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Alumnos de la UNED denuncian un texto por su contenido religioso

VERGARA CIORDIA, Javier. Familia, religión y estado ante el derecho a la educación. En: NEGRÍN FAJARDO, Olegario y VERGARA CIORDIA, Javier. Teorías e instituciones contemporáneas de educación. 2ª ed. Madrid: Centro de Estudios Ramón Areces, 2005.
Teorías e instituciones contemporáneas de educación. (Asignatura Troncal Cuatrimestral, 1er. Año, 2º Cuatrimestre de Educación Social)
Javier Valverde López

 

En la segunda edición de esta obra se incluyó el capitulo 14, Familia, religión y estado ante el derecho a la educación, en donde se hace asegura la existencia de Dios y se exhorta sobre la bondad de la educación religiosa.
¿Cuándo una auténtica educación pública laica? Porque hay que distinguir entre la influencia que la iglesia católica ha tenido en toda nuestra cultura occidental o las diferentes corrientes filosóficas que diversos teólogos, sacerdotes, católicos (casi 100% hombres) que como historia del pensamiento occidental es positivo conocer. También hay que distinguir entre la tesis de uno de esos católicos o la opinión de un autor de un libro. Pero cuando ese libro es un manual universitario, de una asignatura troncal (es decir, obligatoria) hay que tener mucho cuidado en introducir opiniones con material de estudio (que el alumnado no tiene porqué estudiar ni compartir). Ya basta de adoctrinamientos. Sobre todo en cuestiones tales como la religión y la existencia de dios. En una universidad científica es indefendible el tratamiento de un asunto, como la existencia de dios, que no ha sido demostrado empíricamente (Tomás de Aquino no logró demostrarlo con sus famosas vías). Son ideas respetables, pero hay que limitar la libertad de cátedra. También lo son las opiniones de aquellas personas que no creen en su existencia (todo se queda en un ámbito de creencias o vivencias, pero sin valor científico). Este no es el espacio para realizar semejantes afirmaciones.

“La idea de persona se cierra con el corolario de la dimensión trascendente y religiosa del hombre. Aquella que se refiere a lo eterno, a lo religioso, a lo inconmesurable de la existencia. Pensar que la persona humana puede por sus solas fuerzas alcanzar los anhelos de universalidad que encierra la voluntad es una postura narcisista y un error antropológico de primera magnitud, máxime cuando hemos afirmado que la espiritualidad es fruto de la creación y no de la generación biológica. El hombre necesita de Dios, es su fuerza y su esperanza para alcanzar la felicidad. Por sí solo no puede; es más, resulta radicalmente imposible pasar de lo natural a lo eterno si bo se dan categorías sobrenaturales que lo posibiliten. La educación religiosa se convierte así en un deber y derecho que emana de la propia estructura ontológica del hombre y que la sociedad ha de posibilitar y garantizar” (p. 352) (p. 364)
→ Sin comentarios. Esta idea parece que es muy importante para el autor porque este párrafo ha sido casi reproducido prácticamente páginas más adelante (p. 364)

“La educabilidad exige poner en práctica la libertad y más en concreto la docilidad, que no es otra cosa que el esfuerzo por perfeccionarse conforme a naturaleza, conforme a recta razón.” (p. 353)
→ ¿Pero la docilidad no es contraria a la libertad? Ser dócil, manso, es no elegir, es ser conformista. Docilidad es más semejante a adoctrinamiento.

“De entrada, podría decirse que ésta [la educabilidad de la persona] se produce por principio natural en el marco de las acciones llevadas a cabo por la familia, las instituciones religiosas o eclesiales y por las prestaciones y servicios subsidiarios del Estado. A estas instituciones corresponde el ius nativum o derecho inicial a prestar esa función en la medida que son parte tradicional y esencial de la garantía del bien común.”(p. 354)
→ Es cierto que la iglesia católica desarrolló ese papel durante muchos siglos, pero no tiene ningún sentido continuar otorgándole esa función. Sólo las personas que quieran dar a sus hijas/os una formación moralizante (adoctrinamiento) cederán ese derecho a esa institución, pero como las que quieran dar una formación de partido u otras asociaciones. Sin embargo éstas no aparecen como posibles entes educadoras. Pero luego parece rectificar cuando continua:

