En estos últimos meses sobre todo, la Iglesia argentina ha manifestado mucha simpatía por Alberto Fernández, o por el peronismo, mejor dicho. Alberto Fernández estaba en un acto de campaña en la Facultad de Agronomía presentando su plan contra el hambre; lo acompañaba todo el peronismo. En el medio de ese peronismo, estaba el presidente de Cáritas, una figura y un cargo muy importante dentro de la Iglesia (generalmente lo tienen los obispos de representación amplia).
Para peor, después la Iglesia aclaró, y en realidad, oscureció: dijo que la presencia había sido “institucional”, por una invitación. Pero la Iglesia no puede estar de manera institucional en un acto partidario en medio de una campaña electoral. Si Fernández ya fuese presidente sería distinto. ¿Qué va a hacer la Iglesia ahora? ¿Ir si llama Macri, Lavagna, Del Caño? Si fuera por temas institucionales, tendría que participar de las campañas de todos los candidatos.
Lo preocupante de esto es que la Iglesia, que fue en muchos momentos (como en la crisis del 2001) la única instancia de diálogo y arbitraje en el conflicto argentino, ahora se elimina como tal porque es parte de uno de los sectores en puja. La Iglesia como mediadora debe preservarse porque la situación argentina es muy frágil.
Una cosa es visibilizar la pobreza, rol fundamental de la Iglesia, y otra cosa es llevar eso a la militancia, al compromiso partidario. Pareciera haber una decisión de algunos obispos de estar más cerca de Fernández que de cualquier otro. Y esto no se hace ajeno a Roma: sea porque reciben un mensaje del Vaticano (que sería muy poco probable), o bien, porque creen que estas cosas le van a caer bien al papa Francisco.
Porque existe una relación tensa entre Francisco y Macri, porque Alberto Fernández lo visitó al Papa para hablar de la situación de Lula en Brasil. Pero, además, esto está en la formación de los obispos argentinos: se sienten más cómodos con el peronismo que con un Macri, o con el radicalismo. Esto fue históricamente así.
Esto no tiene que ver con el resultado de las PASO. Siempre tuvieron una simpatía con el peronismo. Pero, sí las PASO los ratificaron en su posición y lo tomaron como un anuncio de un triunfo seguro de Fernández en las elecciones de octubre. La Iglesia ha buscado forjar un vínculo con Macri, pero hay una disidencia ideológica fuerte con algunas políticas del Presidente.
La Iglesia considera al “neoliberalismo” como una política económica errada que solo genera más pobreza. Esto lo dicen muchos obispos (no todos). Dicho eso, hay funcionarios del Gobierno que tienen muy buena relación con la Iglesia, por ejemplo, la gobernadora María Eugenia Vidal. También Carolina Stanley y Gabriela Michetti. Pero con el gobierno de Macri y con la persona del Presidente ha costado entablar una relación aceitada y permanente. Es una relación esporádica.
Joaquín Morales Solá