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[Bélgica] Los socialistas belgas y la cuestión escolar en 1927

En algunas ocasiones nos hemos referido en estas páginas de El Obrero a la cuestión educativa en Bélgica en las primeras décadas del siglo XX, como uno de los países donde más poder tuvo la Iglesia en esta materia, y donde los socialistas más lucharon para contener dicho poder y apostar por la educación pública.

Pues bien, en este nuevo artículo estudiamos la posición socialista tomada en el Congreso que se celebró en junio de 1927, y donde se trató de esta materia, algo que era habitual en dichas reuniones.

La cuestión fundamental a discutir era la de las subvenciones que los poderes públicos concedían a las congregaciones religiosas que sostenían escuelas.

Los socialistas belgas entendían que la escuela debía ser pública, gratuita y laica, tres claves que todos los Partidos socialistas defendían en toda Europa, incluido el PSOE. En todo caso, se defendía que la escuela debía ser respetuosa con las convicciones de todos.

Las subvenciones que el Estado concedía a las escuelas confesionales se habían convertido en una especie de tesoro destinado a la guerra entre los distintos bandos políticos, y contra ello protestaban los docentes de las escuelas oficiales de Bélgica, por lo que los socialistas pedían que, en caso de concederse subvenciones a las escuelas privadas, se ejerciera una severa inspección para indagar si las cantidades entregadas se empleaban realmente para costear las atenciones exclusivamente docentes, como eran los salarios de los maestros de las escuelas confesionales, o se destinaban a fines distintos para las que se habían concedido.

En segundo lugar, en el Congreso se trató de la costumbre que se consideró como negativa de emplear en las escuelas privadas personal cuya formación técnica no había recibido el control del Estado. Esta cuestión tenía soliviantados a los maestros públicos, por lo que había que exigir que quienes ejerciesen su profesión en las escuelas privadas tenían que haber estudiado en las Escuelas Normales oficiales.

Los socialistas belgas consideraban que había un sector político en su país que, amparándose en una denominación religiosa, que no criticaban como tal, pretendía hacer de la escuela un motivo de enfrentamiento, faltando al respeto que merecía la conciencia del niño y la santidad de la escuela.

La reacción contra esta tendencia consistía en hacer de la escuela campo abonado para toda clase de propagandas antirreligiosas, desnaturalizando los fines de la educación y de las escuelas.

Frente a todo esto, el Estado debía poner a salvo la conciencia de los niños de las pasiones alimentadas por fanáticos, que se creían con derecho a manchar la conciencia infantil.

Todo eso terminaría si establecía una escuela única para “ricos, pobres, negros y rojos”, debidamente inspeccionada por representantes de las familias.

Hemos trabajado con el número 5735 de El Socialista, del día 22 de junio de 1927.

Prometemos regresar a las controversias sobre la educación en Bélgica.

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