“En esa prestación, los agentes sociales deben tener muy presentes que se trata de un derecho personalista e individual, que alcanza su sentido más pleno cuando se respeta la libertad y autonomía del educando. Éste no es propiedad ni de la familia, ni de la Iglesia ni del Estado, sino de sí mismo. Garantizar ese derecho es garantizar la virtualidad y el auténtico sentido de la educación”. (p. 354)

“El derecho-deber a la educación también ha tenido notable eco en documentos eclesiales y más en concreto en documentos de la Iglesia Católica. Tras la clausura del Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI firmó dos documentos de extraordinaria importancia en los que sustanció el sentir oficial de la Iglesia Católica sobre el alcance y el modo de entender el derecho a la educación: la Declaración Gravissimun educationis (28 de octubre de 1965) y la Constitución Pastoral Gaudium et spes (7 de diciembre de 1965).”
→ ¿Es que no hay otros referentes legislativos? ¿No hay otros referentes que no sean partidistas? Estos textos deberían ser fundamentales para las personas católicas (casi ninguna los conoce o ha leído), pero no para un/a educador/a social, debe ser las líneas morales, sociales y doctrinales de una persona católica. Pero incluso para las instituciones católicas estos documentos son papel mojado. Después vuelve a hacer mención de otro documentos (p. 364), la declaración Dignitatis humanae, que habla de la libertad en materia religiosa.

“Este principio básico ha presentado múltiples formasy variantes con distinta virtualidad y sentido. De todas ellas, la más importante ha sido y es sin duda el matrimonio. La expresión más acabada de la familia, el compromiso de entrega sin reservas, de donación perenne entre un hombre y una mujer; un pacto de fidelidad, de confianza y de esperanza que no se agota en la pura y simple individualidad de sus personas […]. Aquí radica la clave y la esencia de la familia. Sin el compromiso de amor no hay socialización familiar, no hay en definitiva familia.”
→ Esta imagen tradicional de la familia parece más bien la imagen ideal y utópica de la misma, pues queda cada vez más alejada de la pura realidad. ¿Dónde estarán incluidas las nuevas formas de familia que han surgido de las nuevas realidades sociales, como las parejas homosexuales o monoparentales? ¿Qué ocurre con aquellos matrimonios pactados y de conveniencia que siguen ocurriendo hoy en día? Esa imagen de la familia cada vez está más desfasada y alejada de la realidad.

“La educación religiosa se convierte así en un deber y derecho que emana de la propia estructura ontológica del hombre y que la sociedad ha de posibilitar y garantizar no sólo reconociéndola como un derecho personal y social sino como un derecho civil de primer orden.”

→ Puedo entender que la educación religiosa sea un derecho (personal, pero no social ni civil). Pero de ahí que sea un deber, creo que hay un trecho. La institución que debe hacer efectiva ese derecho (opcional) deberían ser las parroquias, no la escuela, que debería ofrecer una educación laica y aconfesional. Pero si fuera un deber, ¿qué ocurre con la libertad de aquellas personas que no tienen una creencia en un ser supremo? Pero esto es lo que opina el autor sobre la educación laica:

“Esto implica que la religión -con el respeto más exquisito a la libertad humana, a los distintos credos y variantes religiosas de una sociedad plural- no debe desligarse del acto mismo de educar, es consustancial a él. Por eso puede afirmarse que la educación laica o materialista -entendida como negación de Dios y del hecho trascendente del hombre- e impuesta como modelo exclusivo y excluyente de educación es en el marco de una sociedad plural y abierta una clara afrenta a la libertad de enseñanza.”
→ ¿Imponer una educación religiosa a quien no desea recibirla no afrenta a esa sociedad plural y abierta? ¿No es adoctrinamiento? Cada tipo de educación tiene un espacio apropiado, y la escuela no debe ser el espacio para ofrecer catecismo, moral católica, y además exhortar que es un deber.

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