Una experiencia insólita de laicismo feminista.
La «Cruz Roja Laica», obligada a llamarse «Nivel Rojo», fue una iniciativa de la Sociedad Progresiva Femenina de Barcelona, que dirigía la revolucionaria sevillana Ángeles López de Ayala desde 1898, y que ha caído en el más lamentable de los olvidos.
La Cruz Roja Laica, o el Grupo «Cruz Roja», como decían en sus comunicaciones, fue una iniciativa de la Sociedad Progresiva Femenina de Barcelona («La Progresiva»), que dirigía la revolucionaria sevillana Ángeles López de Ayala desde 1898.
Este «Grupo Cruz Roja» inauguró sus tareas con motivo de la Fiesta de la Paz que se celebró en Barcelona el 3 de mayo de 1914, organizado por los republicanos radicales y los nacionalistas para protestar contra la Guerra en Europa (acababa de terminar la Segunda Guerra Balcánica y los aires guerreros preludiaban lo que iba a acontecer muy en breve, la Gran Guerra) y para recaudar fondos para los soldados heridos en la Guerra de Marruecos. Participaron más de 7.000 personas, según La Vanguardia1, y entre ellas había muchos niños y niñas de las escuelas laicas que regentaban los distintos centros y ateneos de la ciudad. Con ocasión de esta aglomeración de personas, y en previsión de accidentes que pudieran ocurrir, las mujeres de la Sociedad Progresiva Femenina dieron comienzo a su idea de separar la asistencia sanitaria básica y las congregaciones religiosas (las Hijas de la Caridad y las Siervas de María, sobre todo) que entonces monopolizaban los cuidados. Hay que recordar que las primeras «enfermeras» aparecerán en 1918, tras aprobarse oficialmente los estudios de enfermería en mayo de 19152, a los que, por cierto, optaron muchas religiosas para seguir ejerciendo como tales en los hospitales. En Barcelona se crearon la Escuela de Enfermería de la Santa Madrona en 1917, y la Escuela Especial de Enfermeras auxiliares de Medicina organizada por la Mancomunidad de la ciudad en 1919. Por último, retengamos que el primer curso de las oficiales «Damas enfermeras de la Cruz Roja» comenzaron en Madrid en octubre de 1915.
Con estos breves datos puede comprenderse el alcance histórico que tuvo que dicho día de mayo de 1914 las mujeres de La Progresiva prestaran los primeros auxilios a 22 personas necesitadas de ayuda sanitaria, en casos tan variopintos como un atropello del tranvía o un mordisco de caballo, pasando por luxaciones de pies, pinchazos en las manos, pedradas de muchachos cafres, o quemaduras. Desde las páginas de El Gladiador del Librepensamiento, órgano de La Progresiva, terminaban su crónica: «Reciban las amables practicantes nuestro aplauso más sincero»3.
Este Grupo «Cruz Roja», aún en ciernes, fue materializándose y tomando forma, y pocos meses después se informaba de que «el Grupo “Cruz Roja” de la Sociedad Progresiva Femenina ha nombrado un cuerpo de enfermeras laicas del que informaremos en números posteriores»4. La colección incompleta de esta publicación hace imposible hacer un seguimiento detallado de esta original experiencia de las mujeres librepensadoras de Barcelona. Pero en los próximos meses, y en espera de redactar sus estatutos y la posterior legalización, las enfermeras laicas del Grupo «Cruz Roja» recibieron diversos cursillos donde aprendieron la aplicación de vendajes y las modalidades de conducción de heridos, entre otros temas. También celebraron festivales benéficos para proveerse de material sanitario e instrumental curativo para el dispensario que se abrió en la misma sede de la Sociedad Progresiva Femenina y de El Gladiador, en la calle Ferrer de Blanes del barrio de Gracia (Barcelona). Dos de estos festivales de los que se tienen constancia, aunque se celebraron varios más, tuvieron lugar en Centro Obrero Republicano de la Derecha de Gracia (Barcelona), a finales de abril de 1915, y en el Ateneo Radical del Distrito V a mediados de junio del mismo año.
Todavía sin estatutos, pero en pleno funcionamiento y organización, el 3 de julio se informaba en la revista que se nombraba director del Grupo «Cruz Roja» de la Sociedad Progresiva Femenina al médico D. Francisco Guerra del Río, y sub-directora a la «ilustrada cirujana» María Faura y Cost.
Al día siguiente se convocaba a una Asamblea donde se aprobarían los Estatutos del Grupo «Cruz Roja», pero el proceso de legalización fue muy lento y el 4 de diciembre de 1915 se informaba que el Gobernador Civil estaba poniendo obstáculos e impedimentos de todo tipo.
