Las bombas de gran potencia que estallaron anoche de forma casi simultánea en dos populares y atestados cines de la capital hicieron que las autoridades sellasen las salidas de la ciudad y declarasen el estado de alerta en los estados norteños de Delhi y sus vecinos Haryana y Punjab, de donde son originarios los sijs.
En las salas se proyectaba la polémica película de Bollywood "Jo Bole So Nihaal" (Bendito el que diga el nombre de Dios), criticada por sectores de esa comunidad religiosa por considerarla ofensiva y que recientemente fue prohibida en el Punjab.
El problema parece estar en el título de la cinta, una invocación solemne de los fieles de esa religión, y en que su protagonista masculino es un policía sij que, según sus detractores, se comporta de forma ofensiva y licenciosa en un viaje a Nueva York.
Ningún grupo ha asumido de momento la autoría de esos atentados, los primeros con explosivos en varios años en Nueva Delhi y que han sido condenados por el organismo responsable de los templos sij y por el primer ministro, Manmohan Singh, que profesa esa religión.
Las autoridades indias han sido cautas a la hora de relacionar los ataques con esa película, pese a que el nexo parece claro, y la policía, de momento, sólo ha señalado que fue "obra de un grupo organizado", sin identificar a los culpables.
El ministro Patil aseguró que los heridos están "fuera de peligro" y que ha pedido a la policía que imponga "fuertes medidas de seguridad" en Nueva Delhi.
Mientras, la situación es de alerta en los estados del Punjab, Haryana y Delhi, aunque no se han producido más incidentes que la retirada de "Jo Bole So Nihaal" de la cartelera en muchos más cines, igual que ha pasado en el resto del país.
El Comité "Shiromani Prabandhak" (SGPC), que dirige todos los templos sij o "guruduaras" en la India, y el grupo político sij "Akali Dal", en la oposición en el Punjab, condenaron los ataques, si bien consideraron que la película es ofensiva con su religión. En la India viven 20 millones de sijs, apenas un 2 por ciento de sus 1.100 millones de habitantes, de mayoría hinduista, y los choques entre las principales religiones a veces se tornan violentos aunque hacía tiempo que no tenían como protagonistas a miembros de esa confesión.
En 1984 fuerzas del Ejército indio atacaron el Templo Dorado de los sijs en Amritsar, en el Punjab, y poco después la entonces primera ministra, Indira Gandhi, fue asesinada por dos miembros de su guardia sij, lo que desencadenó violentas represalias en todo el país que causaron miles de muertos.
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