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Al menos siete mujeres y tres hombres esperan a ser lapidados en Irán

La campaña para la liberación de Sakineh Mohammadi Ashtiani a través de freesakineh.org supera ya las 89.000 firmas

Una de estas personas es Iran A, una mujer de la etnia bajtiari – un grupo originario del sur de Irán- que fue condenada a cinco años de cárcel por complicidad en el asesinato de su marido y a la lapidación por adulterio. Según los informes de los que dispone Amnistía Internacional, su marido la atacó con un cuchillo al verla hablando con el hijo de un vecino, dejándola inconsciente. Cuando despertó, su esposo había sido asesinado usando el mismo cuchillo con el que la había atacado y el presunto autor del crimen era el hijo de su vecino. Al ser interrogada por la policía, aparentemente Iran confesó haber cometido adulterio, algo de lo que se retractó más tarde. En junio de 2007 se anunció que la sentencia había sido revocada y que se repetiría el juicio pero en esta nueva ocasión la sentencia fue la misma. Iran se encuentra en la prisión de Sepidar en Ahvaz (al suroeste de Irán) y desde febrero de 2009 no se tienen noticias de ella.

"Estoy lista para ir a la horca pero no deben lapidarme. A una la estrangulan y muere pero es muy duro soportar los golpes de las piedras en la cabeza". Son palabras de Khayrieh V., otra de las mujeres condenadas en Irán que espera su lapidación tras ser condenada también por complicidad en el asesinato de su marido y por adulterio. Khayrieh V. sufría violencia de género y comenzó una relación con un familiar de su marido, que acabó matándolo. Ella confesó su adulterio pero negó cualquier implicación en el asesinato de su esposo. A pesar de ello, su sentencia fue ratificada y se encuentra a la espera de que el Presidente de la Magistratura, Ayatollah Shahroudi, dé el visto bueno a su lapidación.

La lapidación de Ashraf Kalhori estuvo a punto de llevarse a cabo en julio de 2006 pero fue suspendida temporalmente por Shahroudi. Sin embargo, el 23 de febrero de 2009, dos periódicos iraníes informaron de que la Comisión iraní de Amnistía y Clemencia había rechazado su apelación por lo que su lapidación podría producirse en cualquier momento. Ashraf Kalhori fue condenada a muerte por adulterio y a 15 años de cárcel por complicidad en el asesinato de su marido. Ella mantiene que fue una muerte accidental pero la policía iraní la acusó de mantener una relación con un vecino, animando a este a matar a su pareja. Como es habitual, la mujer confesó el adulterio en un primer interrogatorio, retractándose después.

Según el código penal iraní, vigente desde la Revolución iraní de 1979, el delito ha de probarse por la confesión repetida del acusado o el testimonio de cuatro testigos varones (o de tres mujeres y dos hombres). Ante la dificultad de conseguir esto último y en casos de presunto adulterio, el artículo 105 otorga a los jueces -que en Irán son todos hombres- el derecho a condenar a muerte por lapidación basándose exclusivamente en su conocimiento documentado del acto.

Kobra Babaei y Rahim Mohammadi tenían una hija de 12 años. Según las informaciones de las que dispone Amnistía Internacional, el matrimonio recurrió a la prostitución para mantenerse económicamente tras meses sin encontrar trabajo alguno, por lo que ambos fueron condenados a la lapidación por cometer adulterio dentro del matrimonio. Rahim, además, fue declarado culpable por sodomía, delito que también acarrea la pena de muerte en Irán, aunque el método por el que ésta se llevará a cabo ha de decidirlo el juez. En este caso, Rahim fue ahorcado el 5 de octubre de 2009. Su esposa, Kobra Babaei, espera su lapidación tras haber sido ratificada su sentencia.

La lapidación no es una pena aplicable sólo a las mujeres en Irán, Mohammad Ali Navid Khamami fue declarado culpable de adulterio por lo que fue condenado a la ejecución por lapidación. El temor por su vida aumentó cuando, en mayo de 2009, un portavoz de la Magistratura iraní, después de confirmar que otro hombre había sido lapidado unas semanas antes, evitó referirse al hecho de que Mohammad Ali Navid Khamami estuviese esperando su muerte en la prisión de Rasht.

De la misma manera, Naghi Ahmadi, Bu Ali Juamfashani, Sarimeh Sajjadi, Hashemi Nasab y una mujer identificada solamente como M. Kh esperan también a que se ejecute su sentencia a muerte por lapidación sin que ninguna organización haya conseguido ningún dato sobre su detención o su juicio.

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