Por fin, antes de acabar el año 1915, las autoridades aprobaron los Estatutos, pero, en la revista comunicaban, que «ha habido que cambiar el nombre de «Cruz Roja Laica», como era su intención, por el de «Nivel Rojo», debido a que «toda la gazmoñería católica se escandalizó de que los laicos tuviéramos una “Cruz Roja” propia», y el Gobernador cedió a las presiones.
El ahora denominado Grupo «Nivel Rojo» celebró su Asamblea constitutiva el 9 de enero de 1916 y se procedió a la elección de la Junta Directiva. A partir del mes de marzo, decidieron establecer unas guardias semanales para atender los casos imprevistos, tanto de enfermedades como de accidentes, formada por dos mujeres cada semana y un refuerzo o suplentes donde se encontraba la propia Ángeles López de Ayala.
La subdirectora María Faura presentó su dimisión por incompatibilidad con su trabajo y por la creciente carga de trabajo, y por esa razón en el mes de junio de 1916 se anunciaba un nuevo subdirector, «el sabio y humanitario médico del Hospital Clínico, doctor Baldocki».
En los distintos ejemplares que se encuentran en la Biblioteca del Archivo Histórico de la ciudad de Barcelona se van sucediendo pequeñas notas sobre las personas del barrio de Gracia que eran atendidas en el «Nivel Rojo» y las lesiones que presentaban, tanto niñas y niños como adultos.
Además del dispensario que atendían las enfermeras laicas, el 6 de mayo de 1917 abrieron al público un consultorio médico, sumándose un nuevo médico auxiliar, «el inteligente facultativo Dr. Narciso Mora», cuya consulta diaria de 9 a 10 de la mañana, era completamente gratuita, y se especificaba que era especialista en «enfermedades crónicas, úlceras de las piernas, fístulas, masajes, fisioterapia, etc.»5, lo cual nos da una idea de que podía ir dirigido a consultas de mujeres ya entradas en años, muchas de ellas madres multíparas.
El 7 de julio de 1917 también se anunciaba que el doctor Mora impartía conferencias instructivas sobre primeros auxilios para socias, y personas interesadas en general, en domingos alternos.
Todavía al año siguiente, en mayo de 1918, la «acción humanitaria y de consuelo», como les gustaba definir, seguía ofreciéndose a distintas personas, algunas de ellas descritas con nombre y apellidos y con su dirección. Terminando la nota informativa con un «¡Adelante, generosas mujeres del “Nivel Rojo”!».
A pesar de encontrarse inmersas en plena represión para tratar de frenar las luchas obreras del llamado «trienio bolchevique» (1917-1919), donde en Barcelona se sucedieron los estados de excepción o de guerra, las censuras y cierres de periódicos y las «suspensiones de garantías constitucionales», todavía en el año 1919 estas mujeres de «La Progresiva» informaban de una Asamblea anual donde se leería la Memoria del «Nivel Rojo» y se renovarían los cargos directivos. El número siguiente sería el último en ver la luz. Ángeles López de Ayala lo había advertido el 1 de noviembre de 1919: «si no existían verdaderas libertades cerrarían la revista», y así lo hicieron. Con el final de El Gladiador del Librepensamiento se acabaron también las noticias sobre esta experiencia sanitaria pionera en el campo del laicismo llevado a cabo por un grupo de valientes y decididas mujeres, implicadas lo indecible en la verdadera «redención social». Como muestra de infinito reconocimiento daremos los nombres de tres de estas mujeres, Francisca Benaiges y Munné, histórica dirigente de La Progresiva, y otras dos que además de «enfermeras laicas» fueron las maestras laicas de dos paupérrimos barrios de chabolas de la Barcelona de principios del siglo XX: la andaluza María Marín, en el barrio de Pekín, y la catalana Paquita Duaigues en el barrio de Somorrostro.
Manuel Almisas Albéndiz es articulista, escritor e investigador histórico.
1La Vanguardia (Barcelona), lunes 4 mayo de 1914, pág. 3.
2Real Orden de 7 de mayo de 1915 (publicada el día 21). Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. «Real orden aprobando el programa de los conocimientos que son necesarios para habilitar de enfermeras a las que la soliciten, pertenecientes o no a Comunidades religiosas».
3El Gladiador del Librepensamiento (Barcelona), del 16 de mayo de 1914, pág. 3.
4El Gladiador del Librepensamiento (Barcelona), del 7 noviembre de 1914, pág. 3.
5El Gladiador del Librepensamiento (Barcelona) de 5 de mayo de 1917, pág. 3.