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CC OO reivindica que los docentes de religión se conviertan en funcionarios

El sindicato sostiene que estos docentes «no son contratados a dedo» por el obispo a pesarde que sea imprescindible un certificado de idoneidad. El Obispado difunde una nota con los mismos argumentos del sindicato

COMENTARIO:  ¿Piensa acaso CCOO que una enseñanza confesional y adoctrinadora debe formar parte de la escuela pública? ¿Es que acaso los catequistas no dependen de la idoenidad del obispo para ejercer su actividad en la escuela? ¿Es que no pagamos con dinero público catequistas religiosos, sean de la confesión que sean? ¿Es que un sindicato que se dice de clase puede estar de acuerdo con todo esto? Pero no nos extraña, después de haberse convertido también en los adalides de la escuela confesional costeada con fondos públicos. ¿No es hora de luchar por una verdadera escuela pública y laica, o es que CCOO ya ha olvidado las grandes aspiraciones del movimiento obrero y está asimilando las doctrinas neoliberales tan en boga en estos momentos? Con los ompañeros de viaje que se ha juntado (UGT, CSIF, ANPE y el obispado) no podía haber llegado a otra conclusión.


CC OO avala el sistema de acceso a la docencia en la enseñanza pública de los profesores de religión (católica y evangelista, en el caso de Galicia). El sindicato sostiene que estos docentes “no son contratados a dedo” por el obispo (o la autoridad eclesiástica evangélica) por más que para que puedan obtener sus plazas sea imprescindible un certificado de idoneidad que emite el obispado correspondiente —o el máximo representante evangélico— basado en las normas morales de esta confesión religiosa.

CC OO justifica su aseveración destacando que estos profesores acceden a sus plazas a través de “listas de contratación abiertas” en las que se les exigen “determinados requisitos” —la acreditación de las respectivas morales privadas— además de “alegar” condiciones “iguales que el resto de los docentes respetando los criterios de publicidad, mérito y capacidad”. Esto es, que deben acreditar diplomatura o licenciatura para poder impartir esas clases de religión —vetadas a quien no sea previamente designado a dedo por el obispo— en primaria o secundaria.

El sindicato destaca que estos profesores imparten las mismas horas que los del resto de asignaturas que acceden a la docencia a través de una competencia basada en pruebas objetivas y cuyas asignaturas puntuan en el sistema académico. También puntualizan que los horarios son controlados por la inspección técnica de la Consellería. Aunque la propuesta de Relación de Puestos de Trabajo (RPT) de Lugo —la única que ha trascendido hasta el momento— evidencia que la media del horario de los docentes de religión es de entre 11 y 13,50 horas lectivas, CC OO sostiene que cumplen las “23 horas de pizarra” que complementan con “otras actividades como biblioteca y dinamización”. Respecto a los salarios que perciben, aseguran que son iguales que los que cobran los demás docentes, aunque un profesor de religión de secundaria —que es personal laboral y no docente— gane más que un maestro de primaria de cualquier otra asignatura. Ayer, el Obispado de Ourense difundió un comunicado de una profesora de religión utilizando los mismos argumentos que el sindicato.

CC OO destaca que los docentes de religión son el eslabón más débil del sistema educativo. “No podemos ser funcionarios como quisiéramos, precisamente porque no podemos acceder a oposiciones”, lamentan los delegados de este sindicato, que también precisan que las horas libres que perciben por las itinerancias son un derecho “de todo el profesorado itinerante regulado en el acuerdo de 18 de febrero de 2008”. CC OO sostiene que “es el Estado el que quiere profesores de religión porque España no es laica, sino aconfesional”.

Frente a esta reivindicación de CC OO (que asegura que suscriben UGT, ANPE y CSIF), los representantes de CIG y STEG destacan los “privilegios” de estos docentes frente a los del resto. Así, explican que la asignatura de religión “en un Estado aconfesional” se ha convertido en un atajo para conseguir una plaza en la función pública. Y destacan que los docentes juegan “con ventaja” cuando se presentan a oposiciones de cualquier materia: “Les computa la antigüedad de la docencia en religión y acaban haciéndose con las plazas”.

El STEG intentó impedir hace dos años que una profesora de religión impartiese asignaturas del plan Abalar, de digitalización educativa. Se le incluyeron “para completar su horario lectivo”. Pero el sindicato advierte que este personal “no docente no puede ocupar puestos para los que no está habilitado y que corresponden a otros profesionales que acceden en competencia objetiva al sistema educativo”.

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