El Decreto 832 del pasado 17 de Octubre de 2017, declara Monumento Histórico Nacional al edificio de la Escuela Presidente Roca, ubicada en Libertad 581, Buenos Aires. La Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos había propuesto esa declaratoria durante la presidencia del Arq. Jaime Sorín y ahora continuará las gestiones y procedimientos establecidos en la Ley 12.665 durante la presidencia de Teresa de Anchorena.
El decreto presidencial enumera algunos de los muchos méritos que justifican la declaratoria, pero un detalle más extenso necesariamente tendría el tamaño de un libro. La presencia inconfundible del edificio en la Plaza Lavalle, frente al Teatro Colón, transmite sólo en parte la importancia de la Escuela como institución.
La Escuela formó parte del plan de edificación escolar de 1899, pero es un edificio singular: fue construida como Escuela Modelo del Consejo Nacional de Educación. En 4.207 m2 construidos se ubicaron 12 aulas (para 405 alumnos por turno), un magnífico Salón de Actos, gabinete de ciencias, biblioteca, talleres para trabajo manual, amplias galerías y espacios comunes. El edificio incluyó un enorme patio abierto de 724 m2, un patio cubierto de 571 m2, terraza con pérgola y jardín posterior.
Las aulas poseían tamaño generoso, un volumen de aire que su aseguraba calidad y pureza con un sistema natural de renovación, calefacción, solado y friso de madera aislante, pizarrón perimetral y amplios ventanales que bañaban de luz natural hasta el último pupitre. La acústica era impecable. El pórtico monumental y los detalles ornamentales de la fachada manifestaban la alusión clásica del estilo arquitectónico y las inscripciones en latín, seleccionadas por Paul Groussac, daban sentido al mensaje: las letras vivifican el espíritu, el libro libera.
En mayo de 1902 ya habían llegado los bloques de granito de Tandil, de 30 toneladas de peso, que, labrados en la Plaza Lavalle, se convertirían en las columnas monolíticas del pórtico de entrada. Las esculturas alegóricas del pórtico fueron obra de Giovanni Arduino. En octubre de 1903 el Presidente Julio A. Roca visitó las obras en compañía de los miembros del Consejo y del arquitecto Morra.
El edificio se inauguró el 15 de noviembre de 1903 y al año siguiente, el 14 de abril, se iniciaron las clases. La escuela fue proyectada por el arquitecto italiano Carlos Morra (1854-1926), un maestro de la arquitectura argentina, muy especializado en arquitectura escolar. Descendía de una familia noble de antigua tradición, era Marqués y Caballero del Santo Sepulcro, contaba a dos Papas entre sus ancestros y también a la poetisa renacentista Isabella Morra, cuya biografía escribió el filósofo Benedetto Croce.
La Escuela Presidente Roca nacía como la más perfecta realización arquitectónica de la política de educación popular impulsada desde 1849 por Sarmiento y plasmada en 1884 en la Ley 1420. Por aquellos años existían discusiones políticas, pero laicistas y clericales compartían una honesta e idéntica pasión por la educación popular. El edificio es la materialización de aquellas inmensas ilusiones de forjar una patria libre, progresista y culta, abierta a todos quienes desearan habitar el suelo argentino, para que sus hijos tuvieran futuro. Para los niños se construían escuelas enormes, higiénicas y luminosas, soñando que, volcados al estudio y respetándose, hijos de familias muy humildes y de otras muy adineradas vieran posible la igualdad de oportunidades.
La Escuela tuvo grandes directores, como el prestigioso maestro y pedagogo José Jacinto Berrutti (1871-1951). Entre 1904 y 1917, la Escuela fue centro de experimentación pedagógica. En ella inició el gran pintor Martín Malharro, Inspector Técnico de Dibujo del Consejo, la renovación pedagógica en su área. En 1906 la “Asociación Amigos de la Educación”, fundada por iniciativa de Berrutti, inauguró los cursos de manualidades diversas, de capacitación comercial, música, modelado, dibujo y otras especialidades dirigidos a la comunidad y en 1908 la entidad creó los cursos de la Escuela Nocturna Popular “Presidente Roca”. La sociedad infantil “Verdad y Trabajo”, integrada por alumnos de 3º a 6º grado fue el primero de los “clubes escolares” dentro de una escuela pública.
En 1908 fue implantada en el edificio y para los cursos diurnos la “Copa de leche”, como experiencia piloto. No se trataba de un proyecto asistencial sino de un recurso para la educación, y por ese motivo no estaba dirigido a los niños más pobres, sino a todos. Resultaba claro que el rendimiento intelectual de los alumnos decaía hacia la mitad del turno escolar y, por esa razón, el suministro de leche caliente se proponía científicamente como un modo de reanimar el cuerpo y la mente. Para tal fin, la Escuela fue dotada de un equipo moderno -y modelo en su género- que no sólo comprendía una cocina, sino también un sistema de distribución de agua caliente por cañerías en forma de serpentina radiante que se elevaba paralelo al muro del sector, y tenía por delante los vasos de leche para los niños. Así, a la hora del recreo largo, todos los vasos tenían temperatura igual y ajustada a la necesidad.
Hubo también historias muy tristes, que marcaron el alma de la institución. En 1909, en un atentado anarquista a un tranvía, murió Esteban Garaycoechea, alumno de la Escuela Presidente Roca. Era un niño de condición muy humilde, canillita, y sostén económico de su familia. Fue velado en su Escuela y gran cantidad de ciudadanos de todos los niveles sociales fueron allí a rendirle homenaje y solidarizarse con sus maestros y familiares. Era la escuela de todos. El libro de Guada Aballe “Niños del ayer” recuerda su historia.
El 23 de mayo de 1910, en el Salón de Actos fue clausurado el Primer Congreso Femenino Internacional, que sesionó por iniciativa de Julieta Lanteri. En 1915 la foto de la Escuela fue exhibida en la “Panama-Pacific Exposition” de San Francisco. En 1941 desde la Escuela se emitía el programa radial “Escuela del aire”.
Con los años, el edificio fue sufriendo achaques, deterioros, incomprensiones. Hace poco se restauró parcialmente su fachada y desde octubre el edificio es Monumento Histórico Nacional. Que esa declaratoria ayude a recordar que la educación ha de ser nuestra prioridad, si deseamos realmente tener un futuro mejor.
Gustavo A. Brandariz, arq.
Profesor Titular de Historia de la Arquitectura (FADU-UBA)