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Carlos Sainz vence a los antiabortistas

Moderado éxito de la convocatoria ultracatólica en Madrid contra el aborto y la eutanasia a 400 metros de una multitudinaria exhibición de automovilismo.

España lidera la «cultura de la muerte», las mujeres que abortan muestran «el iceberg de una trayectoria [vital] de destrucción» y otros pretendidos aforismos del movimiento antiabortista (ahora que ya es legal, también antieutanasia) volvieron a sonar este domingo al mediodía en Madrid, entre la Puerta de Alcalá y el comienzo de la calle Serrano, en la concentración de la plataforma ‘Cada vida importa’, que organizaron los habituales publicistas del catolicismo integrista español. La convocatoria se quedó a medias, con una asistencia que no debió pasar de las 2.000 personas.PP y aborto: 35 años de oposición al avance de derechos de las mujeresPP y aborto: 35 años de oposición al avance de derechos de las mujeresSABER MÁS

Al relativo éxito de participación pudo contribuir el frío viento del mediodía, más invernal que otoñal, o quizás también la cercanía de otro evento popular, el ‘Red Bull Carlos Sainz Showrun’, con el veterano piloto haciendo trompos entre Cibeles y Colón ante un público entregado. Lo cierto es que la demostración de poder del Foro Español de la Familia, la Federación Española de Asociaciones Provida y demás organizaciones convocantes se quedó a medio gas, justo en la semana de la puesta de largo de la plataforma política antigubernamental y pro «valores cristianos» Neos, liderada por Jaime Mayor Oreja y el también septuagenario exalcalde socialista de A Coruña, Paco Vázquez, entre otras figuras políticas en el ocaso, como María San Gil o Esperanza Aguirre.

En la concentración del domingo abundaba, no obstante, la juventud, señal de que el movimiento ha encontrado relevo generacional. El acné destacaba en los rostros de muchos asistentes, algunos con huchas para donaciones, que respondían con entusiastas vivas cada vez que, desde el escenario montado para la ocasión en el comienzo de la calle, los maestros de ceremonias, también jovencitos, gritaban «¡Viva la vida!» La afirmación vital se entiende, según esta tesis, como contraposición a la muerte que representarían aquellas que abortan o quienes insisten en enseñar a los estudiantes de medicina a poner la «inyección letal», como la llamó la ginecóloga Luisa González, vicepresidenta del Colegio de Médicos de Madrid. 

También estaba por allí el presidente del ente colegial, Manuel Martínez-Sellés, y otra decena de médicos que se situaron en la parte trasera del escenario para expresar su rechazo a la reforma de la ley del aborto (al colectivo no le valen ni los supuestos de despenalización de la ley del 85) y a la de la eutanasia, cuya aprobación se hizo sin «el debate de los expertos»; es decir, ellos. «Están atacando lo más importante», señalaba María Jesús López, otra de las médicas comparecientes, minutos antes de subir al palco.

Con la canción de la banda inglesa de pop Coldplay ‘Viva la vida’ sonando de fondo (que la letra no tuviese nada que ver con la causa es lo de menos, pues el arte es arte), llegó el plato fuerte del acto: la intervención de cuatro mujeres, abortistas en grado de tentativa, que se salvaron de su grave error gracias a la aparición en la puerta de la clínica de voluntarios de la fundación Rescatadores Juan Pablo II. «Unos ángeles», dijo una. De las cuatro, la más elocuente fue Leire Navaridas, que abortó en su día y se arrepiente. «Es una interrupción violenta. Una trampa mortal», avisó a la parroquia, muy convencida. Ella solo vio la luz cuando un psicólogo la conminó a «dejar de destruir y ponerse a construir».

Los asistentes ondeaban sus banderas blancas, todas con el lema ‘Cada vida importa’ y aplaudían a los intervinientes, que avisaron del grave problema que supone, al parecer, que se elimine los tres días de reflexión obligatorios antes de abortar, como propone el Ministerio de Igualdad, o que los médicos de la pública que se nieguen a practicar abortos por objeción de conciencia lo declaren de antemano, siquiera para que los servicios de ginecología de los hospitales puedan organizar los turnos. «Si hacen listados se les acabará la tinta». Más aplausos.

Pancartas con ingenio

«Sin amor estamos perdidos», aleccionaban desde el escenario, en este caso, casi seguro que con razón, mientras los asistentes mostraban sus pancartas, a cual más ingeniosa. Destacaba la del Movimiento Católico Español, defensor de la «Cruzada» iniciada en 1936, con un lema doble: «No matéis los cuerpos con el aborto/ No matéis las almas con el pecado», con sendas cruces de Santiago a cada lado. Otros tiraban más por la estadística y el redondeo, por ejemplo: «¿Qué habéis hecho con el 20% de mi generación?», entendiéndose esto como que a uno de cada cinco embarazos se le pone fin. Ante la pregunta de si el 20% no le parecía mucho, una mujer respondió que son 88.000 abortos al año. En el escenario alguien elevó la cifra al 25%.

Conforme iba terminando el acto, con actuación musical de un joven de guitarra al grito de «vamos a celebrar la vida, que es súper importante», en la retaguardia contaban algo decepcionados José y Nieves, venidos de Valladolid, que a otras convocatorias había acudido más gente. «No sabemos si por el COVID o porque estamos más perseguidos», aventuraba ella, que habló de tanquetas policiales disolviendo en Valladolid y en Madrid a los voluntarios en rezo. José, cuya camiseta, con iconos negros de un bebé y una pareja de ancianos advertía «ahora van a por ti», asentía. En la calle paralela, el campeón del Dakar también terminaba de quemar goma.

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