Días atrás, tuvo lugar un acto conjunto del Movimiento Hacia un Estado Laico y de Europa Laica presentándose tanto un “Estudio sobre la religión en la escuela pública” como la “Campaña por una escuela pública laica”.
En el transcurso del cual se comentaron los quinientos millones de euros al año que cuestan a las arcas públicas los profesores de religión. Con dicho importe se podrían contratar hasta siete mil profesores interinos al año en el conjunto del estado. No podemos olvidar que estos profesores han sido contratados “a dedo” por la jerarquía eclesiástica, entrando en la administración educativa por la “puerta pequeña” incumpliendo los principios de igualdad, mérito y capacidad. A este colectivo se les otorga un estatus laboral y un trato privilegiado, plaza fija y abono de su salario los meses de verano, lo que no ocurre con los interinos.
En comunidades autónomas como Euskadi, Cataluña, Andalucía, Canarias, Madrid, … etc. además estos “catequistas” imparten otras asignaturas del currículo, ajenas a la religión, para completar el horario en el mismo centro o en otros; desplazando así al profesorado interino que debería contar con una relación laboral estatutaria con la administración.
Se produce así una inmersión católica en los centros escolares, pudiéndose estar en la antesala de que estos profesionales del dogma puedan ser nombradas directores de los centros; convirtiendo la Escuela Pública en un lugar de adoctrinamiento general acomodando las materias, el currículo, el proyecto educativo, …, a la doctrina católica o a la de cualesquiera otras iglesias.
¿Veremos en el futuro fundamentalistas religiosos dirigiendo centros públicos de enseñanza?