Es don Benito Juárez y la Constitución liberal de 1857 la que sienta las bases y principios de la educación pública obligatoria en México, debiéndose apegar esta a los lineamientos de ley que el Estado ha establecido en la materia.
Los rasgos esenciales de la educación impartida por el Estado son 3, a saber: pública, laica y gratuita.
Pública significa que el Estado debe garantizar el acceso general y la disponibilidad de la educación a todos los mexicanos, resultando en este punto obligatoria la educación de nivel básico, primaria y secundaria.
Gratuita, implica que no se impondrán cargas ni gravámenes como cuotas por el servicio educativo, salvo por aquellos gastos accesorios indispensables en todo plantel educativo.
Por último, el principio general de laicidad de la Educación es rector (a diferencia de la opinión generalizada) tanto de la educación pública impartida por el Estado, como de la que es impartida por entidades privadas, en tanto que es un principio general que define los planes y programas de estudio del país, como bien lo establece el Artículo 3° constitucional.
Precisando este punto, hay que “desmitificar” que la educación se divide en pública y privada. No es así, porque el término “educación pública” en el sistema jurídico mexicano está definiendo no al régimen jurídico de la entidad o establecimiento que imparta la educación (un organismo de derecho público o privado), sino a los contenidos de la misma, que se definen en los planes de educación básica y media superior (denominados “marco curricular común”) que reciben la autorización y sanción del Estado.
Entonces toda educación prevista en este marco jurídico común es pública en principio, sea que se imparta por entidades de derecho público, o en establecimientos de carácter privado. La verdadera educación privada está limitada a materias y temáticas no establecidas ni reguladas por ley, siendo por antonomasia la enseñanza de una doctrina religiosa la educación privada que más frecuentemente se imparte en nuestro país.
Espero con esto disipar el mito de que la educación primaria, secundaria y preparatoria por parte de asociaciones religiosas no está sujeta al principio de educación laica por lo que toca a las materias gobernadas por el marco curricular común. La Constitución es clarísima al respecto en su Art. 3 fracción VI inciso “a”.
Independientemente de ello, el problema que nos han venido a crear tanto Felipe Calderón como la maestra Elba Esther Gordillo —la principal asesora en materia educativa del régimen neoliberal del PRIAN— es que con su visión exclusivamente tecnócrata y utilitarista de la educación, e inclusive mercantilista, han venido introduciendo nefastas afectaciones al sistema educativo mexicano so pretexto de sus “reformas” y de sus “alianzas”, que dicen ellos falsamente, son por la “calidad de la educación”.
La entonces Secretaria de educación pública Josefina Vázquez Mota abolió en el artículo 7 del Acuerdo Secretarial número 444, publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el día 21 de octubre de 2008, el área de Humanidades de entre las áreas de materias obligatorias (denominadas “competencias disciplinares básicas”) que se debían impartir en la Educación Media Superior (preparatoria o bachiller) en México.
Dicha área comprendía cuando menos las materias de Lógica, Ética, Filosofía y Estética.
Cabe recordar que la institución del área de Humanidades en la educación pública se la debemos tanto al maestro don Justo Sierra como al propio don José Vasconcelos, llamado por la historiografía general como “el maestro de América”, debido a sus valiosas aportaciones a la educación latinoamericana de forma y fondo.
La enseñanza de las Humanidades es la que define propiamente la educación laica para la ciudadanía, ya que su objetivo es dotar al educando de las bases culturales indispensables para desempeñarse como un individuo que es a un tiempo conocedor y consciente de sí mismo y de los demás (ser individual y ser social).
Esto es lo que constituye la educación laica: no la adición ni supresión de credos religiosos en sí, sino la educación ciudadana correctamente entendida. Un ciudadano es un sujeto de derechos en el marco de las garantías del Estado, y no derivadas de comunidad ni corporación religiosa alguna, como de hecho sucedía en la antigüedad, en que ciertos ámbitos jurídicos (por ejemplo derecho familiar) y hasta políticos (cargos públicos) eran de competencia religiosa.
El punto principal a comprender —lamentablemente muy poco entendido y menos aún difundido hoy día— es que NO HAY EDUCACIÓN LAICA en ausencia de enseñanza de la materia de Filosofía, según que atinadamente se expone el razonamiento constitucional: “La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano” (ART. 3° párrafo 2°).
¿Qué es lo que enseña la Filosofía, sino la naturaleza individual y subjetiva del propio ser humano?
O para ser más claros aún: el individuo es el principio de cualquier facultad humana, sea esta social, laboral, técnica, económica, política o jurídica.
Del entendimiento de los contenidos de la Filosofía es que depende la comprensión inicial del resto de las facultades pedagógicamente inducidas en el ser humano: ¡esto no es opinión subjetiva, sino un hecho histórico objetivo!
—Previo al surgimiento de la Filosofía como tal, nadie pensaba que fuera necesario el reconocimiento a la igualdad de los seres humanos en sociedad, por ejemplo.
El Estado mexicano comenzó a suprimir la enseñanza de las Humanidades, y con ello de hecho la laicidad de la educación, y no vale el falso resarcimiento que se simuló en la enmienda al propio Acuerdo citado, reforma publicada el día 23 de junio de 2009 en el DOF, porque ni restablece el Área de Humanidades al marco curricular de forma autónoma como debe de ser, ni tampoco garantiza la implementación de las materias filosóficas dentro de la equivocadamente reasignada Área de Ciencias Sociales.
Lo dicho porque sucede que un plantel educativo que no restituye las materias señaladas aún así puede afirmar —al cobijo del pretexto dado por el Gobierno federal— que está cumpliendo con la enseñanza de las 4 Áreas de materias (denominadas “campos disciplinares”) previstas por la Ley, aún cuando en realidad sólo imparta para el área común de “Humanidades y Ciencias Sociales”, aquellas materias de Ciencias Sociales mas no de Humanidades, que es exactamente lo que está sucediendo en gran número de planteles en las entidades del País, según que lo ha denunciado públicamente el Observatorio Filosófico de México (OFM), organismo que agrupa a diversas asociaciones y representantes del ramo educativo institucional.
—¡Abramos los ojos! El Estado mismo ha proveído la “coartada” para que su anhelada supresión de las Humanidades en la enseñanza pública del año 2008 permanezca de hecho, no obstante la falsa reforma del 2009.
La reciente “decapitación” del monumento al presidente Benito Juárez ocurrida en el estado de Guanajuato es una factible ilustración de la decapitación que el principio de laicidad en la educación ha sufrido en México, con la supresión de las asignaturas filosóficas de Humanidades, orientada en realidad contra la educación ciudadana.
Así como se dice que “sin maíz no hay País”, tampoco “sin educación filosófica” hay educación laica. . . solamente despojos de la “religión tecnocrática”.