El escritor Alejandro Palomas, Premio Nadal 2018, denunció el pasado 26 de enero que fue abusado y violado en el colegio La Salle de Premià de Mar por el fraile Jesús Linares.
Alejandro Palomas (Barcelona, 1967) vive en la montaña. Allí es donde escribe sus novelas, como Un país con tu nombre (Destino, 2021), la última de ellas. Con Un amor obtuvo el Premio Nadal en 2018. Licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Barcelona y máster en Poesía por el New College de San Francisco, también realiza labores de traducción y participa en talleres de escritura.
El pasado 26 de enero denunció en la Cadena SER que fue abusado y violado por un fraile cuando era un niño en la escuela de La Salle de Premià de Mar. La Fiscalía de Mataró determinó, varios días después de realizar esta entrevista, que los hechos denunciados habrían prescrito al haberse producido antes de 1980, mientras estaba vigente el Código Penal de 1973.
¿Por qué sintió que ahora era el momento?
Pues esta es una de las preguntas terribles que se le hace a la gente que pasa por esto. Y es una pregunta terrible porque sientes que te están cuestionando muchas cosas: el tiempo, la verdad. Tienes que justificarte. Yo estoy preparado para eso, pero hay mucha gente que no lo está, y esa es la pregunta que hace que mucha gente no lo diga, no lo cuente. Porque creen que no les van a creer, porque ha pasado tanto tiempo que piensas que igual van a tratar de buscar qué beneficio puedes sacar de esto por contarlo justo ahora.
Yo lo conté en un arrebato de verdad. No lo sé. Soy muy visceral, también es cierto. Si yo te digo que lo conté porque mi madre ya no estaba, te contaré solo una parte muy pequeña del porqué. Esto es como cuando alguien te pregunta por qué escribes una novela y no otra. Tú escribes una novela para descubrirlo, no lo sabes antes. Yo no sé todavía por qué en ese momento y por qué no antes cuando ha habido momentos en estos 45 años en los que he tenido muchas ganas de decirlo. Pero, ¿sabes qué pasa? Que ahora, a posteriori, me he dado cuenta de que nunca me lo había dicho a mí mismo. Estas cosas, o las haces así, como gritando, o no te lo crees ni tú. De esto me estoy dando cuenta ahora y esto es lo que me está haciendo polvo en este momento, porque yo creía que lo tenía todo súper bien encajado, y me he dado cuenta de que no.
Cuando le propuse esta entrevista, temí hacerlo porque no sabía cómo iba a tratar el tema a la hora de plantear las preguntas. No sabía si iba a usar las palabras correctas, porque las preguntas pueden sonar a un cuestionamiento y no es así…
No te preocupes, no existe una forma de preguntar, no la vas a encontrar y nadie la va a encontrar nunca. Por eso siempre estáis en falso y yo lo entiendo muy bien, me pongo mucho en vuestro papel.
Admite que había pensado hacerlo público en otro momento pero no lo hizo justo por un motivo contrario a esto: “Me daba miedo que terminase con mi carrera de escritor, convertirme en ese que está sucio”. Tres semanas después de haberlo contado, ¿qué siente que ha supuesto hacerlo?
Esa es muy buena pregunta que todavía no me ha hecho nadie, así a posteriori. Entiendo que quizá no aparezca nunca más esta pregunta. ¿Por qué? Porque entiendo que dentro de poco dejaré de ser actualidad, porque así es el periodismo: hay mucho periodismo que trata la actualidad y muy poco que ahonde en la realidad. ¿Cómo me siento ahora? Pues mira, te voy a contar. Hace 10 días entré en contacto con James Rhodes y él me dijo una cosa que me ayudó mucho y que yo ahora siento también, y es la soledad del corredor de fondo. Siento que tengo mucho peso encima. Yo creía que estaba preparado, y sí, lo estaba, pero he ido descubriendo cosas de mi relato que yo desconocía, que yo había bloqueado, había olvidado… Imágenes, preguntas… Y me he dado cuenta de que el relato que yo tenía era más profundo. He descubierto un subrelato, que creo que es el más interesante, y es el que todo el mundo debería conocer para saber de qué estamos hablando. Porque mucha gente no sabe de qué estamos hablando. Hay gente que te dice “ya han pasado 40 años, tío, supéralo”. Y está superado. El problema es que no hay nada que superar, el problema es que es una realidad con la que convives.
Cuando eres niño, las cosas te afectan de una manera totalmente distinta: la vulnerabilidad, la soledad delante de un adulto, la agresión, la desconfianza… todo eso crea un abecedario nuevo para un niño que se convierte en adulto y que ya no puedes despegar de ti. Estas tres semanas me han ayudado a ahondar en eso, y a sentir al niño. Yo no había vuelto a sentir al niño. Ahora estoy empezando a sentirlo y me da muchísima pena. Ayer me pegué toda la tarde llorando desconsolado porque me daba mucha pena ese niño, me doy mucha pena. En todos estos años nunca me he dado pena, no me he visto desde esa óptica. Entrar en contacto orgánico con el niño y desde la emoción, no lo había hecho nunca. Y ayer me di mucha pena, mucha. Mucha pena de lo que soy, de mis incapacidades… me vi como soy, y es terrible.