba de decretar la que probablemente sea una de las normas más delirantes en la extensísima y ya de por sí sorprendente historia de la música: la república rusa ha decidido prohibir todas las obras que no estén en una franja de 80 a 116 bpm (beats per minute), lo que deja fuera muchos hits de géneros como el pop o tecno. El motivo: no quiere temas demasiado lentos ni demasiado rápidos.
Allí que una canción sea buena o no depende del tempo.
Ojo a los ritmos. Si tienes pensado viajar a Chechenia en los próximos meses y quieres escuchar música es mejor que repases bien tu lista de Spotify. El tempo ha pasado a convertirse allí en toda una cuestión de Estado. Tanto, que su ministro de Cultura, Musa Dadayev, acaba de anunciar que todas las obras musicales, vocales y coreografías deberán atenerse a una franja de bpm bien definida.
Los artistas de la república rusa dispondrán de algo menos de dos meses, hasta el 1 de junio, para adaptar sus temas a los nuevos criterios chechenos. Si no lo hacen, el Ministerio de Cultura advierte que no les permitirá interpretarlos en público.
De 80 a 116 bpm. Y para demostrar hasta qué punto las autoridades están decididas a poner límites de velocidad a la música, han acompañado su anuncio de una pauta perfectamente medible. Dadayev ha precisado que de ahora en adelante ahora todas las piezas deben enmarcarse en un tempo comprendido entre 80 y 116 bpm, lo que dejaría fuera hits de algunos de los géneros más populares.
La firma Ableton precisa por ejemplo que el hip-hop suele moverse de 60 a 100 bpm, si bien hay quien extiende esa horquilla hasta los 140; el house va de 115 a 130 y el techno de 120 a 140. El baremo excluiría muchos temas del pop.
Malas noticias para Swift, Rosalía o Drake. Hay plataformas, como Song BPM, que permiten ir más allá de los géneros y calcular el dato de cada canción. Y una consulta rápida muestra que las pautas chechenas dejarían fuera algunos hits de artistas internacionales. Tanto por excesivamente rápidos, como por lentos.
Por ejemplo, ‘Look What You Made Me Do’, de Taylor Swift, estaría en 128 bpm; ‘Run the World (Girls)’, de Beyoncé, marca 127 bpm; ‘God´s Plan’, de Drake, se queda en 77 bpm; y ‘Catalina’, de Rosalía, en 78 bpm. Ni los Rolling Stones se salvarían. Su clásico ‘Paint It, Black’, se pasaría de frenada, con 159 bpm.
Pero… ¿Por qué? Para limitar una influencia occidental que considera «contaminante». Con ese propósito, Chechenia, una república rusa de mayoría musulmana, dirigida por el polémico Ramzán Kadyrov y objeto de gravísimas denuncias por la persecución que sufren los homosexuales en el país, ha decidido ponérselo difícil a los músicos internacionales con ritmos extranjeros.
Como recogen TASS o The Moscow Times, el objetivo es que todas las obras que se escuchen y bailen allí se ajusten «a la mentalidad y el sentido del ritmo chechenos».
«Es inadmisible tomar prestada la cultura musical de otros pueblos», recalca el ministro de Cultura: «Debemos aportar al pueblo y el futuro de nuestros hijos el patrimonio cultural del pueblo checheno. Eso incluye todo el espectro de normas morales t éticas de la vida de los chechenos». A falta de Beyoncé o Swift, el folclore tradicional incluye baladas y temas que hemos visto bailar al propio Kadyrov.
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